Give Me Love (Muke) [Traducción]

Medicine

Michael está dolorosamente consciente de que las expectativas, siendo que su tía accedió a volver a Perth y que los chicos prometieron no molestarlo, eran que él se pondría mejor. Aun cuando juró y juró que no tenía ni idea de que estaba tambaleándose por la borda, aun cuando lo había aclarado, nadie le creyó realmente. Más bien, ellos pensaron que la sobredosis no fue intencional de la manera en la que inicialmente creyeron, pero claro que ellos creyeron que él simplemente hubiera hecho lo mismo. Y estando malhumorado y solitario así como en la semana desde que llegó a casa, no es probable que nadie deje esa idea.

Pero la esperanza de los chicos es abrumadora, un cargado perfume que ciega sus sentidos en la realidad. Sería imposible no darse cuenta de cómo sus sueños por Michael dominan su vista, distorsionándola para que así puedan leer cada seña, desgarrando un lío de sentimientos y observando, con su selectiva visión, cualquier despojo de luz que él aún posea. Y lo nota, porque el enfermizo perfume se coloca sobre él cada noche y lo sofoca.

Los medicamentos funcionan como solían hacerlo. Michael está limpio, pero de una manera diferente. La tristeza y los químicos tienen el mismo efecto; así, no está particularmente preocupado sobre agredir a alguien. Está presionado por el peso de tener que seguir con sus promesas. Él es Atlas con el mundo en su espalda, incapaz de moverse. En cualquier segundo, se vendrá abajo. Es una prueba de fuerza.

La parte más dura en realidad no es controlar su ira; todos van de puntillas a su alrededor, y difícilmente alguien interactúa con él, para no darle ninguna oportunidad de explotar. La parte con la que batalla es tener que mantener las pretensiones, tener que ser diferente con Luke. Es una marioneta para su responsabilidad.

Michael es un actor. Vive en un escenario, y la gente espera a que caiga por el borde hacia la orquesta. Y después todos harán una misa fúnebre para él mientras la misma tragedia está sucediendo más arriba.

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—Michael, iremos al centro de la ciudad y tú vendrás con nosotros —anuncia Ashton, irrumpiendo en su habitación. Él parpadea con sorpresa y levanta la mirada de las cuerdas de su acústica, las cuales está tocando ociosamente, recostándose sobre sus almohadas.

—¿Por qué? —pregunta, no queriendo abandonar su cuarto (aunque, en realidad, no lo ha hecho en semanas).

—Porque nos sentimos solos con apenas tres de nosotros.

—Les debió de ir bien antes de que yo llegara aquí —señala, esperando que lo dejen solo por una tarde.

—Además, Luke quiere que vayas —añade.

Él se contrae de dolor.

—¿En serio?

—Por supuesto. Es terrible, él ya no hace nada con nosotros —Ashton inhala—. No irá a ningún lugar sin ti —está tratando de animar a Michael, lo trata de convencer con una afectuosa sonrisa, pero él está cansado. Demasiado cansado para Luke. Tal vez cansado de Luke.

—¿No puedo solamente quedarme en casa?

—Siempre estás en casa —le recuerda—. Será divertido, vamos. Te lo prometo.

—Uh.

—Michael —gimotea Ashton—, has estado aquí por días. Necesitas la luz del sol. Y amor. Sólo serán un par de horas.

Michael suspira y hace su guitarra a un lado.

—Como sea.

La sonrisa de Ashton se desvanece un poco.

—Ese es el espíritu. Nos vamos en diez minutos.

Se arrastra fuera del cuarto, y Michael frota sus ojos y se desliza por un lado de la cama. Frunce el ceño frente a sí mismo en el espejo. Círculos oscuros y el cabello como un huracán, pálido como si se hubiera desangrado. No sabe qué hacer consigo mismo. Aprecia su tiempo a solas como los muertos aprecian la tierra sobre ellos; amargamente, pero con un toque de afecto hacia la intimidad.