Capítulo 1

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***Elsa***

Tenía mi cabeza entre ambas manos, negando con ella con mi labio temblado y las lágrimas al borde de mis ojos, sentada con mis piernas pegadas a mi cuerpo.

Tras la larga espera, ahí observo la prueba en el suelo frente a mi, con un inesperado "+" en delgada pantalla obscura. 

Mis lágrimas cayeron de inmediato por mis mejillas, llevé mi cabeza entre la rodillas mientras que cierta pelirroja del otro lado de la habitación, me observaba deprimida.

-Positivo ¿cierto? - Ella se quedó recargada en el parco de la puerta del baño. 

Alcé la mirada y señaló con mi mentón hacia el aparato.

Ésta suspiró y avanzó para después hincarse para tomar el objeto.

Se quedó mirando de este unos segundos, fijó después la mirada en mi y se sentó a mi lado.

-Además de ser positivo, te menciona los meses, tienes un mes y medio - Esta me miró para después volver a llorar con desesperación- Ay Elsa, solo tenías que protegerte, eso era todo- Merida me rodeó con un brazo para atraerme a ella, mientras empezaba a sollozar en su hombro. 

-N-No lo creo - Tartamudeé - No lo puedo creer. 

-¿Quien es?

-¿Quien?

-¿Quien es el padre,Elsa?-Esta se separó de mi para observar mis ojos húmedos. 

-No, no no -Negué con la cabeza mientras hacia proceso de lo sucedido hace un mes y medio.

No él, no podría llegar con esa persona y decirle que me a dejado en esta posición.

-Elsa, dilo -Merida me dijo con voz fuerte y directa.

-Jackson.... el chico de aquella fiesta ¿recuerdas? 

Merida suspiró y se llevó una mano a la frente.

-¿Sabes que tienes que avisarle no? 

-No lo va a aceptar, no lo va a querer Mer - Pasé la palma de mi mano por mis mejillas para secar las lágrimas.

-No es que lo quiera o no, debe de saberlo tan siquiera ¿no?- Su mirada con la mía ahora era fuerte, yo solo suspiré y ésta se levantó y me tendió su mano - No tienes que llamarlo ahora, mejor duerme que es tarde. 

Acepté su mano para levantarme.

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Merida es mi mejor amiga desde que tengo memoria, su madre y la mía se conocen desde su juventud y ahora se repite con nosotras.

Ella y yo vivimos juntas en Nueva York, en las colonias de Queens, con esta casa comprada por ambas, una casa grande para las dos.

Trabajo como asistente en una pequeña cafetería de comidas sencillas junto con Merida.

Acabo de despertar en mi habitación amplia y la más alta de la casa, con un ventanal a unos metros de mi cama acompañado de los primeros rayos del sol.

Después Merida entró con una pequeña bandeja.

-Buenos días Elsa - Esta seguía en pijamas - He traído el desayuno, debes alimentarte y a ese bebé.

-Gracias Mer -Observé la bandeja con fruta y yogur natural sobre, y una taza de té con jengibre.

Mientras comía, Merida acercó un plato más para ella.

-¿Cómo te sientes?- Mer observaba mi vientre, aun plano.

-Bien, no e tenido vómitos desde ayer.

-Gracias a esas nauseas y vómitos descubrimos tu embarazo - Dijo Mer encogida de hombros.

No dije nada más, solo terminé el plato de frutas. 

Por la tarde, estaba recostada observando el televisor, quería distraerme pero no lo conseguía.

 Y sin pensarlo, llevé mi mano a mi vientre para acariciarlo.

"Hola ahí, apenas sé de tu existencias pequeño"

Merida regresó con el teléfono de la casa y lo tendió frente a mi.

-No quiero hacerte sentir mal, pero es mejor ahora.

-¿De qué hablas? - Le dije mientras que enderezaba en el sofá.

-Jackson, es parte de esto, no te digo que el se debe de hacer cargo, solo hay que avisarle y ya.

Mer dejó el teléfono frente a mi.

Suspiré llevando mis manos a mi rostro para después de 3 segundos tomarlo y llevarlo a mi habitación.

Busqué el bolso pequeño que llevaba esa noche, solo esperaba y no hubiera nada adentro.

Hurgué dentro en busca de su número celular.

Sentí aquel papel arrugado y cerré los ojos lamentada, para cuando los abro veo aquel papel arrugado con el número y nombre de él.

"Vamos Elsa, no le pedirás más, solo debes informarle"

Tomé aliento y marqué.

Se escuchaba fuerte y claro los tonos de llamada.

-No contestes -Murmuré en voz demasiado baja.

Pero pareció invocar en lugar de alejar.

-¿Si, diga?

Su voz profunda y ronca sonó del otro lado. 

No puedo, no puedo decirle de mi, nuestro, bebé, no lo va a querer.



Amor Inesperado. Jelsa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora