Quizás esta parezca una típica historia de romance, pero no es así. No habría nunca un parecido.
Quizás estar de vacaciones y tener 17 años, era una señal para decirme a mí misma "consíguete un empleo y ocupa tu tiempo". Pero no fue así.
Quizá mi metro sesenta y cinco eran suficientes para conquistar el mundo. Unos ojos marrones y cabello ondulado negro también. O tal vez, sólo hacia falta un poco de sentido común y menos ingenuidad. Nunca lo sabré después de todo.
(Sonó la alarma con un terrible chillido característico)
- Maldita sea. Me olvidé apagar esa alarma, otra vez.
Quizás despertar de una manera tan escandalosa, habría provocado mi extrema torpeza. Solo atiné a levantarme de mi habitación y rogar que sea de nuevo, la hora de dormir.
- ¡Auch! -Me olvidé de mover esa silla.- ¿En serio? De todos los dedos que tengo, ¿Por qué justo en el más pequeño?- ¡Ah! ¡Maldito yogurt! -el mismo pie derecho cayó en el tazón de yogurt (el cual me olvidé levantar la noche anterior)- Estoy en pijama, con el dedo doloroso. Yogurt. Otro día más sin querer despertar.
Esa soy yo en una típica mañana de verano.
Siento que mi dedito esta roto.- Debería usar medias -dije mirando mis pies.
Si claro.
- ¡Sofia! -Mi madre exclamó- ¡Ve a la panadería! ¡Necesitamos más pan!
Madre, a veces olvidas que la casa tiene solo dos pisos. Detesto esos gritos mañaneros.
¡No! ¡No iré por nada del mundo!
- ¡Ya voy! -grité sabiendo que mi dignidad estaría afectada.- Pies torpes. Sofia torpe.
Está bien, agarré una toalla y me limpié el pie derecho, seguido de eso me puse sandalias. Mi pie estaba... ¿pegajoso?
Que mala idea, pero no la peor de todas.
Genial. Mi pie se pegó a la sandalia.- Iugt.
- ¿Ya? -Mi mamá volvió a gritar, desde el primer piso.
¿Acaso mi madre no sabe que soy adolescente? Es decir, tengo razones para demorarme ¿no?
Bajé las escaleras y fui directo a la mesa donde se encontraba el dinero. Abrí la puerta y di un suspiro.
- Bien aquí vamos. -di el primer paso que cambiaría y transformaría mi destino.- ¿Qué de malo podría pasar? -dije un poco confiada.
Él esta ahí de nuevo, con sus amigotes, a ver que chica cae primero. Pero yo sé que él es diferente.
- ¡Madre parece que quieres castigarme haciéndome salir con esta cara y fachas! Moriré. -susurré.
Ahí voy, con toda la vergüenza posible de una chica tímida. Es decir, nunca pensé en socializar, nunca tuve un novio. He observado a Sebastian desde la ventana de mi cuarto, desde hace meses. Siempre está junto a Volker, siempre observo su sonrisa, y sus lindos ojos, cabello, labios...
Y en ese momento, hubiese deseado que la tierra me coma, que el cielo se habrá y salga una mano que me lleve al descanso eterno o simplemente me hubiera hecho invisible, toda una mezcla de sentimientos de desaparecer o acercarme a decirle: Hola, ¿que tal? Y...
¡¿Que mas?! ¿Que más diría al ver el chico de ojos verdes, buena figura y de hermosos labios? No exagero al decir que Sebastian, es precioso. Pero, ¿tengo oportunidad alguna?Tal vez ese día pensé demasiado en Sebastian. Demasiado.
El transcurso de mi casa a la panadería parecía eterno, una maldita cuadra. Y toda llena de él y su grupo de amigos.
Sentía que cuando caminaba, todos me miraban, pero me miraban con desprecio.
Siento que soy ordinaria, que no valgo nada ¿Quién me querría?
Creo que lo mejor es caminar mirando el piso.
«sus labios» «Sebastian» «brazos fuertes» «hermosos ojos»
Y así empezó todo, fue el eclipse de su vida con la mía, desearía no ser tan distraída y torpe. Desearía que mi pie no haya estado tan pegajoso.
No recuerdo muy bien este momento, el punto es que tropecé, me distraje y...
- Ten cuidado. -dijo Sebastian, mirándome directamente a los ojos, soteniéndome.
Sí, sosteniéndome.
Mierda. Mierda. Mierda.
__________________#YmeDesnudé.
Hey! Qué tal nuevos lectores? Les prometo que los siguientes dos capítulos los cautivará 💗💗
Este capítulo y el que viene son cortos.
Este es mi primer libro, así que si encuentras una falla ortografía te ruego que me la hagas saber <3
No se olviden de votar!
ESTÁS LEYENDO
Y Me Desnudé
Teen FictionNo soy una escritora y el escribir esto no me convierte en una. Todo tiene un comienzo, quizás el mio fue demasiado pronto. Tenía diecisiete cuando lo conocí, era apuesto, de ojos verdes y cabello marrón. Solo tenía dos años más que yo. Y yo... ¿y...