Necesito otro estómago

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Por favor Dios mío ayúdame, te lo ruego.

Creo que ese día le hice miles de promesas falsas a Dios, la condición era que me sacará de esa situación.

— ¿Mamá? —Me toco el cabello.

Ella está ahí pero no me contesta.

Sigo caminando hacía la sala. ¿Desde cuándo se volvió tan chiquita? Caminaré lento, no mejor me arrastraré, tal vez así me perdone y no le haga nada a Sebastian.
¿Qué estoy pensando? Ya hasta perdí la razón.

Tan solo recordar ese momento me eriza la piel.

— ¿Me llamaste? —pregunto.

Ya casi la veo, esta con cara de espanto mirando no sé que.

— ¡¿Qué carajo es esto?! —Gritó.

Ya llegué a la sala.

— ¿Qué cosa? —mi corazón va a explotar.

— ¡¡No te hagas la que no sabes!! —Señaló algo— ¡Mira! -exclamó.

Creo que el tiempo en que mis ojos vieron lo que estaba señalando ella, fue el suspenso mas aterrador de mi vida.

Ella estaba señalando, lo mojado que estaba el piso, sus ojos no hacían mas que mirar todo el desorden de la habitación.

¡Verdad! El piso esta mojado, con huellas de zapatos, soda derramada, frituras en el piso, la televisión prendida ¡y para colmo el sofá fuera de sitio!

¡Alguien matenmé! ¡¿O yo me mato?!

Sentí un tumulto de ansiedad y angustia, una mezcla de sentimientos, todos reunidos en mi estómago.
Cuando mi madre me dijo eso, sentí que todos esos sentimientos se dispersaron por mis demás extremidades y órganos. Creo que otros lo llaman alivio.

— Ahh... eso —miré el desperdicio de la bebida— estaba viendo una película de terror me asusté, bote al piso la comida y subí a mi cuarto.

— ¿Y por qué esas huellas de pies? —preguntó insistentemente.

— Eh... —mis manos están sudando— sabes que me gusta la lluvia quise disfrutar un rato, disculpa mamá.

— Limpia esto ahora —ordenó.

— Si, lo haré —agarré un trapo de la mesa— disculpa.

Me miró molesta y se fue.
Limpie todo rápidamente

— No puede ser que me esté pasando esto. —Susurré.

Terminé de limpiar todo el desorden que esa noche loca había dejado e inmediatamente subí a ver a "mi príncipe".

Mi mamá estaba observando algo en mi puerta.
Si me pasa esto a cada rato moriré de taquicardia.

— Ma, ya limpié la sala. —dije con miedo.

— Escuché algo raro en tu cuarto. —dijo con el oído pegado a la puerta.

— Seguro no es nada Ma —le agarro el hombro— deberías irte, ya me dormiré. —bostecé al propósito

— Si ya es la 1 de la madrugada.

¡¿La una de la madrugada?! Con todo lo que me pasó perdí la noción del tiempo.

— Si mamá —bostezó— muero de sueño.

— Buenas noches.

— Buenas noches Ma.

Mi madre se alejó, tal vez extrañada y molesta.

Entre al cuarto.

— Falsa alarma. —dije al aire.

Divisé algo roto en el piso. Era uno de los tesoros que adoro, que he cuidado estos tres años.

No sé que cara habré puesto para que Sebastian me explicará el porque mi tesoro estaba roto.

— Disculpa, ese objeto me llamo la atención me acerque y se calló.   —él me explicó.

Ya no importa.

Soné madura y trate de pestañear para que ni una lágrima se asome.

¿Ya no importa? Ese objeto el cual tiraste tenía un gran valor sentimental, me dolió mucho verlo tirado y roto.
Ese "objeto" me lo regalo mi hermana mayor. Ella falleció.
Traté de no sentir nada al verlo roto, era un joyero de cristal, algo que no cambiaría por nada.

— Además era una cosa vieja ya te comprarás otra.

— Si seguro —fingí una sonrisa.

Si claro Sebastian, que mi hermana vuelva y me compre otro.

— ¿Te gusta la pared o..? —Le pregunté.

— La pared.

Ahí estaba yo, acostada con el chico que me gusta, en mi cama, en mi cuarto y sin que mis padres sepan. El chico que rompió uno de mis tesoros.

Ahí permanecían el lobo y yo.

Sentí algo ese día, mi estómago; esta vez mi mamá no me sorprendió solo era él. Soy débil.
Tal vez fueron las ganas de llorar contenidas.

Veo el reloj de pared que esta junto a los pósters, marcaban las 4:00 AM

El pensamiento de ser atrapada ahí con Sebastian y mi tesoro roto no me dejaban dormir.

— ¿Estás despierta? —me preguntó.

Justo cuando me estaba dando sueño.

— Si —respondí rápidamente.

— No puedo dormir, la luz de la ciudad entra por la ventana.

— Yo igual pero a mí me gusta esa luz.

— Estuve pensando, ¿Como saldré?

Oh, oh.

— Ya pensé en algo, en dos horas te ayudare a salir. —dije segura de mí misma.

— ¿Y tus papás? —preguntó preocupado.

— Duerme, falta poco.


____________________#YmeDesnudé

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