Contra todo pronóstico, me dormí.Ahora son las 10:00 A.M.
Abrí los ojos, vi el mueble. Adam no está.
Saqué las sábanas de mi cuerpo. Me paré tambaleando. Llegué al marco de la puerta, sacó la cabeza y sólo veo un pasillo con muchas puertas.¿Derecha o izquierda? Izquecha.
Comienzo a reír de mis pensamientos. Reiría más pero, el estómago me duele.
Pues izquierda, supongo.
Camino descalza por el pasillo. Diviso unas escaleras, camino hasta ellas y justo a la derecha hay una pequeña sala y la cocina.
Huelo hog dogs friendose. Sigo caminando, pero me detengo por algo.
— ¡Auch! —me caigo y atino a ver mis pies sangrantes.
Me siento en el piso de mármol a ver mi pie. Escucho un estruendo en la cocina, luego a Lewis corriendo hacía mí.
— ¡¿Sofia estas bien?! —patea los vidrios a otro lugar, luego se arrodilla para verme— Discúlpame, de casualidad rompí una taza y no la quite.
— No te preocupes, creo que ya me acostumbre a ver mi sangre.
— No digas eso —puso un abrazo en mi espalda y otro en en la parte baja de mis rodillas, para luego cargarme y llevarme a un sillón de la salita.
Él me lleva en sus brazos y se ven tan fuerte. Me da seguridad. Algo que tal vez, nunca tuve.
Lo miro a los ojos, parecen espejos que reflejan mi alma. Es muy hermoso, y sus labios...
— Eh... —Adam se da cuenta que lo miro y me posa en el sillón. Y yo me pongo roja.
En este momento mi pie "late" mas que mi corazón. Son como pequeñas y rápidas punzadas.
— Traeré el botiquín —dio media vuelta y se fue.
Narra Adam Lewis
Deje a la pobre chica y fui en busca del botiquín. Sofia está tan lastimada.
Entre a la primera puerta del pasadizo y prendí la luz.
— Donde lo deje, Donde lo deje —me tropiezo con algo de plástico y caigo cerca del piano de mi abuela— ¡Mier... —me tapó la boca y me como el dolor para no decir una grosería.
Me tocó la cabeza, creo que me hice un chichón. Intento rastrear la cosa con la que me tropecé. ¡El botiquín!
— Te salvaste —le dije a la cosa.
Lo agarró y salgo corriendo.
— ¡Sofia! —me acerqué a ella, a derramado mucha sangre— No te preocupes estarás bien.
Ella sólo me mira, no dice nada, su rostro tampoco.
Desinfecto su herida, creo que tendrán que hacerle puntos. Le pongo vendas en el pie y la miro.
— ¿Te sientes mejor? —le sonreí.
— Si, gracias —me sonríe. Su sonrisa es única.
— ¿Tienes hambre?
— No, no deseo comer.
— Pero debes comer, estoy casi seguro que desde ayer no comes. Tus huesos se están notando, eso es malo.
—Suspiró— Esta bien.
De pronto un olor invadió nuestras narices.
— ¡Los hog dogs! —corrí a la cocina y vi humo que salía de mi sarten.Tomé la manguerita del caño y apunte al sarten. Cuando por fin apage la sarten vi mis hog dogs momificados.
Mierda. ¿Y ahora que hago?
Salí de la cocina avergonzado y vi a Sofia.
— Eh... creo que ya no hay... —se comenzó a reír. No sé si sentirme ofendido o feliz por escucharla reír. Estoy raramente confundido. Ella ríe tanto y yo al verla también lo hago. Los dos reímos como niños sin mañana— ¡Ja ja ja ja!¡No te rías!
— ¡Ja ja! es que.. ¡Ja ja ja! Y tú... ¡Ja ja ja! Y los hog dogs... ¡Ja ja ja! —se limpia las lágrimas de tanto reír— ¡Ja ja ja! ¡Ya no puedo más!
— Ja ja mis hog dogs... —pongo voz triste- No te rías ya...
— ¡Ja ja ja! Ya esta bien —ocurrió un silencio. Parecíamos focas ahogándose tratando de no reír. Hasta que no pudimos más y explotamos.
—¡Ja ja ja ja ja ja ja! —alargué la última A y me reí de manera escandalosa— ya ya no puedo más, ne duele la barriga...
— ¡Ja ja ja ja ja! Nunca me había reído así, igual a mí...
Nos quedamos callados, creo que pensando en que se supone que íbamos a comer.
— Sugiero pan blanco con jamón. —dije.
— Para mí esta bien —me sonrió.
— Pues pan blanco será —Caminé hacía la cocina, vi mis hog dogs. Parecían dos trozos de fierro. Sonreí y las bote al tacho.
En cinco minutos terminé de preparar el desayuno, miré el reloj de cocina 11:00 P.M.
¡¿Quéé?!
Hice zumo de naranja, luego puse todo en una bandeja y salí.
— Servido. —coloqué todo en la mesita de centro de la mini sala.
Sofia comió demasiado rápido su sándwich, creo que si tenía hambre.
— ¿Quieres otro?
— ¡No! no no... que mala educación la mía.
— Ja ja no te preocupes, eres mi invitada. Además puedo hacer otro. —le sonreí.
— Esta bien, gracias. —me sonrió.
Fui a la cocina, me preparé un sándwich y fui a ver a Sofia. Parecía un avecilla herida que cayó en mi jardín.
Termino de comer mi sándwich y la miro.
— ¿Cuál es tu segundo nombre? —Le pregunté.
— Pues... Danielle ¿Y el tuyo?
— Que bonito nombre —le sonreí— el mío es Louis.
— Hmm... ¿Adam Louis? Es buena combinación —me sonrió.
— Igual Sofia Danielle. —se sonrojó.
— ¿Cuántos años tienes?— veintiuno ¿No parezco verdad? ¿Y tú?
Narra Sofia
Abrí mis ojos como platos.
¿Cómo es posible que él pueda tener veintiuno? Me lleva... uno, dos, tres, cuatro... ¡cuatro años!
Que desilusión...
— Diecisiete...
Está vez él abrió los ojos como platos.
— Wau ¿Diecisiete años? Eres demasiado joven.
Si lo sé.
Sonreí de manera incómoda y él lo notó.
— ¿Cuándo es tú cumpleaños? —me preguntó. —El mío es el siete de marzo ¿y el tuyo?
— ¿Siete? No falta casi nada, estamos en Febrero. El mío es el veintisiete de noviembre.
— No me interesa mucho mi cumpleaños, para el tuyo faltan nueve meses. —Reí.
— Falta demasiado lo sé. —rió
Se hizo un silencio incómodo por unos segundos.
— Y... ¿Tienes hermanos? —rompí el silencio.
— Eh... si... tengo una hermana. -pareció algo incómodo.
— ¿Cuál es su nombre?
Lewis hizo una pausa y me contestó.
— Claudia.
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Y Me Desnudé
Teen FictionNo soy una escritora y el escribir esto no me convierte en una. Todo tiene un comienzo, quizás el mio fue demasiado pronto. Tenía diecisiete cuando lo conocí, era apuesto, de ojos verdes y cabello marrón. Solo tenía dos años más que yo. Y yo... ¿y...