Capitulo 1: colegio de ricos, vida de pobre.

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-Me niego rotundamente- exclamé furiosa ante la demanda de mi madre. Estaba pidiéndome algo que iba más allá de mis deseos. No pensaba gastar todos sus ahorros en un colegio supuestamente prestigioso donde solo iban personas adineradas que lo único que hacían era desperdiciarlo. 

- Vamos Leni. No seas cabeza dura- acotó mi padre que se hallaba sentado sobre un sillón de un cuerpo, colorado, viejo y mohoso leyendo el diario del domingo. Cada vez que se reclinaba, éste hacia un ruido extraño como de sufrimiento por el peso de la persona que lo ocupa. Deberíamos tirar el espantoso mueble pero era lo único que teníamos a nuestro alcance.Mi padre suspiró, cerró el diario y lo colocó sobre una mesa un tanto vencida a su derecha. El diario, era una de las pocas cosas que mi padre se permitía gastar, ya que solo en su cumpleaños, le veía comprarse algo que fuera para él.

Al parecer yo era la sensata de esta familia. No teníamos mucho dinero, ya que a mi madre la habían despedido hace ya un año y tuvimos que mudarnos a un nuevo barrio, debido a que el anterior ya no podíamos pagar.

Resoplé cansada. No tenia intenciones de discutir y llegar siempre al mismo punto, ya no le veía sentido.

-No entiendo el punto de ir a ESE colegio- habían tantos otros públicos a nuestro alcance pero ellos se empecinaban en mandarme a ese pese a mis quejas.

-Queremos que tengas la mejor educación, y no se habla más- sentenció mi padre y ya no pude hacer nada. Quise retrucar pero su mirada daba por finalizada la conversación,  y por ser el macho alfa de la casa, dejó en claro que yo debía obedecer. ¿Qué tenia de malo asistir a un colegio público? No le veía la diferencia y no gastarían dinero de más. Arrastré mis pies sobre el piso de madera vencido procurando pisar aquellas zonas donde se encontraba elevado para aplastarlo, pretendiendo que el peso ayudara en algo. Lo sé, es absurdo pero eso no quería decir que no se haya vuelto una costumbre para mi. Al llegar a la habitación, cerré la puerta despintada de un portazo para que entiendan que realmente estaba enojada, y al caer el picaporte me exasperé aún mas así que lo tomé y lo coloqué furiosa.

Me dejé caer sobre la cama que poseo desde niña y ésta hizo ruido por el peso. Al parecer sufría como yo. Y no es que estaba excedida de peso, ya que juego al baloncesto y me mantengo en forma, pero los resortes ya estaban muy viejos y prácticamente atravesaban el desgastado colchón. Pasé mi mano sobre el edredón turquesa y suspiré.

Observé las cuatro paredes de mi mini habitación intentando no sentirme claustrofóbica. Las paredes estaban mal pintadas, se notaba que antes eran blancas pero los años parecían haber lavado el color. El piso era también de madera pero pedazos de ella sobresalían como astillas. Debía de andar con cuidado y usar siempre zapato o sufriría las consecuencias. Una ventana en la pared a la derecha de la cama, daba al reducido patio trasero con una cortina improvisada color bordó, eran como mucho, lo mas lindo de la habitación. 

Tomé mi celular comprobando si por casualidad de la vida alguien me había mandado algún mensaje. Nada. Pareciera ser como si mi perro tuviera más vida social que yo, y eso es mucho decir. Es un salchicha obeso que dejó preñado a casi todas las perras del antiguo vecindario. No entiendo como no nos lincharon los vecinos. Salchichita era todo un don juan.

Miré hacia mi escritorio improvisado y me daba repugnancia ver el uniforme que debía usar a partir de mañana. Sentía como mis días de libertad se terminaron.



Cuando desperté por la melodiosa y horrenda voz de mi madre cantando, creí que moriría. Su voz se asemejaba a un chancho dando luz y a pesar de saber que cantaba mal, lo hacía como si diera recitales al nivel de Celine Dion. Cubrí mi cabeza con el pliegue de mi codo izquierdo e intenté dormir unos minutos mas, ese pequeño tiempo era lo mas preciado del día.

I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora