Capítulo 14: Ebria

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Los chicos gritaban y silbaban mientras yo bailaba. Alzaba los brazos por encima de mi cabeza y mis caderas se movían al ritmo de la inexistente música. Estaba pasándolo bien pero me di cuenta que estaba demasiado ebria. Sin embargo, continué con lo que estaba haciendo. Era sumamente liberador tener la mente despejada de obligaciones y preocupaciones constantes.

-¿Que crees que estas haciendo?- una voz habló pero no quise responderle. Seguí bailando hasta que alguien me agarró de la cintura y me bajó de mi tarima improvisada con un tronco. Me di vuelta pero al instante me arrepentí porque mi mundo giraba.

-¿Que...yo... Tu?- no podía articular palabra, sonaba mas como un balbuceo sin sentido. Alex me miraba enojado y yo por un momento pensé en disculparme pero luego me acordé de sus palabras e intenté zafarme de su agarre. Me estaba sujetando del brazo y podía sentir la calidez y el cosquilleo por su tacto.

-Nos vamos- anunció irritado pero Scott se puso de pie y le bloqueó el paso.

-Vamos Alex, no nos quites el espectáculo.

-No deberías haberle dado de beber, esta ebria.

Hablaban de mi como si no estuviera allí y me molestaba.

-Solo...déjame- que frustración no poder hablar, mis palabras eran inteligibles.

-La esta pasando bien, o no linda?- mientras Scott decía eso colocó una mano en mi espalda y Alex reaccionó empujándolo. Esto ya se estaba saliendo de control.

-No te atrevas a volver a ponerle una mano encima o te arranco los dedos.

-¿Por que no vas con tu novia?- Alex pareció pensar lo que acababa de escuchar y yo lo empujé.

-Idiota- articulé y por su expresión supe que me había escuchado.

Mareada me dirigí hacia un árbol y me dejé caer. Sentí a mi estomago revuelto y cerré los ojos para intentar calmar la sensación.

No se exactamente cuando tiempo pasé sentada pero cuando abrí los ojos había cambiado de escenario y veía el rostro de Alex. Miré mas allá de él y vi los arboles moverse, ¿O me movía yo? En ese momento mi estomago se revolvió y yo me sacudí para liberarme de Alex.

-¿Que diablos...? - escuché que decía en el momento que me soltaba y corría hacia los arboles y lanzaba todo el alcohol recién ingerido.

Que asco.

Sentí como la bilis quemaba todo en mi interior mientras una mano sujetaba mi cabello para que no se ensuciara. Cuando terminé me alejé del lugar y vi que Alex me miraba con expresión de enojo y preocupación, hizo que frustrada llorara.

Fue un llanto desesperado, apenas podía respirar entre sollozos. Lagrimas cálidas caían de mis mejillas.

Estaba cansada de tener que lidiar con todo yo sola. Él se acercó y me envolvió en un abrazo mientras yo enterraba mi rostro en su cuello. Me aferré de su remera sintiéndome protegida.

-Lo extraño- confesé por primera vez en mucho tiempo. El alcohol habia hecho que múltiples imágenes volvieran a mi mente. Nunca hablaba de él porque el dolor era tan fuerte que creía que si lo recordaba, terminaría por romperme. Había muerto hace solo dos años pero su ausencia aun la sentía en mi corazón. 

Mas lagrimas saltaron de mis ojos mientras Alex en un intento de consolarme, acariciaba mi cabello aun con sus brazos estrechándome.

-¿De quien hablas Lena?

-De mi hermano, Nathan.

Aún seguía llorando cuando entramos a la tienda. Guardar silencio fue muy difícil ya que apenas podía respirar por el llanto. Me senté sobre mi bolsa de dormir y abracé mis rodillas. Coloqué mi cabeza entre mis brazos a la espera de poder tranquilizarme. Nunca me gustó llorar, ni siquiera delante de mis padres porque odiaba que sufrieran por mi. Siempre creí que si mostraba mis sentimientos, me terminaría por volver loca. Aún sufría por la pérdida de Nathan, como si una parte de mi hubiera muerto con él.

-¿Quieres contarme?

-No.

No podía, si lo decía en voz alta, creería que se volvería real su ausencia y no podría soportarlo.

-Esta bien- comenzó a trazar círculos en mi espalda. Se sentían cálidos sus dedos sobre mi piel.

-No pu...puedo- dije entre lágrimas lo más bajo que pude para no despertar a nadie.

-Shhh- dijo mientras llevaba mi cabeza a su hombro. Cerré los ojos y me dejé llevar por las caricias.

Veía a los médicos correr de aquí allá y yo me preguntaba si podrían salvarlo. Pasé horas sentada en la sala de espera con la incertidumbre de que pasaría.

Mama lloraba a mi lado mientras papa caminaba de un lado a otro por la concurrida sala.

-Le dije que no lo hiciera- murmuraba papa frustrado.- Le avisé que eso pasaría si seguía con su estilo de vida.
-Ven Charles- le dijo mi madre poniéndose de pie y abriendo los brazos a la espera de que papa vaya hacia ella. Eso hizo y se fundieron en un triste abrazo.

-No me hizo caso, yo sólo quería lo mejor para él- agregó papá desesperadamente- Tenía todo un futuro por delante.

-Ten fe.

En ese instante el medico apareció por una puerta y ya en su rostro se veía la respuesta.

I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora