Capítulo 18: Medidas desesperadas

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Toqué la puerta de la dirección esperando que la persona que me había mandado a llamar, me atendiera. Estaba en clases de matemática cuando irrumpió por segunda vez, la misma mujer de la otra vez para decirme que quería hablar conmigo la directora.

Está vez no sentí miedo, sino cansancio. Estaba realmente podrida de no poder disfrutar el año en paz. Seguía trabajando muy duro para conseguir dinero pero los precios aumentaban y los sueldos no.

-Adelante- dijo la directora y yo entré y tomé asiento frente a ella.

-Me ha mandado a llamar- comenté para dar inicio al diálogo.

-Así es, no me complace anunciarte que las cuotas han aumentado y aún usted debe varias cuotas.

-Es imposible, mis padres pagaron- comencé a negar pero me entregó un papel con la lista de cuotas abonadas mías. Faltaban dos.

-Necesitamos que se ponga al día con el pago o debo llevar tu situación ante la Junta.

Suspiré sintiendo el mundo sobre mis hombros.

-Hablaré con mis padres y mañana a primera hora le informaré.

-Esta bien, no me falles.


-¿En que estas pensando? - dijo Caro al mismo tiempo que Rick comía su hamburguesa ese mismo mediodía.

-En las cosas que tengo que hacer- suspiré mientras Alex dejaba una bandeja de comida frente a mi y se marchaba a su mesa. Había comprado pollo con ensalada y un postre de flan, empecé a comer ignorando las miradas confundidas de mis amigos.

-¿Por qué Alex te compra comida?

Me encogí de hombros.

-Por una apuesta que hicimos y perdió.

No presté atención a las palabras y risas de mis amigos, mis pensamientos iban y venían con imágenes y recuerdos de mi hermano. Había quedado con mis padres en encontrarnos en el Lago más tarde, ya que al salir del colegio iría al cementerio.

La campana sonó y nos dirigimos a la clase de gimnasia.

Compré las flores a tres cuadras del colegio. Eran unas hermosas margaritas con numerosos lirios que desprendían una exquisita fragancia.

Un auto conocido se estacionó junto a mi y descendió la ventanilla del acompañante.

-¿Te llevo Lena?

-Tengo que ir al cementerio, puedo ir a pie -respondí la pregunta de Alex.

-Sube.

Abrí la puerta y me senté en el vehículo. No entendía el motivo de su ofrecimiento pero acepté, últimamente la compañía de él me ayudaba. Hablamos un poco de temas del colegio pero mi mente estaba ocupada en recuerdos de mi hermano

-¿Quieres que me quede? - preguntó mientras yo abría la puerta cuando llegamos al lugar. Nos encontrábamos frente a las puertas del cementerio y ya se veían a través de las rejas, las numerosas tumbas a lo largo del césped. 

-No, está bien. Puedo hacerlo sola- antes de cerrar, le agradecí por el aventón y el respondió con una sonrisa.

Caminé por los senderos del lugar y me detuve frente a la tumba de Nathan. Coloqué las flores sobre la lápida junto a las plantas que habían depositado mis padres, y me senté en el suelo. Cuando vengo a visitarlo, suelo contarle lo que me sucedió en todo el tiempo que no lo visité. Le contaba las cosas más insignificantes, más tristes y las divertidas. Podía sentirlo junto a mi, escuchando atentamente y a veces recordaba su voz diciéndome consejos.

Más tarde, me encontré con mis padres y merendamos a orillas del río. Fue un momento muy tranquilo que compartimos los tres rodeados de vegetación y del sonido del agua al correr. No quise contarles lo de la deuda con las cuotas, no me pareció ni el momento ni el lugar indicado; Sin embargo, mañana debía darle un respuesta a la directora.

Cenamos en casa sumergidos en silencio y afortunadamente había encontrado la solución para el problema del dinero. No era una buena idea pero en tiempos desesperados, medidas desesperadas.

Me puse un jean azul desgastado, una remera blanca y tomé mi cartera.

-Iré a casa de mi amiga y volveré tarde.

-¡Ten cuidado! - escuché que decía mientras yo salía hacia la calle.

Corrí calle arriba unas 15 cuadras hasta llegar al límite con otro barrio aún más pobre que el mío. Me moví entre las sombras intentando pasar desapercibida sin molestar a nadie. Debía tener cuidado o terminaría asesinada en una zanja o quien sabe donde. Solo escuchaba el latido de mi corazón que parecía que iba a salírseme del pecho.

De pronto, oí el ruido familiar de peleas y enfilé en esa dirección. No demoré mucho en toparme con la multitud que aclamaba por sus respectivos favoritos. Estaban peleando dos sujetos que no reconocí pero si a Xav.

-¡Oye Lena! - me llamó mientras me abrazaba- tanto tiempo sin verte.

-Así es, que bueno verte Xav.

-¿Qué te trae por aquí? - me miró interesado.

- Vine a apostar.

- Has retomado el vicio, eh?

-No, es igual que la otra vez. Necesito dinero urgente.

-Esta perfecto, yo te ayudaré. ¿por quien apuestas hoy?

- ¿Pelea Rompe huesos?

- Así es, es el siguiente. ¿Cuántos verdes?

-ten- dije tendiéndole todo el dinero que tenia.

-Debes confiar mucho en el muchacho porque es mucha pasta.

-Ganará, lo sé.
La pelea que se llevaba a cabo terminó con uno de los hombres inconsciente y se cruzó por mi cabeza a Alex herido. Sentí un pinchazo en mi estomago y comencé a preocuparme, imaginado que podría pasarle algo.

Se anunciaron a los nuevos contrincantes y Alex avanzó con actitud confiada y amenazadora. Era muy distinta su apariencia que en el colegio, como si fueran dos personas distintas. Saludó a su rival y se puso en posición para luchar.

No dejé que me viera, por temor a distraerlo. En ningún momento mis ojos dejaron de vista a Alex.

I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora