Capítulo 15: triste realidad.

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-¡Vamos haraganes! - gritó una voz a través de un megáfono- ¿O quieren que vaya yo a despertarlos?

Abrí los ojos de golpe asustada por la idea de que venga un profesor y nos vea en la misma tienda. Llevé mis manos a mi sien por el dolor de cabeza y recordé la cantidad de alcohol que consumí. Me percaté que mi cabeza descansaba sobre el pecho del Alex que subía y bajaba con cada respiración que daba. Contuve el aliento incrédula por situación. ¿En que momento me dormí? ¿Cómo es que amanecí pegada a él?

Dormía con una sonrisa inocente en el rostro. Me moví lo más sigilosamente posible y salí de la tienda. No quería que se despertara y me preguntara por mi crisis nerviosa. Aún estaba vestida con la ropa del día anterior pero no quería volver a cambiarme, alisé mi ropa lo mejor que pude y caminé rápidamente hasta lo baños para higienizarme. Luego fui hasta donde se amontonaban los demás estudiantes. Seguía sintiendo dolor estómago que me pasaba factura por la noche anterior.

Me senté en el pasto y mis dedos se hundieron en la tierra pero al poco tiempo comencé a arrancar el pasto. ¿Por qué nombré a mi hermano? Jamás hablaba de él ante nadie. Era un dolor latente en mi corazón que tendría para toda la vida.

-Bueno, bueno, bueno, cálmense. - dijo una de las profesoras en un intento de apaciguar él ruido ensordecedor que producían los chicos- hoy tenemos una actividad distinta, se hará en grupo de dos personas y los elegiremos nosotros. Es un pequeño juego de búsqueda, aquel que encuentre el cofre que ha escondido el profesor Harry de Ciencias, ganará. El premio es secreto.

Rodee los ojos ante el juego. Creía que alguien de dos años lo había pensado y no adultos de casi cinco décadas. Del otro lado del campo, estaba Alex apoyado sobre un árbol mirándome directamente. Desvié la mirada pero de reojo vi que continuaba de la misma manera.

-Los grupos son los siguientes...- comenzó otro profesor que nunca había visto, a nombrar a los grupos. Tomó un par de minutos hasta que oí mi nombre- Maddalena Morais con Alex Penfold.

Genial. El destino parecía jugar en mi contra.

-Parece que haremos grupo juntos- dijo Alex a mi espalda. No me había percatado que se había acercado.

-No te alegres tanto- me limité a mirar hacia los profesores que impartían tareas y lo ignoré a Alex mientras avanzaba hacia los adultos para pedir que me cambiarán de equipo.

-No podemos señorita, ya todos tienen sus compañeros y no ha quedado ninguno sólo- me respondió el profesor de Ciencias y no pude hacer nada más que asentir.

Me dirigí hacia la línea de partida sin intentar ubicar a mi compañero, pero él me encontró fácilmente y se colocó a mi lado.

-En sus marcas, listos, ¡fuera! - sonó una bocina que dio comienzo a la competencia. Avancé despacio mientras el resto de personas corrían excitados. Caminé despacio ya que sabía que no lo iba a encontrar, tenía la racha de nunca conseguir nada.

-Lena- escuché que Alex me llamaba pero no volteé a ver que quería, seguí mirando como mis pies se movían por el terreno desigual- Lena- me llamó otra vez y está vez me tomó del brazo e hizo que girara para verlo- lo lamento, fui un completo imbecil y no fue mi intención. 

-No quiero hablar contigo.

-¿Por qué no? ¿Qué hice?

-¡Por que te odio!

-¿Qué hice para merecer tu odio?

-Porque... tu peleas- dejé escapar con voz ahogada, mi visión se empezó a querer nublar por las lagrimas pero ya tuve suficiente de ellas. Me indignaba que él pelee sin necesidad de hacerlo- peleas y no te das cuenta el daño que puedes causar.

-¿Qué tiene que ver eso contigo? No entiendo.

-Nathan- suspiré y llevé mis manos al cabello, por primera vez decidí contárselo a otra persona, quizás así recapacite sus acciones- murió hace dos años por las peleas. Lo mataron y por eso te odio, porque se que tu tienes una oportunidad de vivir, no como mi hermano. No puedo quererte sabiendo que algún día podré perderte como a él.

Eso ultimo solté sin quererlo, ¿Qué significaba él para mi? ¿Por que imaginarme mi vida sin él atormentándome me resultaba inquietante? Perdida en mis pensamientos me sorprendí cuando sentí una mano en mi mejilla. Alex acarició mi rostro suavemente y levantó mi mentón para que lo mirara a los ojos.

-Nunca me perderás- dijo mirándome fijamente, corrió un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

-Eso no puedes saberlo.

-Lo hago Leni. Me estoy volviendo loco por ti- terminó de pronunciar esas palabras y acercó su rostro al mío. Me sorprendí cuando sus labios tocaron los míos, eran cálidos y se movían suavemente esperando mi aprobación. Estaba tan feliz de tenerlo besándome que me dejé llevar por el momento y coloqué mis manos en su cuello atrayéndolo. El beso se intensificó y él puso sus manos en mi cintura. Fue el mejor primer beso que una mujer podría desear. Cuando me di cuenta de lo que hacía, lo empujé y terminamos el beso.

-Yo... no puedo Alex.

Me alejé de él con el corazón en la mano, me sentía triste por haberlo dejado ahí de pie pero no podía evitar pensar que nunca tendríamos nada, él es rico y yo pobre. Su padre jamás me aceptaría y yo no quería ilusionarme. Que clase de ilusa piensa que alguien como él dejaría a su perfecta y plástica novia barbie para estar con la chica del pantano.

Simplemente volví al punto de partida y esperé a que de a uno vayan llegando. Había ganado un amigo de Scott que reconocí de mi noche de borrachera. Me quedé en el mismo lugar incluso cuando se hizo de noche y anunciaron que en una hora nos iríamos. Me sentía sola, en estos momentos más extrañaba a mi hermano, su compañía cuando estaba triste. Alegrate Leni, no seas bebé, no dejes que nadie te ponga triste.

Esa misma noche volvimos a nuestras casas. Con un dejo de tristeza saludé a mis padres y fui a mi pieza, donde apenas pude dormir pensando en el beso que nos habíamos dado.

I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora