Capítulo 10: No quiero nada de ti.

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-¿Estas mejor? - preguntó Caro preocupada cuando se sentó a mi lado en clases una mañana. Me había tomado dos días libres para reponerme y trabajar. Aún quería estar en mi casa y sufrir en soledad.

-Si.

- No diré nada, lo prometo.

Suspiré resignada a que debía hablar del tema.

-No intento volverme anoréxica.

-Lo sé.

-Es sólo el estrés.

-No me tienes que explicar. Eres mi amiga y yo te voy a apoyar.

-Gracias Caro- dije y para su sorpresa, envolví mis brazos alrededor de ella para demostrarle mi cariño. Realmente valoraba su amistad. En ese preciso instante, alguien pasó junto a mi y dejó algo en mi mesa.

Una manzana y una barra de cereal.

Giré y vi a Alex avanzar hacia su respectiva mesa.

Al principio no entendí el porque pero de igual manera, guardé las cosas en la mochila para devolvérselas más tarde. Supe que estaba queriendo alimentarme y no iba a permitírselo. No quería que sintiera pena por mi y me mirara como un cachorro abandonado. Mi orgullo no me lo permitía.

Para la hora del almuerzo, estaba hambrienta. Y no de una manera buena. Sentía que estaba a un paso del canibalismo.

Rememoré una conversación con mamá:

-Leni, estas muy delgada- puse los ojos en blanco. Había decidido no contarles sobre mi desmayo en el colegio ya que sólo les preocuparía más. Soy bastante madura e independiente para arreglármelas sola pero sentía que la situación ya se me escapaba de las manos.-Por esa razón, te he comprado suplementos vitamínicos.

-Mamá, no debiste gastar en eso.

-Tranquila, hoy he podido trabajar de empleada en una casa y me han pagado.- me comentó alegre- y quise gastarlo en mi pequeña.

-Aun así no debiste- vi que su sonrisa disminuía y agregué para complacerla- de todas maneras, gracias. Lo necesitaba.

-Tienes que tomar una en cada comida.

-Bueno- sonreí a mi figura materna y pensé que no podría ser feliz sin ella.


Estaba sentada en mi habitual mesa con mis amigos cuando percibí un cuerpo que me hacía sombra. Miré hacia arriba y vi a Alex con una bandeja de comida. Se agachó y la colocó frente a mi. Observé asombrada por tanta cantidad de comida, había carne con puré de papas y una banana. Indignada lo miré fijamente sabiendo que se había puesto en plan de darme de comer como si fuera un animal de zoológico.

Odiaba que supiera que era pobre, me sentía en completa desventaja y vulnerable.

-Es para ti.

-No lo quiero.

-Te he comprado para que comas.

Se sentó frente a mi a la espera de que probara bocado. No iba a darle esa satisfacción.

-Alimenta a tu novia.

-Kelly ya tiene comida.

-No me importa. Vete.

Caro y Rick nos miraban extrañados por nuestro intercambio.

-No hasta que comas.

-¡Déjame en paz de una maldita vez!

Me puse de pie abruptamente y sentí las miradas de las personas sobre mí.



Salí enojada del comedor y percibí que él caminaba detrás de mi.

-Espera Lena.

Me detuve para enfrentarlo y dejarle en claro que no quería su ayuda. Dejé que me alcanzara. Me observaba con lástima, sus ojos no abandonaban mi rostro y apreté los puños. Esto era peor a cuando me miraba con odio. 

-Sólo quería ayudar.

-No quiero que sientas lástima por mi, sólo aléjate.- dije en un hilo de voz.

-No es eso, yo...

Lo interrumpí. No quería saber nada de lo que me fuera a decir.

-¿Quién crees que eres? No eres nada para mi. Dame unos días más y te pagaré. Así no tendré que volver a hablar contigo.

Vi en su rostro que lo había herido y por alguna razón desconocida sentí un pinchazo en el estómago.

-No quiero tu dinero.

-Hicimos un trato y yo cumplo mis promesas.

-Pero eso fue cuando...

-Sólo cállate Alex y ve a molestar a otra persona.

Se veía indeciso, no sabía que decir ante mi frialdad.

Abrí la puerta que daba al estacionamiento y me senté en el cordón de la vereda a la espera del colectivo. Si tenía clases o no, no me importó. Sólo quería alejarme lo más antes posible de esta lugar.



-¡Salchichita! - que nombre más absurdo e insulso se me había ocurrido hace un par de años cuando llegó el pulgoso a casa en manos de Nathan. Él había creído que yo necesitaba un amigo y había acertado perfectamente-¡Ven!

Maldito engendro del demonio, si algún día me obedeciera sería un regalo del cielo. Corría por el parque intentando atraparlo pero era veloz y ágil. Juro que me las va a pagar. Iba en busca de cualquier perra para satisfacer sus necesidades y yo roja como un tómate, tenía que disculparme una y otra vez por el descaro de mi mascota ante sus dueños.

-Te tengo desgraciado- exclamé al conseguir capturarlo. No paraba de lamerme y morderme la mano jugando.

-Ya sabía que las perras se llevaban bien- comentó Kelly. Al parecer el destino la colocaba en mi camino repetidas veces para ponerme a prueba.

-¿Qué haces aquí?

-Vine con mi novio a dar un paseo.

Mientras que yo vestía ropa deportiva, un top y una calza oscura, ella parecía recién salida de un desfile.

-Me alegro por ti, ojalá que te coman viva los mosquitos.

-No seas envidiosa, se que lo quieres.

-No podrías estar más equivocada.

-Solo te quería decir que Alex va a organizar una fiesta y me alegra que no haya invitado a alguien como tu.

Sonreí ante su intento de hacerme sentir mal.

-Te equivocas si crees que me molesta.

Oh si, estaba esperando que la travesura que le hicimos con Rick salga a la luz y que llore y grite tanto que se quedara sin voz. La venganza es un plato que se sirve frío.

A lo lejos vi a Alex que estaba acercándose hasta que vio mi mirada. Espero que haya visto odio así no se atrevía a venir. Al parecer funcionaba porque permaneció mirándonos sin saber que hacer hasta que se limitó a quedarse allí.

-¡Ya voy amor! - gritó mientras saludaba con una mano- adiós Maddalena.

Me limité a observarla mientras corría hacia su novio y se arrojaba a sus brazos dándole un beso


I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora