Capítulo 3: Acuerdo

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Parecía que seria un lunes soleado porque cuando miré al horizonte vi que no había vestigios de nubes aproximándose. Una vez arreglada y acicalada, me dirigí hacia la parada.

Esta vez las cuadras que me separaban de mi objetivo parecían eternas. A tal punto que al mirar detenidamente el reloj supe que se me hacía tarde y realicé una corrida frenética para no perder el autobús.

Cuando llegué al destino, el transporte recién había llegado y me permití colocar mis manos sobre mis rodillas en un intento por recuperar mi aliento. Todo esto había sido culpa de Alex, si no me hubiera quedado hasta altas horas de la noche despierta pensado en lo que le diría cuando me lo encontrara, hubiera podido escuchar el despertador. Los quince minutos de viaje al instituto pasaron ferozmente. Descendí uno a uno los escalones y emprendí la marcha para cruzar el abarrotado estacionamiento.

En el trayecto visualicé a lo lejos a Alex, quien se encontraba apoyado sobre la puerta de un auto con los brazos cruzados. Hizo una seña con el mentón hacia la cancha y se dirigió allí sin esperar a que lo siguiera. Suspiré y lo seguí. 

Cuando lo alcancé estaba debajo de las gradas apoyando su espalda contra una viga .Movía su pierna izquierda como señal de impaciencia. Su mirada era fría y distante y podía ver las bolsas debajo de sus ojos.

-¿Qué has decidido?-preguntó Alex de manera tajante. Podía sentir la incomodidad flotar por el aire.

-Después de tantas horas pensando, huesitos. Lo he decidido.- contesté mientras él volvía a cruzar brazos a la espera de mi respuesta- tú vas a hacer todo lo que yo diga, y sin negarte.- contesté sonriendo de oreja a oreja por haber conseguido la solución al problema. Digamos que era algo muy infantil al estilo del juego ¨Simón dice¨pero ¿Que otra cosa podría haberle pedido? ¿Dinero? ¿Un auto? Por mas que quisiera eso, seria caer bajo. Él al principio me miró mitad sorprendido, mitad en burla pero luego fue remplazado por un semblante serio. 

-¿Qué quieres decir con eso?-preguntó con desconfianza imaginándose la cantidad de cosas que podría pedirle que haga.

-Tú serás algo así como mi siervo.

-No.

-No estás en posición de negarte. Has dicho que pida lo que quiera y esa es mi respuesta.

-¿Durante cuánto tiempo?- dejó escapar en un suspiro exagerado. La comprensión llegó a sus ojos y se dio cuenta que no podía negarse, estaba entre la espada y la pared. No me conocía lo suficiente como para saber si era capaz de divulgar la información que tenia entre mis manos, por mas que no le gustara el está bajo mi poder. Que gracioso decir eso, jamas había estado en una posición como esta.

-Un año.

Alex rio.

-¿Acaso estás loca? Una semana.

Ni soñar que cedería.

-Que sea un mes.-respondí finalmente, tampoco es que quisiera tenerlo tanto tiempo cerca, solo me traería problemas asociarme a alguien como él. El me miró vacilante y  supo que yo era un hueso duro de roer. Me tendió la mano para finalizar el pacto. La estreché y pude sentir sus duras y ásperas manos producto del agresivo deporte que practicaba o por las peleas clandestinas, no estaba segura de cuál era el motivo.

-Es un trato- aceptó y soltó mi mano como si le diera asco y se alejó lo mas rápido de mi como si yo tuviera alguna enfermedad muy contagiosa.



Me senté en mi banco ya oficial en la clase de matemática y no pude evitar esbozar una sonrisa cuando entró mi siervo al aula y se dirigió hacia su respectivo banco sin fijarse en mí. Durante toda la clase sentí sus ojos observando mi espalda detenidamente. Un poco mas de tiempo así y se formaría un hueco en mi nuca. Debería voltearme y pedirle que deje de mirarme tanto o ... ¿Que podría pedirle ahora a mi siervo?

I HATE YOU TOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora