Es terriblemente fácil entrar en un avión con un bote lleno de cucarachas. No es algo de lo que me sienta orgullosa pero el resultado valdrá la pena.
- Buenas noches.
Una señora me sonríe al sentarse a mi lado. Los asientos son tan estrechos que no puedo imaginarme cómo podrá pasar tantas horas en ese mismo lugar, sobre todo teniendo en cuenta que sufre de obesidad.
- Buenas noches.- respondo, abrochándome la chaqueta.
Los pasajeros no parecen para nada cansados. Son casi las dos de la madrugada y cada familia que se encuentra sentada alrededor de mi asiento de avión, se ríen, comentan y hasta cantan.
No soy para nada fan de los aviones. De hecho, si no fuera porque no me queda más remedio, estaría viajando en coche, moto, tren, barco o cualquier otro medio de transporte que no se mantenga en al aire.
El avión es tan grande que marea. Hay tanta gente aquí metida que ni con los tapones puestos podría dormir. Me duele la cabeza debido a los nervios por estar sobre el aire en menos de cinco minutos y podría perfectamente vomitar si alguien me moviese de manera repentina.
- ¿Te importa?
Levanto la vista de la mochila que tengo tirada en el piso. Una señora idéntica a la que está sentada a mi derecha, pegada a la ventana, pero mucho más delgada, me da una patada a modo de llamar mi atención. Tiene una maleta sujeta contra su pecho y cuando me levanto para dejarla pasar, me golpea el hombro.
Abro la boca para quejarme pero me doy cuenta de que no valdría la pena discutir con ella en estos momentos.
- ¡Señores pasajeros, abróchense los cinturones!
Me preparo para lo que decidí horas antes de llegar al aeropuerto.
Las gemelos de mi derecha comienzan a criticar a la azafata, la cual, en mi opinión, no tiene pinta de ser mala persona. Se abrochan los cinturones de mala gana y siguen criticando en voz alta a la mujer que revisa uno a uno los asientos ocupados.
- Está operada.
- ¿Tú crees? Yo pienso que tiene relleno falso.
Abro la mochila y saco con un movimiento rápido el bote de cristal.
- Y ese culo... Está claro que es falso.
- Yo pienso que está operada de arriba a abajo.
Asienten las dos y comienzan a reírse de manera simultánea, llamando la atención de todos.
La azafata está a menos de dos filas de nuestros asientos. Tomo aire antes de abrir el bote y dejar caer en contenido. En menos de cinco segundos veo las cucarachas correr por nuestros pies.
- ¡Qué asco!- grito, poniéndome de un salto sobre el asiento.
Las dos gemelas tardan en reaccionar pero, al ver una de las cucarachas trepar el asiento, gritan de horror.
Como tenía planeado, toda la atención del avión se posa en nosotras tres. Las gemelas, aparentemente más afectadas, comienzan a dar manotazos en todos lados, lanzando una de las cucarachas al aire.
- ¿Qué ocurre?- la azafata llegó corriendo, con el rostro blanco.
Señalo las cucarachas de los alrededores y finjo estar a punto de vomitar. La azafata llama a gritos a un compañero y pronto tengo a un azafato de rostro bastante atractivo guiándome por el avión. Todo aquel que nota mi presencia me mira, observando mi mochila con una cucaracha colgando. Una niña pequeña se ríe de las señoras gemelas de atrás, las cuales están siendo atendidas por estar a punto de sufrir un ataque de pánico.
- ¿Te encuentras mejor?
Niego y dejo que me siga guiando.
Cinco minutos después me encuentro en el baño del avión, con dos azafatas en la puerta, asegurándose de que esté bien.
Guardo la cucaracha que resistió en el bote y la escondo bajo un abrigo, asegurándome de que no le pase nada. Mojo mi cara como si acabase de sufrir un golpe de calor y salgo al pasillo.
- ¿Mejor?
- Eso creo.
Estoy sorprendida por mi fantástica actuación. Realmente no esperaba que me saliese tan bien.
El avión se zarandea y las azafatas miran asustada al pasillo. Estamos despegando.
- ¡Tenemos que sentarnos!- grita una de ellas, corriendo hacia un asiento libre.
La otra, mucho más seria, me coge de la muñeca y corre conmigo en busca de dos asientos libres. Mi sitio, junto a las gemelas, está manchado de vomito.
Horas antes mi madre me contó qué hacer. Aseguró que unas cucarachas eran perfectas para desatar el terror en el asiento y me aconsejó que pusiera mala cara para poder perder tiempo en el baño. Como ella había previsto, la azafata corre conmigo hacia la parte delantera, donde los más cómodos pasaban el roto.
- Coge un sitio y quédate quieta.
Asiento y me dejo caer en el primer asiento libre que encuentro. La azafata me sonríe y vuelve a la zona turística, donde están sus asientos. Volvemos a zarandearnos y, en un pestañeo, siento cómo nos levantamos del suelo. Busco con nerviosismo el cinturón y me abrocho, cerrando los ojos y respirando hondo.
Lo único en lo que ahora mismo puedo pensar es que mi madre tenía razón esta tarde, cuando me aseguró que valdría la pena montar un jaleo en el avión si luego conseguía un asiento libre en la zona privilegiada.
Busco el apoya-brazos con los ojos cerrados, respiro hondo, cuento hasta quince y abro los ojos cuando siento que estamos estables.
- ¿Te importa?- me dicen a mi izquierda.
Un chico me mira con mala cara, cansado y con ojeras. Señala mi mano y es ahí cuando me doy cuenta de dos cosas:
1. Le estoy agarrando el brazo por error.
2. Es Calum Hood.
Bien. Primer capítulo y crucial.
Si no gusta, decid.
Si gusta, decid.
Este es el capítulo dudoso, el que puede hacerme continuar o no.
Quiero saber vuestra opinión o quejas o sugerencias.
Sed libres a la hora de comentar.
Pasaos por mis otras novelas, gracias por leerme y seguidme si no lo haces.
Aleave.
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Whatever
FanfictionAmanda tiene el corazón roto por su ex. Calum ha sido traicionado por su ex. Los dos odian el amor. Se niegan a volver a caer en las garras de Cupido.... ¿No?