32. Tengo que irme ya

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Hace cuatro meses

Recuerdo la primera vez que besé a este chico. Era un día de invierno, llevaba la ropa más fea de mi armario y me sentía enferma. De hecho, tuve fiebre los siguiente cinco días. La gripe que tenía encima no paró a Álvaro, para mi fortuna. Recuerdo sus labios, sus manos en mi mejilla, su sonrisa en mi cara. 

Levanto la cabeza de su pecho y beso su barbilla.

- Me acabas de despertar.- murmura, estrechándome en sus brazos.

- Lo siento.

- No pasa nada.

Sonrío y escondo mi rostro en su cuello.

En situaciones como estas, cuando ambos estamos en silencio, siento que soy invencible. No importa la pelea que he tenido con mi madre hace dos días, ni el suspenso de ayer, ni el examen importante de mañana. Ahora mismo solo puedo pensar en él, en su forma de respirar, en su forma de quedarse dormido a mi lado, en su cuerpo.

- Oye, Álvaro.

- Dime.

- ¿Por qué no te asustaste al conocer que me gustabas tanto en el instituto?

- La verdad es que me asusté cuando me enteré que estabas coladita por mí.- sonríe.- Pero cuando vi que eras orgullosa y que no me dejabas nada claro, sentí mucho más interés. Los chicos somos así, en su mayoría, si la chica besa enseguida perdemos interés. Pero, si la chica se hace la dura, nos llama más la atención. Nunca tendríamos una relación seria con alguien que se lanza tan pronto, ¿sabes?

- ¿Eso significa que estaremos juntos siempre?

- Siempre, prometido.

Y, no se por qué, pero lo creo.


Actualidad

Siento su mano en mi muslo y el cuerpo se llena de adrenalina.

- Lo siento.- murmura sobre mis labios.- Seguro que mi aliento sabe a pizza.

Sonrío y me encojo de hombros.

- Me gusta la pizza.

- Genial.

No sé si es la emoción del momento, lo bien que besa, lo acelerada que van mis manos sobre su pecho o las inmensas ganas que tengo de besarlo durante horas seguidas. Sea como sea, dejo que me empuje. En cuestión de minutos me encuentro sin camisa, tumbada en el sofá, con un chico demasiado sexy acostado encima mía.

Su boca busca la mía con tanta intensidad que me sorprende que no se le hayan caído los labios aún. Besa cada centímetro de mis labios, toca cada centímetro de mi estómago, subiendo lentamente hasta mi sujetador.

Me gusta como besa.

Me encanta.

Inconscientemente recuerdo mi primer beso con Álvaro. Sin poder evitarlo, me bloqueo. Me agobio. Paro de besarlo. Lo aparto y comienzo a buscar mi blusa con ganas de echarme a llorar.

- ¿Ama?

- Lo siento, tengo que irme.

Calum se levanta nervioso y respira hondo, tomando aire. Está sudando y parece que acaba de correr la maratón del siglo. Traga saliva y me mira asustado, casi decepcionado.

- Lo siento, a lo mejor fui muy rápido.

- No, solo tengo que irme.

Juega con sus manos y mira a otro lado.

Tengo una presión en el pecho que me está impidiendo tomar aire. Busco mi bolso y me dirijo a la puerta. Mi cabeza va a mil por horas y casi no percibo su despedida. Me limito a asentir y salir de ahí.

No pienso cuando salgo de su terreno, no pienso cuando me meto en el coche y empiezo llorar, no pienso en el resto de la hora.

Lo único que sé es que he metido la pata hasta el fondo.

Siempre me lo han dicho.

Álvaro me lo dijo en su momento, pero he estado demasiado ocupada ignorando sus recuerdos. Esta vez, sin embargo, debería haber recordado lo que él me dijo a cerca de los chicos, de los primeros besos y del futuro amoroso.

Entro a la residencia con los ojos rojos por haber estado llorando hasta las tantas de la madrugada en el coche. Ignoro a un grupo de chicas que están chillando en el salón y me encierro en mi habitación con ganas de dormirme y despertarme en mi casa de siempre, con mi vida de antes y mi felicidad completa.

Apago el móvil, me doy una ducha y llamo a mi madre.

Responde al segundo.

- Mamá.

- Oh, demonios, suenas deprimida.

- Mamá, creo que he metido la pata.

- ¿Has matado a alguien?

- No.

- ¿Has hecho algo ilegal? ¿O has dañado a alguien?

- No, claro que no.

Me escurro en mi cama y me acurruco, cerrando los ojos para concentrarme únicamente en el sonido de su voz.

- Entonces, cariño, no has metido la pata.

- Creo que sí, me he liado con un chico que me gusta y no llevamos prácticamente nada hablando. Me gusta pero no sé nada de él. Es una mierda porque me he cargado lo que pensé que sería un futuro novio, pero ahora solo me recordará como la chica con la que se enrolló. No sabe nada de mi, solo que sé besar.

Suelto el aire al terminar de hablar y me echo a llorar.

- ¿Qué tiene eso de malo?

- Mamá, tú misma me dijiste que si a un chico le dejas las cosas fáciles se irá. Álvaro también me lo dijo una vez, dijo que por eso le gustaba tanto, porque nunca le dejé las cosas fáciles.

- Amanda...

- No, mamá, me he convertido en una más, seguro que se ha enrollado con otras chicas en ese mismo sofá. Seguro que me olvida. Madre mía, encima es famoso, he metido el doble la pata.

Ella suspira y comienza a cantar una nana.

Es la única forma de calmarme. Ella solía cantármela cuando entraba en pánico en épocas de estrés y, aunque ya sea mayor, se lo agradezco con toda mi alma.

Calum Hood me recordará como la chica con la que se enrolló dos segundos después de haberle dicho que le gustaba. Le puse las cosas en bandeja.




¡Hola! Creo que, teniendo en cuenta que le han roto el corazón hace nada, es normal que Amanda haya entrado en pánico, ¿no? ¿Tú que opinas?

Siento el tiempito sin capítulo, pero es que he estado liada y no quería subir algo feo. 

¿Qué tal os ha ido todo?

Cuidaos mucho,

Aleave

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