30. Claro, boba

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Me encierro en el servicio, como si alguien pudiese oírme, y llamo al número del trozo de papel. A los tres segundos, él contesta:

- ¿Si?

Me siento sobre la tapa del váter y sonrío, nerviosa.

- Hola.

- ¿Amanda?

- Sí

Me emociono al saber que ha reconocido mi voz. Sin darme cuenta, agarro un mechón de pelo y juego con él, mirándome los pies descalzos.

- Encontré este número en el papel que me diste.

- Ah, sí, es que es mi número personal, el otro no lo uso tanto tiempo seguido.- contesta.- Pensé que no llamarías nunca.

- Es que como no me llamabas tú, pensé que no querías que te llamara yo.- confieso.

- Claro que no, Ama. Estaba deseando que me llamases. 

No puedo dejar de sonreír.

Me siento tonta.

Quiero dejar de sonreír, esto no es buena señal.

- ¿En serio?

- Claro, boba.

Me llevo la mano libre a mi estómago, ahí donde acabo de sentir muchísimas mariposas golpearme. Sin quererlo, dejo de sonreír y frunzo el ceño, tensa. No es normal que me haya removido tanto un simple apodo. Ni siquiera es una podo cariñoso, podría considerarse un insulto.

- ¿Qué haces esta noche?- pregunta.

Vuelvo a ponerme nerviosa.

- Ya es de noche.

- Bueno, pues, ¿qué haces en una hora?

- Nada.

Aprieto mis labios, respirando hondo. 

No puedo permitirme estas sensaciones tan bonitas, no puedo. Sé cómo acaba esto, no necesito volver a sufrir.

- ¿Quieres venir a mi casa?

Dentro de mí, mi niña pequeña grita y comienza a saltar sobre mi cerebro, dando gracias al cielo por esta cita tan improvisada. 

Me muero de ganas de ir a su casa.

- Bueno, no suena mal.- me hago la interesante.- ¿En tu casa?

- Claro. Nos vemos.

Cuelgo y chillo en el baño, riendo.

No puedo permitir que estos sentimientos que están en mi estómago sigan creciendo. Sin embargo, no se me ocurre mejor manera de pasar esta noche que con él.

Salgo del servicio y me desvisto en cuestión de segundos, busco la blusa nueva que compré ayer y me miro en el espejo. Me queda genial. 

Espero que él me vea tan guapa como yo me veo.

No.

Para.

No pienses eso.

No pasa nada si él te ve fea, no lo quieres en tu vida de esa forma, solo como amigo.

Solo un amigo.

Justo cuando termino de prepararme, suena mi teléfono móvil. Es un número desconocido, pero estoy tan emocionada con esta noche que no dudo en responder.

- ¿Amanda?

Al momento, me paralizo.

- ¿Eres tú? He cambiado de número y perdí tu contacto. 

Es Álvaro.

- ¿Amanda?

- ¿Qué quieres?

- ¿Estás saliendo con ese estúpido cantante?

Se me enerva la sangre.

Recojo mi bolso y tardo unos segundos en calmarme.

- ¿Amanda?

- Sí, estoy saliendo con él.- respondo, seria.- Si te importa, estoy ocupada, no vuelvas a llamarme.

Cuelgo antes de oír su respuesta.

Guardo el teléfono móvil en mi bolso y me detengo unos segundos a ver mi reflejo en el espejo. He cambiado. No sé cómo, pero he cambiado. Siempre pensé que me moriría de alegría al recibir su llamada. Estaba convencida de que algún día llamaría porque me echaría de menos. Sin embargo, eso no ha ocurrido. Me ha llamado por celos o cotilleos o simple curiosidad, no porque me quiera de nuevo en su vida.

Y, lo mejor, no estoy feliz de haber recibido su llamada.

Estoy feliz por tener una "cita" esta noche con Calum.

Salgo de mi habitación con una sonrisa en mi cara.

- Vete al carajo, Álvaro.- murmuro.- Ya no me importas.




¡Hola! Es un pequeño capítulo, pero tenía ganas de escribirlo. 

Espero que os guste.

Sed felices.

Cuidaos mucho,

Aleave

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