Tengo las uñas tan pequeñas que cuando me llevo el dedo a la boca no puedo morderlas.
Nunca había estado tan incómoda.
Madre mía, qué incomodidad.
- ¿Quieres beber algo?
Sonríes y niegas.
- No voy a meterte droga en la bebida.- se ríe.
En el fondo me asusto porque es justo lo que estaba pensando.
Vuelvo a sonreír y jugueteo con mis manos.
La casa es tan grande que me da vergüenza en que pueda ver la habitación en donde vivo. Mi cuarto de la residencia es incluso más pequeña que su habitación de los zapatos. Además, todos los rincones de esta mansión huelen a limpieza. Yo, por mi parte, tardo semanas en coger las ganas para limpiar el suelo.
Hay un gran cuadro con figuras de colores en la pared de enfrente. El sofá, tan cómodo que podría usarlo de cama, huele a lejía. La alfombra de debajo de mis zapatos está tan impoluta que me siento culpable de pisarla.
- ¿Eres un maníaco de la limpieza?- pregunto.
Calum se echa a reír y se sienta en el sofá con una copa en su mano.
- Lo es mi asistente. Ya sabes, pago y me limpian.
- Ah, vale, tiene más sentido.
De nuevo, silencio.
En mi mente, estoy debatiendo todas las probabilidades que tengo de recibir una llamada y fingir que tengo que marcharme urgentemente a mi residencia. Es una pena no tener el contacto de Xing, porque podría sacarme de esta situación sin problema. Mi madre, por su parte, estará tan contenta de saber que estoy con un chico que no me llamará ni mandará mensajes hasta que se asegure de que no esté con él.
¿Puedo llamarme a mí misma?
Menuda bobería estoy pensando.
- ¡Joder, habla, me estás mantando de incomodida!- grita Calum a mi lado, poniéndose de pie y saltando.
- Eh.
- Ah.
- Ay, Calum.
- Ay, Amanda.
Con una sonrisa, aparto la vista de su cara y me echo a reír.
- Es que es raro.- susurro.- Nunca he estado en casa de chicos.
- ¿Cómo que no?
- Es decir, sí, pero solo en la de un chico.
Con un asentimiento, entiende lo que quiero decir y deja la copa sobre la mesa.
- ¿Me dejas hacerte un tour?
- Encantada.
No tengo ganas de caminar. Ni siquiera tengo fuerzas para subir todas las escaleras que veo por todos lados, pero la idea de permanecer más tiempo en silencio en ese salón no me gusta.
Calum comienza a explicarme cada detalle del salón, parándose diez minutos en la alfombra, explicándome lo duro que fue conseguirla a medida y traerla desde España.
- En el chico hay una muy parecida.- comenta.- Es mil veces más barata.
- Amanda, por favor, no compro en tiendas de chinos.
- Perdóname, millonario.
Durante la hora siguiente, el ambiente se calma muchísimo más. La primera planta está repleta de pequeños espacios íntimos donde leer, escribir, cantar o pensar. Todo está decorado de un modo precioso, haciéndome pensar que también es culpa de su asistenta.
Entre comentarios, explicaciones y alguna carcajada, llegamos a su habitación.
- ¡Es gigante!
Se ríe y me deja pasar, cerrando la puerta.
La habitación es tan grande como la casa de mi madre. Hay un gran escritorio perfectamente ordenado, varios fotografías colgadas en la pared de color gris, una cama gigante en el centro de la habitación y muchísimos libros en las estanterías.
- ¿No te sientes un poco solo en esta habitación tan grande?- pregunto.
- Un poco, en realidad.
Lo entiendo.
Con una sonrisa, abre una puerta y me enseña su baño personal. Hay un jacuzzi y cuatro lavamanos.
- Madre mía, esta casa te tuvo que haber costado un pastón.
- La verdad que sí. Pero, no sé, es raro vivir aquí yo solo.
- ¿Por qué?
Volvemos a su habitación y él se sienta sobre su cama, mirándome desde ahí. Yo me limito a observar todas las fotografías de la pared.
- Antes vivía siempre con gente.- explica.- Si no venía un amigo, venía mi hermana o mi madre o un familiar. Y si no venían ellos, venía mi ex.
- Oh, ¿tienes un ex?
Asiente y, por la expresión de después, creo que no le gusta mucho el recuerdo.
- Pero es mejor así, ¿sabes? No quiero personas mentirosas en mi vida, eso es todo.
- No te preocupes, Calum.- sonrío, acercándome y poniendo mi mano sobre su hombro.- Eres un chico increíble, encontrarás una chica maravillosa algún día.
Su sonrisa es tan bonita y sincera.
Le brillan los ojos al escucharme, como si nadie se lo hubiese recordado desde hace siglos.
- Tú tambien, Amanda.
A veces, solo a veces, es positivo que te recuerden que encontrarás a otra persona, que no pasa por tener el corazón roto.
- ¡Bueno, qué demonios, un abrazo!- se echa a reír, levantándose y estrujándome entre sus brazos.- Sé de primera mano lo que duele que te pongan los cuernos y que mientan sobre ti para dejarte en mal lugar.
- ¿Tu ex te lo hizo?
- Sí, fue una época fea.
Aún en sus brazos, cierro los ojos y apoyo mi cabeza en su pecho.
Huele genial.
No es un olor que me recuerde a nadie. Y eso es genial.
Es su olor, el de Calum Hodd, mi nuevo buen amigo.
- No te preocupes, Amanda.- susurra, estrechándome aún más, dejándome casi sin aire.- Te protegeré. No dejaré que se metan contigo esa chica y tu ex.
Voy a darle las gracias y decirle que me cae genial.
Me encuentro muy contenta en sus brazos, casi en paz. Hacía mucho tiempo que no me abrazaban y me sentía tan bien.
Es increíble.
Levanto la cabeza para sonreírle y darle las gracias. Sin embargo, antes de poder decirlo, Calum se agacha y me da un beso en la frente.
Un beso en la frente.
En la frente.
Dios mío, es la zona más bonita para darme un beso.
¿Por qué nadie me había dado un beso ahí antes?
Hola. ¿Cómo estáis? ¿Os va gustando la novela? Tengo muchas ideas para esta fanfic, espero que sigáis ahí conmigo para leer todo lo que viene ahora.
11 votitos y subo el siguiente capítulo.
Comentad, votad y seguidme (Si queréis, claro)
Cuidaos.
Con mucho cariño,
Aleave
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Whatever
FanfictionAmanda tiene el corazón roto por su ex. Calum ha sido traicionado por su ex. Los dos odian el amor. Se niegan a volver a caer en las garras de Cupido.... ¿No?