Capítulo 1

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Regreso a Konoha

Es impresionante ver cómo los lazos se rompen en cuestión de minutos. Aquellas familias que todos los días se recordaban lo mucho que se amaban, jamás pudieron volver a hacerlo, quedó como un recuerdo más en el ambiente. Desde aquella fatídica noche en que el clan fue masacrado, nada volvió a ser lo mismo; todo fue tan rápido y silencioso, que nadie en la aldea se enteraba de lo que sucedía en el barrio Uchiha, solo aquellos que estaban detrás de tan miserable misión. 

Solamente lograron salir casi ilesos dos niños, de más o menos seis años de edad. Uno fue llevado al hospital en estado de inconsciencia, mientras que la otra decidió ocultarse por tan solo dos días en el barrio Uchiha. Sentía rabia, impotencia y un gran dolor instalados en su pecho, estaba sola; su madre ya no la abrazaba ni le daba palabras de consuelo, su padre tampoco le brindaba aquella sonrisa que la reconfortaba, y ni hablar del vacío que sentía por su hermano. Su inocencia desaparecía con el pasar de las horas, su familia fue asesinada delante de sus ojos en un acto de total injusticia, y eso solo la hacía sentir con un mal deseo de venganza. Recordar a su madre gritarle que huyera, le apuñalaba su corazón. Ni siquiera había podido ver a su hermano, él había muerto días antes, y se había rumoreado un culpable.

Todos esos sentimientos mezclados, la llevaron a huir de la aldea. No quería estar en un lugar tan grande donde no tenía amigos, ni siquiera un lugar al cual volver y ser recibida con amor. Se planteó por un momento buscar a aquel hombre que le arrebató todo lo que amaba, pero siendo solo una niña, jamás sería rival para él. Así que simplemente huyó a cualquier lugar, en esos momentos, todo sería mejor que estar allí.

Fue seis años después que decidió volver a pisar la aldea, no le había visto mayores cambios, al menos con lo poco que lograba recordar. Los guardias no estaban muy convencidos de que ella es una Uchiha, ni siquiera por el símbolo plasmado en su blusa, así que uno de ellos la acompañó a la torre del Hokage, aquel edificio que cualquiera podría distinguirlo desde cualquier tejado de la aldea. En su caminar, escuchaba los rumores de los aldeanos, otra cualidad que no había cambiado, todos hablando a espaldas de otros.

El guardia que la acompañaba le abrió la puerta luego de que el permiso de entrar fue concedido. El Hokage, con solo mirarla, supo de inmediato quien estaba delante de sus ojos. Solo bastó una señal con la mano para que el otro hombre se retirara y los dejara solos. 

—Así que por fin decidiste regresar. —dejando sus papeles de lado, se centró en cualquier explicación que la Uchiha pudiese darle. Recordaba a la perfección haber mandado a más de un ninja en su búsqueda, pero la muchacha fue escurridiza todo el tiempo necesario, hasta que desistieron.

—Ya no tenía nada más por hacer afuera, y supuse que aún podría ser bienvenida en la aldea.

—Si puedes adaptarte, no le vería ningún problema. Eso, teniendo en cuenta que no hiciste nada más que huir. Debo admitir que por un momento temí que tu deseo de venganza te llevara a hacer alguna locura, considerando que eras una niña. 

—Lo único que quería era mejorar mis habilidades, no tenía ninguna otra intención en mente, y sigo sin tenerla. —juntó sus manos detrás de su cuerpo, había pensado qué decirle al Hokage durante todo su camino a la aldea. Al menos parecía que estaba saliendo bien. —Por mi cuenta no puedo aprender nada más, por eso decidí volver.

—En ese caso, puedes volver a instalarte sin ningún inconveniente. El barrio Uchiha no será una opción, así que vivirás en un departamento.

—Gracias. —inclinó un poco su cabeza.

—Y aún estás a tiempo para incorporarte a la academia, así que empezarás a asistir mañana..

—De acuerdo.

Sin nada más que decir, dio media vuelta y salió de la oficina. Quizá darle un recorrido a la aldea sería buena idea, todo con tal de no andar perdida, y tampoco tendría la necesidad de pedirle ayuda a alguien.

Trataba de memorizar las tiendas que en algún momento podría llegar a necesitar, apenas lo esencial. Algunas personas empezaban por ignorarla, aunque en parte no los culpaba, no podía esperar que alguien la recordara. Todos debían de pensar que los Uchiha murieron en su totalidad. El tiempo que estuvo en soledad, la ayudó a tener mejor control de sus emociones, y jamás volver a mostrarse débil ante cualquier persona, y eso le implicaba ignorar a aquellos que le hacían lo mismo.

Más caída la noche, sí tuvo que pedir un poco de orientación para llegar a su departamento. Las pocas cosas que andaba en la pequeña mochila que cargaba en su espalda las acomodó en pocos minutos, aún se veía vacío el departamento. Solo bastó ponerse la pijama y cobijarse en las sábanas para conseguir dormirse.

A la mañana siguiente, despertó temprano por costumbre, nunca le había necesario usar despertador. Arreglarse no le tomaba mucho tiempo, apenas el necesario. Su ropa ninja, cabello suelto hasta la mitad de la espalda y quizá alguna cosa para comer en el camino. Recordaba bien el camino hacia la academia, claro, ella asistía antes de escapar. Todos pasaban de ella, estaban más concentrados en hablar de cualquier otra cosa, a su parecer, no muy importante. 

Caminaba por los pasillos, recriminándose por ni siquiera haber consultado su salón, el Hokage bien pudo haberla cambiado de salón. O tal vez no. A lo que su mente le permitía recordar, se paró frente a la puerta que la recibía cada día hace seis años. Iba a tocar, pero la voz de un hombre la interrumpió.

—Eres Naoko, ¿no? —volteó a mirarlo, jamás borraría de su mente aquella cicatriz sobre la nariz de quien una vez fue su sensei.

—Iruka-sensei. —le saludó con una pequeña sonrisa. El mayor también la reconoció, devolviendo el gesto.

—Es bueno volver a verte. Justo venía a empezar la clase, llegas a tiempo.

El sensei se encargó de abrir la puerta, Naoko lo seguía unos pasos atrás. Unos pocos alumnos se percataron de ellos dos, y rápidamente se fijaron en ella. Le incomodaba un poco la situación, pero su rostro se seguía mostrando inmutable.

—Buenos días a todos. Ella será su nueva compañera, preséntate.

—Me llamo Naoko Uchiha. —no dice nada más, en realidad porque no sabía qué más podría decir como presentación. Al menos su nombre sería un buen comienzo, bueno, el único que tenía.

—Siéntate donde gustes.

Mira con rapidez los espacios disponibles, no habían muchas opciones, así que tendría que hacerse espacio en cualquier lugar. Optó por los del fondo, lograría quitarse una cuantas miradas de encima. Solo se escuchaban sus pisadas, trataba de no hacer contacto con nadie, pero sentía una mirada que la acuchillaba sin piedad. De las tres filas ya ocupadas, eligió la del centro, el último asiento junto a otras tres personas. Miró las espaldas de sus compañeros, viendo los clanes que estaban en ese salón. Su mente quedo en shock al ver otro con el mismo símbolo que ella. Otro Uchiha.

Estaba distraída, jamás pensó que alguien más había sobrevivido. Creía que ella había sido la única, no podía asimilar la situación del todo. Tenía muchas dudas en su cabeza, solo ansiaba que llegara el tiempo libre. 

Más de uno llamó su atención, aquel niño de cabello rubio era lo suficientemente escandaloso como para no ignorarlo, era inevitable. O la niña pelirosa que solo se pasaba regañándolo. Incluso estaban sus compañeros de al lado; uno parecía estar dormido, otro pasaba comiendo, y de la rubia no había mucho para decir.

El tiempo de almuerzo llegó. Varios salieron del salón, solo unos pocos de quedaron en sus asientos. Notó como la pelirosa quiso acercarse al chico que aparentemente es de su mismo clan, pero este solo la ignoró y empezó a caminar en su dirección. Mantuvo su mirada en alto, ambos haciendo un frío contacto visual. 

Se levantó de su asiento, los dos tenían la misma idea en mente. Fue inevitable que hablaran al mismo tiempo.

—Tenemos que hablar. —tres cortas palabras al mismo tiempo. No dijeron nada más, se limitaron a salir del salón en absoluto silencio.

Sintió otra mirada sobre sí misma, pero ahora tenía otras cosas en las cuales pensar, y eran mucho más importantes. Siguió al otro chico uno pasos atrás, esquivando a las personas que caminaban por el pasillo. Su corazón latía con velocidad, se estuvo preparando para enfrentar el rechazo en la aldea, pero jamás pasó por su mente topar con otro Uchiha.

Mi Alma Gemela (Sasuke Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora