Capítulo 22

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Guerra

Todos los meses que habían transcurrido fueron bastante fructíferos para la reconstrucción de Konoha, no pudieron hacer nada más que levantar los edificios sobre el cráter, pero aún así, estaban alegres de ver cómo su amaba villa volvía a tomar el brillo de siempre con cada día que pasaba.

Aún así, no paraban de acontecer sucesos que los ponían nerviosos. 

Primero, Danzo nunca regresó de la Cumbre con los otros cuatro Kages restantes, los rumores que llegaron a ellos dictaban que un Akatsuki había luchado contra él a muerte en el Puente Samurai. Por un lado se sentían aliviados, pero por otro sentían una amenaza sobre Konoha. Sabían que los pocos miembros que quedaban de esa organización aún estaban interesados en el Bijuu de Naruto, y estaba claro que no descansarían hasta obtenerlo. Segundo, el Uzumaki salió de la aldea para reunirse con el Jinchuriki del Ocho Colas, al parecer, este podría ayudarlo a controlar el chakra de Kyubi. Tercero, y más grave, una fuerte alerta de guerra había azotado a las cinco grandes naciones. Detrás de esto, estaba el enmascarado.

Las grandes naciones optaron por formar una alianza, si no se unían, todos corrían el mismo peligro. Repartieron a los ninjas en varios sectores, para así mantener el equilibrio tanto en habilidades elementales y físicas, como en número de ninjas. Los principales enemigos se trataban de un montón de clones de un Akatsuki principal, de nombre Zetsu, estos parecían multiplicarse cada vez más. Al Naruto estar fuera del campo de batalla, sabían que estaba a salvo, ya que la guerra era para terminar de obtener los Bijuu que aún faltaban y así, completar una técnica sumamente poderosa, de la cual, no querían enterarse. 

No tenían tregua, y todo se complicaba cuando los enemigos vencidos en algún momento, revivían por el Edo Tensei. No tenían idea de la ubicación de la persona que estaba llevando a cabo dicha técnica, y con eso como desventaja, tenían que sellar los cuerpos para vencerlos de una vez por todas. Los Uchiha tomaban ventaja de su habilidad ocular, aunque eso significaba agotarse más rápido, pero solo así podían brindar ventaja al sector que les correspondía.

Las horas transcurrían sin descanso, a cada minuto caía un aliado, pero también algún enemigo. Su lucha se extendió a más de 24 horas sin parar, podían sentir cómo sus cuerpos pasaban la factura del sobre esfuerzo que estaban haciendo. En esa ocasión, no había shinobi que mirara a la Uchiha con desconfianza, todos olvidaron sus diferencias por un bien mutuo.

Uno de los enemigos revividos por el Edo Tensei era Madara, de todos con los que habían batallado hasta el momento, él era uno de los más poderosos. Tanto así, que los kages de cada país fueron a un lugar aparte para enfrentarse.

Naoko había preparado una bola de fuego, logrando así derribar varios zetsus blancos a su paso. Antes de que uno lograra atacarla, Naruto apareció frente a ella impactando al zetsu, y a la vez el suelo, con un Rasengan.

—¿Qué haces aquí? —se sentía aliviada de tener al rubio en la batalla, pero eso también lo ponía en bandeja de plata para el enemigo.

—No voy a dejarlos solos en esto. —sonrió con tranquilidad. —Por cierto, así te ves bien.

Se alejó de ella para brindarle ayuda a otros aliados en batalla. Miró su vestimenta, al ser aliada, obtuvo un chaleco y una banda como el resto, fue esa vez que se sintió verdadera aceptada por las aldeas, sin importarles que se haya ido con un verdadero desertor en el pasado.

Con forme fueron ganando terreno, las zonas que quedaban totalmente liberadas de enemigos se fueron quedando desoladas por los aliados, todos los shinobis se reunían en un mismo punto. Allí, estaban los dos principales enemigos, lugar donde se libraría la verdadera batalla, la cual definiría su victoria, o bien, una derrota.

Cada aliado daba lo mejor de sí mismo, sin importar el limite de chakra que tenían en ese momento. Naruto y Bee, el jinchuriki del Ocho Colas, daban su mejor apoyo para equilibrar la batalla. A cada momento, la batalla se alargaba más de lo esperado, y sobre todo con la invocación del Gedo Maso, técnica capaz de absorber los dos Bijuu faltantes. Las cosas se volcaban en su contra.

Naoko empezaba a sentirse nerviosa; los kages estaban fuera de batalla, por ese lado ya significaba una gran desventaja, la vida de Naruto corría peligro cuando su Bijuu fue extraído, sus compañeros poco a poco caían rendidos, totalmente agotados.  El uso excesivo del Sharingan la mantenía de rodillas en el suelo, le costaba moverse. En momentos, de verdad extrañaba el sello maldito, no le hubiese caído nada mal tenerlo para así poder ayudar a los demás. Hacía rato que había perdido el rastro del otro Uchiha, por el cual también estaba algo preocupada, y entre tanto chakra mezclado, era evidentemente complicado tratar de encontrarlo; además, ella no era ningún ninja sensorial para detectarlo tan fácilmente.

Con forme los cuerpos de los shinobis caían inertes en el suelo, sentía un gran dolor. Todos luchaban para salvarse entre sí, incluso se sacrificaban, como había sido el caso de Neji, y ninguno de sus esfuerzos parecía tener éxito. 

Giró levemente su rostro hacia la derecha, allí pudo ver a Sasuke, frente a él se encontraba Madara. Tuvo un temor enorme, quiso ir en su ayuda, pero sus piernas no le respondían. Su corazón se detuvo unos segundos al ver como el cuerpo del Uchiha quedaba paralizado, dándole oportunidad al otro de atravesarlo justo en el pecho con su propia katana. Una lágrima cayó por su mejillas al ver su cuerpo caer totalmente débil, el mayor se había alejado de él sin importarle nada más. Dejando de lado su pequeña paralización, se levantó ignorando el temblor de sus piernas y corrió hacia el pelinegro. La herida era profunda, y no encontraba algún ninja médico en su alrededor, y Sakura se estaba encargando de Naruto en esos momentos. 

Al verlo con una respiración débil, mas la sangre que no paraba de salir, más lágrimas bajaron por sus mejillas. Lo tomó entre sus brazos, repitiéndole que tratara de aguantar. 

—Nao... ko.

Cuando sus ojos se cerraron, una lágrima más espesa bajó por su mejilla, cayendo en el rostro de Sasuke. Sentía sus ojos arder, pero lo atribuía a su llanto y dolor, mantenía sus ojos cerrados con fuerza mientras se aferraba al cuerpo del Uchiha.

—Eres un idiota.

Limpió sus mejillas, percatándose de que su mano estaba manchada de sangre. Al levantar la mirada, se percató de la mejora en su visión, todo lo veía con más precisión. Quizá era a causa de perder a un ser amado... 

Mi Alma Gemela (Sasuke Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora