Capítulo 18

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Tomando rumbo

Naoko soltaba un largo suspiro, sentada en una de las cabezas de las tantas serpientes que tenía el salón de entrenamiento. Estaba sola en la Guarisa, Orochimaru y Kabuto habían salido hacía unas cuantas horas.

Había concluido su entrenamiento de ese día, por lo que no tenía mucho por hacer. En momentos así, observaba su muñeca, pensando en la pulsera. ¿Sasuke se habrá dado cuenta de que la dejó atrás? Esperaba que no.

—¡Me aburro! —cayó acostada sobre la serpiente, estirando sus brazos a los lados.

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Tenían poco de haber regresado a la Aldea, su misión había terminado con éxito, como la gran mayoría de las veces. Kakashi fue el primero en retirarse a quien sabe donde, Naruto y Sakura quedaron con él, hablando entre ellos como normalmente lo hacían. Se le hacía inevitable no pensar en la Uchiha después de cada misión, la felicidad que mostraba ante el éxito aún permanecía en su mente.

Hacía poco tiempo que Naruto había regresado de su entrenamiento con Jiraiya, el cual fue fuera de la Aldea. Sakura mejoró bastante después de haber sido aceptada por la Quinta Hokage como su discípula. Él decidió entrenar con su sensei y, de vez en cuando, por su parte. El equipo 7 había logrado equilibrarse después de la partida de Naoko, les ofrecieron añadir un nuevo miembro, sin embargo, los tres se negaron a la idea de reemplazarla. Podían batallar juntos sin problema alguno.

Con una pequeña despedida, se alejó de sus dos compañeros, tomando rumbo a su hogar. Apretó con fuerza uno de sus bolsillos, donde permanecía aquella pulsera que planeaba devolverle a la Uchiha.

Ese mismo día, en la tarde, fueron reunidos en la oficina de la Hokage. Donde les anunciaron que tendrían una oportunidad de traer a Naoko devuelta antes de que fuese considerada una renegada. El Equipo salió de la Aldea a la hora después, sabiendo la ubicación de la Guarida de Orochimaru; llevaban un tiempo persiguiendo su posición, y al haberlo logrado, tenían que aprovechar.

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La noche la pasó igual de sola que todo el día, hasta cierto punto era terrorífico estar en un lugar bastante amplio, con pasillos iluminados por antorchas, y que nada pudiese escucharse. Su sueño fue profundo, las horas nocturnas pasaron volando, hasta que el sol volvió a aparecer, aunque ella no se diera cuenta de ello.

Despertó por un sobresalto, sentía que no estaba sola en la Guarida. Los chakras infiltrados se movían con velocidad entre los pasillos, de inmediato se percató de quienes eran. Se levantó de la cama con velocidad, iba a salir, pero la puerta fue abierta de repente. Quedó de pie en medio de la habitación, mirando fijamente el par de ojos negros que la observaban desde el umbral. No había logrado percibir el chakra del pelinegro, por lo que su plan de huida se vio frustrado. La única salida estaba bloqueada, por lo que recurrió a una medida extrema.

Los otros miembros de equipo 7 abrían todas las puertas a su paso, se habían separado hacía unos cuantos minutos ora abarcar más rápido todo el lugar. Una fuerte explosión les llamó la atención, por lo que corrieron en dirección al sonido. A lo lejos podían ver al Uchiha, quien tenía sus ojos en algún punto elevado. Al acercarse a él, se percataron de la presencia de Naoko.

Esta no salía de su impresión, ver a su equipo reunido le provocaba cierto sentimiento que había dejado atrás hacía tiempo.

—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó con voz tranquila, aparentando no verse afectada por ellos.

—Vinimos a llevarte a la Aldea. —le respondió su compañera. Con solo verla, podía asegurar que no era la misma Sakura que su mente recordaba.

—¡No nos iremos sin ti! —el rubio la miraba con determinación.

Su mirada se fijó en el más adulto de los cuatro, no era Kakashi. Algo debía de haberle sucedido, pero no era su intención averiguarlo en esos momentos.

—Creí que había dejado en claro que no pensaba regresar. ¿Por qué no me dejan en paz?

—¡Porque eres miembro del equipo 7!

Miró a sus compañeros durante unos segundos más, antes de pretender hacer algo en contra de ellos, su nuevo maestro apareció detrás de ella. Era la primera vez que se alegraba por su presencia, había llegado en un momento bastante oportuno.

—Vámonos. —dijo la Uchiha antes de que alguien más hablara.

Ignoraba la mirada de sus compañeros, principalmente aquella oscura. Trataba de descifrar lo que el Uchiha de decía con su mirada, sin embargo, desapareció en una llamarada antes de averiguarlo. No se sentía preparada para hacerle frente a su equipo, ya después les daría todas las explicaciones que pidieran, pero aún no era el momento.

Ahora debían de retirarse a otra de las tantas Guaridas de Orochimaru regadas por cualquier lado, la ubicación de esa ya era conocedora, además de que una de sus partes estaba destruida, cualquiera podría encontrarlos.

No se preocupaba por averiguar en dónde estaban, se sentía mal al darle nuevamente la espalda a su equipo. Habían llegado hasta el escondite solo por ella, no se imaginaba el tiempo que les había llevado intentar localizar su posición, ¿y qué hizo? Dar media vuelta e irse, vaya compañera que les había tocado. En momentos así, se enfocaba en su Clan, su familia jamás debió de tener una muerte de ese modo, no hallaba la forma de dejar todo en el pasado y seguir con su vida. Se sentía atada a su Clan, a su familia, como si no pudiese liberarse hasta que aquel hombre cayera delante de sus pies sin vida. Después de cumplir su meta, no sabía qué proseguía, solo dejaría que la vida la llevara a su antojo.

Los días continuaban avanzando, cada vez entrenaba más sola, todo porque Orochimaru no estaba del todo en condiciones de pararse de la cama. Llevaba el tiempo contado, en cualquier momento la buscarían para llevar a cabo el ritual que pondría su cuerpo y consciencia a disposición del otro, de ninguna manera se permitiría algo así.

Aprovechando la ausencia de Kabuto, se encaminó a la puerta de la habitación de Orochimaru. La atravesó justo en medio hasta clavarla en los brazos y pecho del ex Sanin, antes de pretender enfrentarlo debía de al menos tomar algo de ventaja. Sabía que a pesar del desgastante estado de su maestro, este aún era capaz de hacerle frente. Y no se equivocó cuando, después de cruzar unas cuantas palabras, se halló en una lugar totalmente alejado de la realidad. Le parecía desagradable lo que estaba pisando, no quería tomarse la molestia en averiguar de qué se trataba. Esto, poco a poco comenzaba a subir por sus piernas hasta cubrir casi por completo su cuerpo, se encontraba en el susodicho ritual del que tanto había escuchado. Tomando como ventaja la debilidad de Orochimaru, solo bastó hacer uso de su Sharingan para invertir sus papeles en el Genjutsu.

Sabiendo que ya no tenía nada por hacer en esa Guarida, y en cualquier otra, no dudó en acabar con la vida de ese hombre. Incluso poco le había importado cuando se transformó en una serpiente blanca, todo terminó.

Salió de entre los pasillos hasta la sala de experimentos, tenía a un compañero en mente, con suerte y podría aliarlo a ella para acercarse cada vez más al Uchiha desertor. Ese peliblanco tenía muy buenas habilidades que podrían serle bastante útiles. Después vería a los otros dos que tenía en mente.

Mi Alma Gemela (Sasuke Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora