Capítulo 4

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Un Día Cualquiera

Aún se dibujaba una sonrisa en su rostro al recordar el día anterior. Lo único que hicieron fue comer en Ichiraku, pero cuando Naruto pronunció "Feliz cumpleaños, Naoko", casi pudo sentir como sus ojos se cristalizaban. Hacía tiempo que no sentía ese calor en su pecho, volvía a sentirse querida por alguien. Acepta que le agrada estar en ese equipo.

Ese día no tenían ninguna misión asignada, por lo que podían tomarse el día libre. Decidió salir a dar un paseo por la aldea, no se sentía con los mismos malos ánimos, ansiaba que su día fuese diferente. Veía a los niños jugar entre sí, sonreía al recordarse a sí misma con esa edad, pero en lugar de jugar, entrenaba. Sus padres jamás fueron exigentes, siempre le decían que debía de ir a su propio ritmo, pero ella se encargaba de presionarse a cada día ser mejor. Sus esfuerzos dieron frutos cuando por fin pudo utilizar correctamente su Sharingan, este había despertado pocos minutos después de ver a sus padres muertos a sus pies, sin embargo, aprendió a usarlo tiempo después.

Tomó asiento en una de las bancas que topó por ahí, el día estaba soleado, no había ni una sola nube en el cielo. Escuchó unos pasos a su espalda aproximarse, miró sobre su hombre, se trataba del otro Uchiha.

—Vaya, no creí que te vería por aquí. Pensé que estarías en el campo de entrenamiento, o algo parecido. —se levantó para mirarlo más de frente. Este no mencionó nada, solo bufó y siguió en su camino. Naoko rodó los ojos y se dirigió en la dirección contraria.

Unas cuanta horas después decidió regresar a su departamento, las nubes habían comenzado a aparecer, aunque no de una forma muy amigable. No eran de un amistoso color blanco, esta vez era de un gris que amenazaba a todos con una lluvia segura. Las calles ya habían empezado a vaciarse, todos los aldeanos se resguardaban en sus casas. Y ella no fue la excepción, aunque no esperó volver a topar con el pelinegro allí, esta vez de pie frente a su puerta.

—¿Buscas algo? —este la miró, caminó hacia ella mientras sacaba de uno de sus bolsillos una pequeña caja color negro.

—Naruto me insistió en que te diera un regalo de cumpleaños, así que ahí lo tienes.
—miró la pequeña caja que había sido entregada en sus manos. Primer obsequio después de seis largos años, la hacía feliz el saber que uno de los miembros de su equipo se preocupaba por tanto detalle, sin importarle nada. Después le agradecería a Naruto.

—Gracias, no tenías que tomarte la molestia si no querías hacerlo.

—Da igual. —pasó a un lado de ella y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Tomaría eso como una despedida.

Entró a su departamento, no sentía nada de hambre, así que fue directo a su habitación. Cayó de espaldas contra su cama, mirando el techo pensando en varias cosas a la vez. La pequeña caja estaba sobre su mano derecha, estaba feliz, no podía negarlo. Se escuchó su risa en la habitación al imaginar el rostro de Sakura si se enterara que recibió un regalo de su amado Sasuke, le encantaría ver algo así.

Se sentó sobre la orilla de la cama decidida a ver el contenido de aquella caja. Siendo un regalo de parte del otro Uchiha, sentía curiosidad de saber qué venía allí dentro. Quitó la tapa, maravillándose con el contenido. Era una hermosa pulsera de colores negro y azul, no era muy elegante, pero un gesto así hacía que valiera mucho más que una hecha de oro. No pensó ni un instante en ponerla en su muñeca, solo debía de ajustarla para que no quedara tan holgada, le encantaba. En cuanto viera al Uchiha, le agradecería sin dudarlo.

Observó con atención la tapa de la cajita, tenía dos palabras escritas en ella. Sonrió al leerlas, era la segunda persona que le dedicaba esas palabras.

"Feliz cumpleaños"

De verdad su día había sido diferente.

Mi Alma Gemela (Sasuke Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora