Capítulo 7

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Al parecer no se dirigen a mi habitación, pues se oyen pasos más allá de mi puerta. Al rato se abre la puerta, es la viejecita de la redecilla en la cabeza. Trae una bandeja plateada sobre sus manos, sobre esta un plato con un sándwich y un zumo de naranja. Se acerca a mi cama y lo deja sobre esta, yo la sonrío mi feliz, pues no había comido nada desde la cena del día anterior. Ella baja la cabeza con una sonrisa en los labios y se marcha.

Estoy comiendo mi rico sándwich cuando se oyen pasos nuevamente. Se abre la puerta y entran dos guardias detrás de ellos mi pequeña hermana y tras ella dos guardias más. Está muy muy escoltada, no que fuera a hacer algo malo ¡solo tiene 7 años! Entonces pienso que es por mí, la tienen tan vigilada para que yo no haga ninguna tontería.

Siento todas las miradas puestas en nosotras, pero de manera especial una y tiene color azul. Dirijo la mirada hacia mi hermana y la ofrezco un trozo de mi sándwich y dice que no tiene hambre, que ella ya ha merendado y que siga comiendo si no quiero llevarme una regañina.

Cuando acabo de comer, nos tumbamos en la cama y ella se hace una bolita, tengo la sensación de no es la primera vez que lo hace pero si se férreamente que no será la última, no voy a permitir que la separen de mí.

Se ve que nos quedamos dormidas, a las 6:30 p.m., según el reloj de la habita uno de los guardias me despierta y me ordena despertarla. La despierto delicadamente y la informo que tiene que regresar a su habitación. Hace un puchero, pero antes de que derrame una lágrima la abrazo y la digo que no lo haga que ella es fuerte y veremos a vernos pronto. La digo que se porte bien y hagan lo que la manden. Con la mayor suavidad del mundo hago que mis labios se posen en su frente, dándola un delicado beso. La separo de mi cuerpo y ella se levanta de la mano. Cuando llega a la puerta se gira y me mira con una sonrisa mandándome fuerza y ánimos pero con tristeza un los ojos. La giño un ojo haciéndola sonreír de verdad.

La escoltan los dos guardias que me custodiaban y los dos primeros en entrar cuando llego. De tal manera que el chico de los ojos azules se queda vigilándome. Se forma una sonrisa en mi cara y me vuelvo a recostar en mi cama, boca arriba, mirando el techo y muy lejos mi mente, tratando de recordar.

De repente me siento en la cama, creo que he recordado algo más sobre mí...





Mar de arena [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora