Narrador: el chico de ojos azules
No entiendo como puede ser tan desconsiderada. Jason Bates la está hablando y puedo notar como ella está a kilómetros de aquí. Puedo apreciar durante un breve lapso de tiempo la duda en su mirada cuando Bates la pregunta si quiere realmente quedarse aquí un rato a cambio de que acepte trabajar siempre en el gimnasio a pesar de que Bruce se pase el día allí. Me mira esperando mi ayuda, y decido ser egoísta, asiento levemente para que solo ella lo vea. Si está en el gimnasio podré verla todos los días y no tendré que estar cambiando mis turnos para poder vigilarla en su celda.
− Muy bien, entonces puedes quedarte aquí durante media hora. Disfruta de tu permiso en el exterior – le dice Bate y añade en si mirar en nuestra dirección − Chicos vigiladle.
− Gracias – dice Naira a Bates.
− No me las des – responde este riéndose, mientras regresa al complejo.
Cuando la puerta se cierra, camina hasta el banco que hay al lado del sauce llorón, se quita la chaqueta dejándola sobre el banco y se sienta entre las raíces del árbol, buscando su cobijo. No he podido apartar mis ojos de ella ni un solo momento. Quiero quedarme a solas con ella, contarle cosas de como era antes de perder la memoria, quiero que me recuerde, que recuerde mi nombre sin necesidad de decírselo. Pero sé que eso no va a ocurrir, seguramente no quiera recordarme.
Mi compañero no deja de mirarla, pero no de la manera en la que vigilas a alguien para que no trate de escapar, sino como si quisiera hacerle algo malo. Me acerco a él y le digo que se tome el resto del día libre, a fin de cuentas soy su superior.
− Pero Bates ha dicho que la vigile – replica.
− Sí, eso ha dicho, no que te la comas con la mirada – replico cabreado al ver que al responderme ni siquiera me mira, no aparta los ojos de ella.
− Pero... − comienza a replicar de nuevo.
− Ahora Bates no está aquí, eso significa que yo soy tú superior al mando. ¿Acaso se te ha olvidado quién soy? – pregunto irritado.
− No, señor – responde obedientemente Mario.
Acompaño a Mario a la puerta y la cierro de tal modo que solo pueda ser abierta por mí. Me dirijo hacia Naira y se lo explico. A pesar de ellos se tensa al sentir me cercanía.
– No pasa nada, aquí ni hay cámaras ni micrófonos – digo tratando de ganarme su confianza – No nos pueden ver, están tintados, tú puedes ver quien se acerca a la puerta y recorre el pasillo, pero ellos no pueden vernos. Sabes que no me tienes que tener miedo, relájate. – trato de convencerle, no le voy a hacer daño.
− No – responde en un susurro.
− Vale, disfruta de los veinte minutos que te quedan aquí. Recuerda que tienes que leer el cuaderno de notas que hay en tu arcón – respondo secamente. Me levanto y me coloco junto al banco, simplemente cumplo la orden de Bates, vigilarle.
Naira cierra los ojos y veo como sus hombros se destensan. El viento juega con su pelo. Eso me hace recordar cuando era yo el que colocaba sus mechones revoltosos detrás de sus orejas. Al cabo de un rato se ha quedado dormida. Decido no molestar, dejar que duerma. Sé que Bates no me va a decir nada por dejar que se quede aquí más de veinte minutos, y si lo hace asumiré las consecuencias por ella.
Ya ha oscurecido y el cielo está lleno de las estrellas que tanto la gustan. Una vez me contó que ella nunca se perdería, pues sabía las historias que contaban las estrellas y cómo la estrella siempre indica el norte. Recojo su chaqueta y se la coloco sobre los hombros, coloco mi brazo sobre su espalda y el otro lo paso por debajo de las rodillas y la acerco a mi pecho. Abre los ojos y la miro con toda la adoración que siento por ella.
− Sigue durmiendo – digo en un susurro, sin apartar mis ojos de sus esmeraldas.
− Quiero ver la estrellas – dice pidiéndome permiso.
− Tienes cinco minutos – digo sonriendo.
− Gracias – me responde en un susurro.
En ningún momento me planto alejarla de mí, sé que volverá a quedarse dormida en breve y quizás no lo recuerde, pero eso es lo que menos me importa en estos momentos. Comienza a mover lentamente los parpados, como si no tuviera fuerzas suficientes como para mantenerlo abiertos.
− Gracias – dice en un susurro. Y se queda dormida en mis brazos.
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Hola! Aquí tenéis el capítulo, espero que os guste. Sin lugar a dudas es uno de mis favoritos de esta historia. ¿Qué os parece el chico de ojos azules? No olvidéis dejarme vuestra opinión y si os a gustado acodaros de votar ;)
Intagram: 1000libro (sin s)
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Mar de arena [En pausa]
Novela JuvenilAcabo de despertar, estoy desorientada, cansada, pero necesito ponerme en pie. Solo veo arena, arena y más arena. Es cálida, tostada y parece un desierto. Me pongo en pie, tan solo sigo viendo arena. Portada hecha por @wattpcovers ____________ Regis...