Capítulo 18

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− Me llamo...


Oímos como se abre la puerta de la habitación, el chico aún sin nombre, sale del baño. A los pocos minutos salgo yo. Está hablando con otro guardia. Ambos están bastante tensos. El chico de ojos azules se acerca a mí y dice – Bates quiere hablar contigo, la has liado parda – añade en un susurro, para que solo yo le oiga. Se gira y coge una venda que le tiende el otro guardia.


− Gírate – me dice dejando muy claro que es una orden y que no piensa dejar me rebele. Simplemente lo hago. Aún estoy un poco el shock, un sigo queriendo saber su nombre, espero el momento de quedarme a solas con él para saberlo. Abren la puerta y me guían, no me gusta la sensación de no saber a dónde voy, aunque la verdad es que si pudiese ver tampoco sabría muy bien a dónde vamos, esto sigue siendo horriblemente lioso. El camino no es precisamente corto, creo que están jugando conmigo para que no sepa como orientarme, hemos hecho más de diez giros a la derecha y más de quince a la izquierda.


− Ya hemos llegado – susurra la voz grave del chico de ojos azules, haciendo que note como sale el aire de su boca y alcanza mi nuca. Asiento levemente para que sepa que le he oído.

− Quitadle la venda – ordena la sonora voz de Bates. Ellos obedecen.

Todo es muy luminoso, mi vista tarda en acostumbrare a toda la luz, la verdad es que no creía que unas lámparas pudiesen alumbrar tanto, pero una vez que se ha acostumbrado mi mirada, veo que estoy en el exterior. Estar al aire libre, es simplemente indescriptible, la suave brisa acariciándome la piel que a su vez es calentada por los rayos del sol. Eso no es lo que más me gusta, lo mejor, a pesar de estar en un recinto cercado, es que hay árboles, césped, rosas... es precioso no ver un yermo desierto. Me gustaría decir que todo era así antes de la Tercera Guerra Mundial, pero la verdad es que todo estaba edificado y apenas había espacios y reservas. Nos fuimos cargando el planeta, lo exprimimos al máximo sin darnos cuenta de lo que estábamos provocando. Su destrucción. Pero antes ella provocó la nuestra.

− Naira – dice Bates sacándome de mis pensamientos.

− ¿Si? – pregunto algo confusa, pues no sé si me ha dicho algo antes de decir mi nombre.

− ¿Es cierto que has peleado con un guardia? – pregunta tratándome como una niña pequeña. ¡Cómo odio que haga eso!

− Sí, norma número siete "jamás se le puede contestar a un guardia y la obediencia hacia ellos es absoluta" – digo citando sus palabras – Él me retó y me dijo que lo derribara, yo solo obedecía una orden directa.

Bates se ríe y dice – Que buena memoria tienes – como respuesta yo le dirijo una mirada cargada de odio – tienes suerte de que todos los guardias presentes dijeran lo mismo que tú, tienes suerte de que Bruce no tomase represalias – añade.

Narizotas o nariz sangrienta es igual a Bruce. Nota mental, mantenerse alejada de narizotas Bruce.

Mar de arena [En pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora