Capitulo 4. Te lo compro

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Capítulo 4. Te lo compro
- ¿Y eso por qué lo quieres saber? - pregunto, todavía bailando con él.
- ¿Acaso no puedo preguntarle tal cosa, a la joven hermosa bailarina boxeadora, con la que estoy bailando? - devuelve él, con elocuencia, juntando más su cuerpo contra el mío, haciendo que se me erice el bello de la espalda.
- ¿De verdad son tan elocuentes tus palabras, o tan sólo son así porque quieres llevarme a tu cama?
- Es verdad que tengo fama de mujeriego, y así soy, pero jamás te haría daño. Eso te lo prometo desde ahora.
Tras decir eso, me da un beso en la comisura y se va tal como vino. Sin grandes estruendos ni jaleos. En silencio. Miro a los lados y veo a Anahí tan descolocada como yo. El hermano de Demon debió de irse con él. Claro, el chico que estaba con él antes. Definitivamente, soy boba.
- Veo que le gustáis mis hermanos. - dice Verónica, apareciendo por detrás nuestra.- Y, por lo que parece, ellos a vosotras.
Nosotras nos ponemos rojas y nos miramos. Vero suelta una carcajada y nos ponemos a bailar juntas.
Duramos hasta las tres de la mañana, hora a la que volvimos a la residencia.
A la mañana siguiente, me levanté y miré alrededor. Angie soltaba algún que otro ronquido en la litera baja que estaba al otro lado de la habitación, pero he de decir que los ronquidos que salían eran dignos de un gran oso pardo invernando. En la litera que estaba encima de Angie Lace dormía plácidamente y de vez en cuando murmuraba algo, con una sonrisa en los labios. Me levanto, me desperezo y miro a la litera de Anahí, donde estaba esta sentada a lo indio escuchando música con sus auriculares y viendo algo en su tablet. Me reí a carcajadas al verla así, por lo que ella alza la vista y las chicas se revolvían en sus camas.
- Chacha, fuertes ronquidos los de Angie. - me dice mi amiga, quitándose un auricular y abriendo mucho los ojos.
- ¿Me lo dices o me lo cuentas? ¿Las despertamos? - le propongo, mirándola con una mirada traviesa, que enseguida me devuelve.
Salgo hacia nuestros armarios, saco nuestras bocinas y le paso la suya a Anahí, quien ya estaba sentada en la cama de la joven de las hermanas. Yo me subo de salto a la cama de la otra.
- 1... - le oigo murmurar a Anahí.
-...2...- sigo yo y completamos a la vez, mientras que hacemos sonar las bocinas:
-...3.
Angie se despierta, sobresaltada, desorientada, sin saber qué estaba pasando. Cuando se da cuenta, me mira con cara asesina.
- ¡Hija de tu madre! - grita, colérica.
Por lo que yo me río y doy una voltereta, bajando de la cama. Corro afuera de la habitación con Anahí, ambas riendo, con las dos hermanas detrás y todo el mundo mirándonos raro. Nos recorrimos toda la residencia de chicas, hasta que llegamos de vuelta a nuestra habitación.
Anahí y yo, que le llevábamos ventajas a nuestras amigas, nos metimos dentro y cerramos la puerta de golpe detrás de nosotras. Apoyamos nuestras espaldas en la puerta, riéndonos, y, a los pocos segundos, sentimos, y oímos, cómo aporrean la puerta.
- ¡Abran! ¡Queremos dormir! - reclaman Angie y Lace desde el otro lado.
- ¡Ni de coña! ¡Son las diez de la mañana! ¡No es hora de dormir! - contestamos, sin parar de reír.
- ¡¿Ustedes saben qué resaca tengo yo ahora mismo?! - esta vez es Angie.
- Las dejaremos pasar con una condición. - propone Anahí, mirándome mientras se aguanta la risa.
Capto lo que me propone y la mando a por una aspirina.
- ¿Cuál? - preguntan a la vez.
- Día de compras. - grito yo, esta vez, tapándome la boca para que no se me escape la risa.
- ¡¿Acaso me acabas de escuchar, niña majadera?! - uy, acabo de cabrear a Anguie, si es que antes no lo estaba ya.
Anahí apareció con un vaso en la mano, con un líquido blanquecino dentro, el cual supuse que era la aspirina.
Abro la puerta y Anahí le tiende la aspirina a la mayor del dúo. Mientras, yo me apoyo en la puerta e inquiero:
- ¿Aceptáis u os cierro la puerta en la cara y no entráis hasta la semana que viene?
Ellas se miran y, cuando se vuelven, Angie nos mira con cara de resignada y se bebe de un trago el vaso con aspirina, mientras que Lace da palmadas como una niña pequeña y con una sonrisa en la boca.
- Id a cambiaros antes de que cambie de opinión. - nos ordena Angie, entregándole el vaso a Anahí y entrando a la habitación.
Lace entró, cerramos la puerta y nos cambiamos. Tras eso, vamos al aparcamiento y Angie abre un Audi Q7 negro último modelo (multimedia).
Invitamos a Jona, el cual aceptó, diciendo que unas jovencitas decentes como nosotras no debían ir por ahí solas. Se ganó un golpe de cada una. Por cómo se quejó, fue su hermana quien le pegó más fuerte.
Nos recorremos media ciudad, haciéndose la hora del almuerzo. Paramos en un Monster Hollywood a comer. Anahí y yo apenas compramos, no queríamos gastarnos todo el dinero que ganamos ayer con nuestra presentación, mientras que las hermanas habían comprado bastante más, en comparación con nosotras.
- Nada más salgamos de aquí ustedes dos se van a comprar más ropa. Y me da igual lo que me digan. - impone Angie, sentándonos en una mesa.
Continuamos hablando de otras cosas, incluso hicimos nuestros pedido.
De pronto, escuchamos una voz a nuestras espaldas.
- En el gimnasio, en la discoteca, aquí,... Coincidimos en todos lados, Angelitos.
Nos viramos hacia donde procedía la voz y vimos cómo Demon se acercaba y se apoyaba en nuestra mesa.
- ¿Acaso siempre estáis tan guapas? - pregunta esta vez Charlie, apoyándose en su hermano, y se presenta. - Charlie, encantado.
Las hermanas están estupefactas, mientras que Anahí y yo nos pusimos rojas como tomates.
- ¿Qué hacen aquí? - consigo reaccionar.
- Salir con su hermanita pequeñita, ¿verdad, chicos? - apareció Verónica (¡Aleluya!). - Háganme sitio, gordash.
- Te lo dije, idiota. - recrimina Charlie de pronto a Demon, dándole un zape en la cabeza. - ¡Son amigas!
- ¿Nosotras? Sí. - aclara la pequeña.
- Vale, vale. Ya me quedó claro.
Nosotras nos empezamos a reír de la riña que estaban teniendo los tres hermanos.
Cuando paro, veo que Demon me estaba mirando con cierta ¿dulzura? Y en ese momento aparece la camarera. ¡Sí, salvada por la camarera! Ou, yeah. Pero, espérate un momento. Será...
- Aquí tienen. - nos tienden los platos mientras que le pone el culo en primera plana a los dos hermanos, que la miran asqueados y, cuando se pone derecha, no deja de enseñarles los pechos a los dos.
- Gracias por traerle los platos a nuestras novias y a sus amigas. - dicen a la vez los dos, haciendo que Anahí y yo nos tengamos que aguantar la risa, debido al careto que se le quedó a la mujer.
- Y tráigame una hamburguesa doble de queso, una coca-cola y papas fritas. - le pide Vero a la camarera, todavía ojeando la carta que había en nuestra mesa.
- Y una hamburguesa especial doble, una coca-cola y papas fritas a cada uno. - esta vez le pide Demon a la camarera con una sonrisa falsa después de que me abrazase y me estampase un beso en la comisura de los labios y Charlie hiciese lo mismo con mi amiga. - Gracias.
Cuando la camarera se va, nosotras nos empieza a dar un ataque de risa y Demon y Charlie se sientan con nosotras después de conseguir una silla en no sé donde.
- Me encantó la jugada que acabáis de hacerle a esa. - los elogia Anahí, controlando todavía su ataque de risa.
- Muy bien hecho. - completo.
La camarera de antes reaparece con los platos de los chicos y se desmaterializa en un instante. Les predentamos a Jona a los dos hermanos y seguimos hablando hasta que acabamos de comer.
Pagamos la cuenta y nos fuimos al centro comercial del que no paraba de hablar Verónica.
Había cosas chulísimas en las tiendas de ese centro comercial, pero casi nada me parecía válido para comprármelo, hasta que, al pasar por delante de una tienda me enamoré del conjunto que tenían en escaparate. Lo miré por unos instantes y oigo una voz ronca en mi oído:
- Te lo compro.

El boxeador y la bailarina... ¿boxeadora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora