Capítulo 25. Ronca con nuevo coche y "familia"

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Capítulo 25.
- Buenos días - saludo, todavía en pijama.
- Buenos días, hija - devuelve mi madre, divertida -. ¿Estás ronca, eh?
Yo asiento con cierta pena. Ayer, en la gala benéfica, canté a pleno pulmón. Incluso, al subir a recoger el segundo premio, un par de canciones más tarde del primero, ya se me notaba la voz un poco tocada de todo lo que di.
Pillo un vaso de zumo de naranja, bebo un buchito y noto que tiene un poco de miel, por lo que salto.
- Mami, ¿le pusiste miel? - le pregunto extrañada.
- Sí, hablando con Helena intercambiamos algunas recetas y trucos - contesta como si nada.
Desayuno y subo a recoger mi cama de la habitación de Vero y a cambiarme para ir al gimnasio.
Al final, mis padres y mi hermano durmieron en la habitación que compartía con Demon, los padres de Anahí durmieron en la habitación que tenían Charlie y Anahí.
Nosotras acabamos en la habitación de Vero, durmiendo en el suelo las tres, y los cinco chicos se durmieron en el salón.
De pronto, se oye un fuerte golpe y se siente una vibración increíble en el suelo. Bajo corriendo todavía sin la camiseta que me iba a poner, estando en pantalones y sujetador, descalzas.
Llego al salón, de donde procedía el sonido, y veo cómo César, Alex, Jonathan, Samu, Charlie y Demon estaban en el suelo revolcándose, "golpeándose" entre ellos (los dos primeros son los hermanos mayores de Anahí y Jonathan).
- ¡Demon! - regaño a mi novio, mientras que todos se levantaban poco a poco - Esos tres brutos me dan igual cómo acaben, ya son mayores, pero te recuerdo que te pusieron tu sobrenombre por algo y que tengas cuidado con mi hermano.
- Pero, Dani, Demon es muy bueno, no me ha hecho nadita. ¡Mira! - me dice, con los ojos brillantes, a la vez que me enseña sus delgados bracitos y yo le colocaba su pelo bien.
- Me voy al gimnasio, ¿vale? Cuando salga estaré todo el tiempo contigo. Prometido
Enganchamos nuestros meñiques como siempre solemos hacer para sellar las promesas y nos abrazamos fuertemente. Al separarnos, subo a ponerme la camiseta y los zapatos.
En la puerta de la casa, me cruzo con Demon y, sin decir nada, le agarro por el brazo y le doy un abrazo.
- Lo siento. Me asusté - murmuro, casi sin fuerza.
- No te preocupes - me tranquiliza él, mientras me pasaba una de sus gigantes manos por mi pelo. Lo adoro. Es súper lindo.
- ¿Después te quedarás conmigo? - le pregunto al poco, temerosa, alzando la vista para mirarle a los ojos y apoyando mi barbilla en su pecho (no le había dado mi regalo de Navidad todavía).
- Siempre me quedaré contigo. Pase lo que pase - contesta con solemnidad, para luego darme un beso en la frente.
César y Alex se vinieron con nosotros, así que cogimos los coches de Demon y de Charlie, y nos fuimos al gimnasio, donde, sorprendentemente, nos recibió Jeff, ya que creíamos que se había ido de vacaciones.
- ¿Yo? ¿De vacaciones? - responde, irónico, cuando le preguntamos por sus fiestas, después de presentarle a César y a Alex, y baja la voz, haciendo que tan solo le podamos escuchar nosotros ocho -. Os recuerdo que estamos bajo amenaza por el narcotraficante más importante de la ciudad. Ya tuve y ya tendré suficientes fiestas con mi hija en Navidad y en Año Nuevo.
Nos pusimos a entrenar como siempre lo solemos hacer y Jeff nos dirige, con los brazos cruzados y un poquito más enfadado de lo normal.

El boxeador y la bailarina... ¿boxeadora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora