Capítulo 14. Hurra.
El Lago de los Cisnes. El maldito Lago de los Cisnes. Mira que no es feo el pasaje, pero ponérnoslo para levantarnos un lunes a las siete de la mañana y encima, me interrumpieron el sueño en el que estaba violando a Demon.
La vida es injusta. Definitivamente, es injusta. Está demostrado. Que no te dejen soñar que estás violando al chico que te gusta es inaceptable.
Me siento en la cama y miro a los lados. Doy unos golpes en la litera de arriba para despertar a Anahí y salto de la cama.
Angie salió del baño restregándose con una toalla el pelo.
Entro al baño con mi ropa interior en la mano.
Al salir, entra Anahí, todavía media dormida, y me pongo a buscar algo que ponerme con la ropa interior puesta solamente.
Lace se levanta a los pocos segundos y me coge de la mano unas bragas que le estaba tendiendo. Tenemos la costumbre de cambiarnos la ropa interior.
Al final me cojo unos vaqueros cortos rotos y una camisa suelta de un tono parecido al de la mostaza.
Cuando ya estuvimos listas, salimos al comedor para ir a desayunar.
Me divertí bastante, ya que la mayoría tenían cara de dormidos. Así que Jonathan y yo nos conpinchamos y nos pusimos a hacer muchísimas bromas, hasta el punto de que armamos una guerra campal de comida allí mismo.
Al rato, llegaba la directora Raider para ver qué pasaba y todos nos fuimos casi volando a nuestras respectivas habitaciones.
En la nuestra, hicimos turnos para entrar a la ducha y lavarnos un poco mientras que las otras intentaban arreglar un poco el estropicio que hicimos con la ropa.
Creo que batimos el récord Guiness en prepararnos más rápido, porque en menos de 45 minutos ya estábamos saliendo por la puerta de nuestro cuarto completamente listas y, apenas empezar a sonar el timbre que daba comienzo a las clases, nos estábamos sentando en nuestros sitios, al igual que el resto de nuestros compañeros. O eso creíamos.
Cuando ya estábamos sentados, aparecen Jonathan, Alec y dos chicos más entrando atropelladamente a la clase y sentándose estrepitosamente en sus respectivos asientos, todavía con restos de comida en el pelo de cada uno. Sacamos los libros sonoramente todos a la vez.
- ¿Qué pasó, chicos? - inquiere extrañado Schulman hacia toda la clase.
- Guerra - empieza Jona.
- Campal - continúa Alec.
- De comida - sigue Anahí.
- En el comedor - termino yo, con una sonrisa inocente, intentando parecer lo más santa posible.
- Y me apuesto a que, al menos, una de las personas que la iniciaron fue Daniela, ¿o me equivoco? - intuye el profesor, divertido, mientras yo daba un bote sorprendida y mirándole con los ojos abiertos.
- Eres un tanto previsible, querida - se intenta defender el hombre - Eres de las que consiguen las cosas que se proponen. O que están detrás de las cosas más grandiosas. Como una guerra campal de comida en el comedor de Juilliard.
- No fue para tanto - le quito importancia y le echo un poco la culpa a Jona - Jonathan me ayudó.
- ¿Yo? - salta el chico - Perdona, guapa, pero puede que yo te ayudase con las bromas, pero tú me convenciste para que lo hiciera y fuiste tú quien empezó la guerra.
- Vaale.
- Jaque mate.
Esto último lo dice con aire de suficiencia, cruzando los brazos y sacando media sonrisa en sus labios, haciendo que me indigne.
- ¡Eh! - exclamo - ¿Y este?
- Tu amigo - responde él, sacando la lengua.
A su vez, le saco la lengua, haciendo una mueca más infantil que él.
Después de eso, dimos comienzo a la clase.
Sonó el timbre y nos dirigimos a la clase del difunto profesor Gambon. Entramos con caras de miedo y nos sentamos en nuestros sitios.
Miro en mi mesa y veo una nota doblada por la mitad. La cojo y miro lo que hay en ella.
"¿Viste lo que os escribí? Espero que os haya gustado. Voy a por vosotras. Owem."
Salto y me vuelvo hacia Anahí, quien estaba a mi lado sentada, como siempre. Nos miramos e intercambiamos las notas. La suya ponía exactamente lo mismo que la mía. Alzamos la cabeza a la vez.
En ese momento entra la directora Raider, haciendo que intercambiemos la notas y nos sentamos bien.
Nos empieza a explicar que, al menos, hasta dentro de una semana no íbamos a tener profesor de matemáticas y que podíamos ir a ensayar si queríamos.
Por lo que me fui a un aula y me puse a tocar el violín.
- Prueba a no separar la muñeca del violín cuando hagas el cambio de posición - me dice una voz desde la puerta; es Dominik - Tienes esa pequeña mala manía que no me explico.
Pasó dentro de la clase, dejó su mochila y se acercó a mi lado.
Yo estaba todavía con el violín en el hombro, pero había bajado mi mano. Me pide que ejecute el cambio otra vez y, al hacerlo, me apoya una mano sobre la mía para que no pueda separarla del instrumento.
Pasamos la hora corrigiéndome los errores y me tuve que ir a la clase de la profesora Bukhart al sonar el timbre.
Guardando las cosas, se asoma ligeramente de mi bolso la nota de Owem. La meto rápidamente, rezando que Dominik no la viese.
- ¿Qué era ese papel, Daniela? - me pregunta el profesor. La vió.
- Nada, Dominik - miento, guardando bien las cosas, mientras que él se acerca a la mesa donde estoy, se apoya en ella y me mira.
- ¿Qué era, González?
Suspiro.
- ¿Conoces a Owem?
- ¿Trabajas para él?
- No, pero me quiere contratar sea como sea. Y a Anahí también.
- ¿A Anahí?
- Ella y yo somos especialistas en boxeo, kickboxing y muay tai. Lo que pasa es que yo también hago karate y judo.
- ¿Y todo eso sumándole baile y violín?
- Sí, a parte de algo de piano como segundo instrumento. ¿Conoces a Owem?
- Es mi hermano... Gemelo. Por desgracia.
Me acabo de enterar que mi profesor de violín es el gemelo de un narco.
Hurra.
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El boxeador y la bailarina... ¿boxeadora?
Romance¿Él? Arrogante, sexy, caliente, mujeriego, creído, misterioso, temido, boxeador y el mismísimo diablo. ¿Ella? Sincera, divertida, alegre, buena persona, malhumorada, temida, bailarina, violinista y un ángel y diablo en la misma persona. Ambo...