Capítulo 16. Mensaje.
Tres meses. Tres santos meses han pasado desde que empecé en Juilliard y, con ello, una cantidad de cosas...
Pusieron un nuevo profesor de mates, el nieto de Gambon, cubriendo el puesto del difunto abuelo y Alec y Angie están saliendo (¡al fin!) después de no sé cuántas semanas de paliqueos.
Jeff, finalmente, contrató a un chico de secretario, que acabó pidiéndole salir a Jim (prefiero aguantar a Alec y a Angie que a ellos dos; son empalagosos de narices).
Y Anahí, Charlie, Demon y yo..., bueno, nosotros cuatro seguimos como siempre, picándonos y fastidiándonos la paciencia mutuamente. Y si podemos fastidiársela a Jeff de paso, pues se la fastidiamos también.
El otro día mismo casi no nos echa del gimnasio por las tonterías que estábamos haciendo, a parte de sacarle de quicio.
- Venga... - esta vez Demon me está insistiendo, por quincuagésima mil quinienta vez, para que vaya por Navidad a su casa.
Estábamos a 20 de diciembre y ya estaba más que claro que ni Anahí ni yo podríamos ir por Navidad y Año Nuevo a Canarias, así que los chicos nos estaban insistiendo para que vayasemos a su casa a pasar ambas fechas.
Ahora estamos los dos en el gimnasio, Demon sujetándome el saco y yo dándole cada vez puñetazos más y más fuertes (Demon me estaba poniendo nerviosa ya con el tema de Navidad).
- Cambiamos de puestos - le digo al cabo de unos minutos quitándome el sudor de la frente.
Demon se quitó del saco y se quedó quieto unos segundos.
- ¿Estás segura? - me preguntó, dudoso.
Yo, que estaba a espaldas a él bebiendo agua, me giro en su dirección un tanto descolocada, ya que le había sujetado el saco otras veces y no había habido ningún problema.
- Que sí, que sí. Que no es ninguna molestia. Tú sabes que si puedo yo lo sujeto. Y bien sabes que puedo.
Dejo la botella a un lado y Demon empieza a golpear, al principio poco a poco y sin forzar mucho, hasta llegar a un punto en el que sin darme cuenta, me despisté, él golpeó y yo salí prácticamente volando tres metros atrás sin aire y con un dolor en el torso que no era normal.
Demon salió corriendo hacia mí para ver qué me pasaba. Por suerte, es un día de esos raros en el que no hay nadie en el gimnasio a parte de nosotros dos y había una tranquilidad absoluta y nadie nos molestaba.
Me retuerzo en el suelo un poco mientras Demon intentaba que me estuviese quieta y me estirase. Una vez que él consiguió que lo hiciese, me revisa la zona dañada para ver si había alguna magulladura o algún hueso roto.
- Por suerte, lo máximo que vas a tener es un moratón. ¿Vale, princesita? - me desvela al final, con una sonrinsa de dulzura y culpa.
- ¡Eh! No fue tu culpa - salto intentando quitarle importancia - Yo estaba despistada. No me dí cuenta, golpeaste el saco con fuerza y salí. No fue nada.
Me coge en brazos y me lleva hasta una camilla que había cerca.
- Aún así. Prefiero pegarle al saco y que éste esté suelto que hacerte daño.
- Pero yo quiero - me quejo y hago morritos como una niña pequeña, consiguiendo que el chico se ría.
- Cuando no tengamos ni peleas ni competiciones cerca, ¿vale?
Y me sonríe de lado mientras se tumba al lado mío en la camilla, consiguiendo, no sé cómo, que pudiésemos estar los dos abrazados.
Teníamos un par de peleas cerca entre exhibiciones, las peleas habituales y la competición en la que estábamos metidos.
Estuvimos así acostados durante un rato, hasta que nos dimos cuenta de que se nos hacía tarde y nos fuimos.
Y, como era viernes por la noche y al día siguiente no tenía yo ensayo ya que se suspendió, aprovechamos los dos y nos vamos juntos a su casa.
En la puerta, Demon empieza a buscar las llaves de su casa y, cuanto más pasaba el tiempo, más se veía que no las encontraba.
Ruedo los ojos y saco las mías, que nos habían dado los chicos a mí y a Anahí en octubre para que pudiésemos entrar cuando quisiesemos, ya que su casa era nuestra casa, según ellos.
Las tenía junto a la de mi habitación de la resi. Abro y las dejo en el mueblecito de la entrada, donde chocan con las del boxeador que viene conmigo.
Él hace gesto cansado y resopla. Sonrío con dulzura y le doy un beso en la comisura de los labios, poniéndole una mano en su mejilla, como ya tenía costumbre.
Suelto la mochila, le cogo de la mano y le arrastro al piso de arriba hasta su habitación, sitio donde me tiro en plancha en su cama, pasando de Demon y ocupando toda la cama.
Siento que alguien me quita los zapatos y luego se tumba a mi lado.
...
*Demon*
Ay... Cómo la quiero. Le quito los zapatos y me tumbo a su lado.
Justo cuando iba a cerrar los ojos, veo que mi móvil se ilumina con un mensaje recién llegado. Lo abro y veo que es del narcotraficante más pesado que jamás se haya visto.
"Ten cuidado Crawford, porque esto le puede pasar a Daniela y a Anahí si no os unís a mí.
Owem"
Y, adjuntada, la foto de una chica muerta ahorcada y, me apuesto lo que quieras, que también está degollada, con el nombre de Owem pintado con su sangre en la pared que tenía detrás.
Saco captura de pantalla y se la paso a Charlie, quien estaba solo con Anahí en su habitación (las dos hermanas se habían ido a la habitación de Vero).
"Me lo acaba de enviar." Le escribo.
De seguro que Anahí lo ve y se preocupa. Y luego Charlie me mataría por preocuparla pero me reviviría porque estaría agradecido por enviárselo. Típico de él.
En estos meses hemos estado siempre juntos los cuatro y Charlie y yo hemos llegado a sentir cosas por la chicas que por otras personas no hemos llegado a sentir nunca. Las amamos y no queremos que les ocurra nada. Son nuestro mayor tesoro junto a nuestra hermana y nuestra madre. No queremos perderlas.
Me quedo observando a Dani dormir y, no sé cuando, pero yo también me dormí, pero lo siguiente que recuerdo es escuchar un grito y el sonido de un golpe seco procedente del piso de abajo y bajar más alarmado alarmado de lo normal al no ver a Dani a mi lado.
Eso sí, la escena que me encontré me hizo reír hasta sentir que me quedaba sin nada de aire.
*Dani*
Abro los ojos y ya la luz entra por la ventana. Miro a mi derecha y veo a Demon dormido plácidamente. Me levanto intentando no despertar al chico y bajo al piso de abajo.
Justo veo entrar a Anahí y a Charlie con caras medias largas.
Nada más verme, Anahí le arranca el móvil a Charlie, lo desbloquea y corre hacia mí. Cuando está a medio metro de mí, extiende el brazo y me enseña la pantalla del bicho.
En ella, está abierta una conversación de Charlie con Demon. En ella, se ve que Demon le envió foto de una conversación con Ovem amenazándonos. Entre que Demon no me dijo nada y se lo guardaron, me "apago" en seguida.
- No te entristezcas, cuñi - me intenta animar Charlie, viniendo hacia mí y coguiendome de la cintura para cargarme en un hombro por sorpresa totalmente.
Pego un chillido por la sorpresa y en seguida me tapo la boca sabiendo que Demon está arriba y rezando para que no sé despertase, pero no sirvió de nada, ya que a los pocos segundos aparece por la escalera.
Me asomo por detrás del culo de mi cuñado, sonrío por debajo de una mano y con la otra le saludo, intentando parecer que no ha pasado nada del otro mundo.
- Buenos días, hermanito. ¿Dormiste bien? - le saluda su hermano mayor, haciendo una reverencia y por poco no me doy con sus posaderas.
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El boxeador y la bailarina... ¿boxeadora?
Romance¿Él? Arrogante, sexy, caliente, mujeriego, creído, misterioso, temido, boxeador y el mismísimo diablo. ¿Ella? Sincera, divertida, alegre, buena persona, malhumorada, temida, bailarina, violinista y un ángel y diablo en la misma persona. Ambo...