Capítulo 28. No recordamos que estaba oscureciendo.

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Capítulo 28. No recordamos que estaba oscureciendo.

- ¿Cómo se atreve? - chilla con todas sus fuerzas Anahí hacia el bosque, fuera de la casa, y con lágrimas en los ojos.

- Tranquila, Anahí, seguro que Owem le ofreció bastante dinero o cualquiera de esas porquerías con las que trafica - la intentó tranquilizar.

- Pero es que, Dani, es mi gemelo. Era mi gemelo. Tú sabes bien que Jonathan y yo éramos comos dos mitades de una misma persona. Estábamos muy unidos. No entiendo cómo pudo hacernos esto.

- Debió de ser por todo - tercio yo, después de unos instantes de quedarme pensado, mirando a un punto fijo - Ten en cuenta que Owem debió de reclutarle en algún momento desde septiembre hasta ahora, así que Joni tuvo que sentirse alejado o algo así por ese estilo en algún punto entre medias, ya que nosotras nos centramos tanto en nuestras cosas y eso, y Owem se aprovechó de eso.

- Es verdad, debió de ser eso - reconoce Anahí, secándose las lágrimas que aún le quedaban.

Nos pasamos un brazo por los hombros mutuamente y entramos en la casa, donde nos esperaban los chicos.

- ¿Qué pasó? - pregunta mi hermano, desde lo alto de las escaleras y restregándose un ojo, a la vez que Anahí y yo entrábamos.

- Nada, Samu, tan solo... Creo que ya no veremos a Jonathan en un largo tiempo. Ve a dormir, ¿vale, pequeñín? - le contesto, con una sonrisa ladeada.

- Vale, hermanita.

La madre de Anahí y la mía, que habían ido a ver donde se había metido el pitufo de mi hermano, me escucharon hablar con él y se quedaron estáticas al oír mi respuesta.

- ¿Qué le pasó esta vez a tu hermano, Anahí? - le pregunta la madre de Anahí a mi amiga, con gesto preocupado, una vez que Samuel desapareció por una de las puertas de arriba.

- Que nos dejó. Nos traicionó y nos cambió por el narcotráfico - responde ella, con amargura tanto en la voz como en su rostro, haciendo palidecer a su madre y a la mía.

- ¿Qué? - repite mi madre.

- Que sí. Que nos traicionó, mamá, se fue - confirmo las palabras de mi amiga, con casi tanta o la misma amargura que Anahí, dirigiéndome al salón igual que Anahí, donde estaban los chicos estaban, mientras que mi madre salía detrás de la madre de Anahí.

- Ya nos explicaron quién es Owem - nos comenta Alex, nada más llegamos - Y no entendemos cómo pudo hacer eso nuestro hermano.

Dicho esto, Alex y César abrazan a Anahí y hacen abrazo de grupo.

Los otros cuatro nos quedamos algo parados unos instantes, hasta que Demon arranca y me da un abrazo. Sabe que no me duele tanto como a Anahí, pero que aun así tengo el corazón dolido.

Me estrecha como si no hubiese mañana, asfixiándome contra su gran pecho, ya que me oculta, prácticamente del todo, entre sus fuertes brazos.

Nos separamos al rato, justo cuando lo hacían los tres hermanos Santana.

Sacamos unas colchonetas y unas mantas afuera y nos quedamos viendo el cielo con sus estrellas hasta que nos quedamos dormidos.

...

- ¿Por qué no me avisaron? - me recrimina mi hermano, tumbado al lado mío en las colchonetas, ya que no le dijimos nada de que nos íbamos a quedar a dormir allí.

- Porque ya estabas dormido, ¿quizás? - le contesto, riendo.

- Pero es que yo quería ver las estrellas - rebate, enfurruñándose, mientras se ganaba más carcajadas por parte mía.

- Pues esta noche te quedas un rato con nosotros, ¿vale? Pero ahora vete a desayunar, ¡venga, enano! - le hace moverse Demon, consiguiendo alegrarle la mañana al pequeño, a la vez que él se sentaba al lado mío y me pregunta - ¿Qué tal estás, amor?

- Bien. Un poco sorprendida aún, pero mejor de cómo estaba, ¿tú? - le devuelvo la pregunta, mientras que me estiraba y Demon aprovechaba para abrazarme y enterrarse en mi vientre.

- Sorprendido, también - responde, desde algún punto de  mi barriga, a la vez que surgía un rugido desde lo más profundo de mi torso.

- Oye, ¿el desayuno no estaba listo por casualidad?

- Dani, no me quiero mover; me quiero quedar aquí, abrazándote.

- Uy, qué lindo. Pero salpica para allá, que tengo hambre.

Dicho esto, me deshago de su agarre y me dirijo a la cocina, dejándolo con carita de pena. A mitad de camino, me vuelvo y le lanzo un beso, haciendo que le broten unas cuantas sensaciones.

- Buenos días, mamá - le saludo a mi madre, dándole un beso, molestándola un poco.

Justo al lado estaba la madre de Anahí, con gesto decaído.

- Buenos días - le susurro, a la vez que le abrazo desde atrás y besándole una mejilla.

Ella se gira un poco hacia atrás, me sonríe con un poco de tristeza en el rostro y me da un beso en una de mis sienes, devolviéndome el saludo, para luego volver a lo que estaba haciendo.

Desayunamos todos juntos y nos fuimos a hacer un poco de senderismo, no sin antes asegurarnos de cerrar todo antes de salir.

Nos recorrimos bastante, apuntando y mencionando detalles sobre toda la flora que no conocíamos que nos encontrábamos

Acabamos reventados.

- Si seguimos así, Jeff no tendrá nada de qué quejarse cuando regresemos - rezonga Demon, echándose sobre el sofá de golpe.

- Es verdad - corrobora Charlie, tumbándose encima de su hermano y de la misma forma, dando paso a una discusión un tanto absurda entre ambos que acabo con un "¡Oh, vamos, cállate de una vez!" por parte del más pequeño de los dos, mientras que nosotras nos mirábamos con los ojos como platos, aguantando la risa, y yéndonos arriba para ducharnos.

Justo después, almorzamos y nos pusimos a ver dos o tres películas de esas películas medias ñoñas que echan en Navidad.

Nada más acabar las películas, me llevé a Anahí a correr un rato, ya que se estaba poniendo triste porque estaba recordando a su hermano y lo que había hecho.

Pero no recordamos que estaba oscureciendo.



Capítulo dedicado a hidalbren espero que te haya gustado.Gracias por leerme, chicas.

Besos de la escritora.

El boxeador y la bailarina... ¿boxeadora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora