Narra Gabe:
Por fin había llegado. Frente a mi se encontraba Bred, una pequeña ciudad de Eslovenia. Mi sobrino vive en una mansión en lo más alto de la misma. Me dará cobijo durante mi estancia en estas tierras.
Me decido por pedir un taxi para llegar hasta la cima de la pequeña colina. Al llegar, pago al taxista y salgo del automóvil cargando mis dos maletas de mano.
Es realmente una mansión gigantesca de estilo medieval. La vivienda está compuesta por varios ventanales de alto tamaño, la estructura se mantiene en pie gracias a la piedra y la madera que la forman, detrás de la misma se encuentra un extenso bosque de diversos tipos de árboles y el camino de piedras que conducía a la mansión casi no se veía debido a estar recubierto por hierba que no dejaba de crecer. Mi sobrino era muy abandonado en cuanto a cuidar el exterior.
Ya había estado en una ocasión en Bred.
Conozco perfectamente el lugar donde se aloja mi sobrino. Aunque el pueblo no es de mi agrado, la mansión me encanta. Creo que la diseñaron pensando en mi.
Ando por el camino de piedras a paso ligero. Tengo ganas de deshacerme del peso de estas malditas maletas. No sabéis lo que es cargar con ellas durante 3 horas sin descanso alguno y aún encima con el culo molido del viaje en avión.
¡Mierda! Noto algo en mi pie izquierdo. No será... No... imposible. No puede haber perros abandonados correteando por la colina.
Sigo caminando y me paro frente a la puerta. Me apoyo en ella para no perder el equilibrio y aguantar de mi propio cuerpo mientras miro que puñetas tengo en la planta de mis deportivas.
¡Joder! Tengo razón. Desearía no tenerla. ¿Por qué los dueños no son capaces de recoger la mierda de sus mascotas? Si no pueden ocuparse de ello tampoco pueden ocuparse de cambiarle los pañales a un niño de 3 meses y medio. De pronto, mis fosas nasales comienzan a notar aquel olor tan repugnante. Me tapo la nariz y hago una mueca de asco. Bueno, no importa. Lo importante es que... ¡LLEGUÉ! Me pondría a saltar para celebrarlo pero estoy tan agotado.
Por fin, llamo a la puerta. No tiene timbre para mi sorpresa.
En unos segundos, mi sobrino aparece ante mi. Vaya, se dio prisa en abrirme.
— ¡Gabe! Aguardaba tu llegada —me sonríe observándome de arriba a bajo— Tío, no has cambiado nada —me golpea el brazo con poca fuerza. Yo doy un paso hacia atrás. Él deja de reír y pone una expresión seria —Deja... que cargue tus maletas. Pasa, Gabe.
No pude negarme así que se las entrego.
Decido entrar y él mismo me conduce hasta una gran sala de estar llena de numerosas reservas de vino, un cómodo sofá y un televisor de pantalla plana. Solo podía fijarme en eso. Aparte de que la decoración de la habitación era ciertamente oscura. ¡Esto si que es vida, chavales!
- Toma asiento. Te traeré algo de beber - se va dejándome a solas en aquel lugar.
No me lo pienso ni un segundo. Me froto las manos con cara maliciosa y cojo carrerilla corriendo a toda velocidad hasta el sofá. Por un momento, al sentarme con rapidez pensé que el mismo volcaría pero no. ¡No os libraréis tan fácilmente de mi!
La verdad es que era tan cómodo como parecía. Miro detenidamente el televisor. Tiene que tener el Canal Plus. Busco el mando de la televisión. Ok, ¿dónde está?
Mmm... Tal vez... Tyler tenga telepatía y logre encender el televisor con solo pensarlo y cerrar los ojos. Sí, debe de ser eso. Vale, me rindo. Nunca encontraré el mando. Miro a los alrededores.
En frente del sofá se encuentra una mesa pequeña sobre la cual hay un libro. Me llama la atención su portada. Leo el título costosamente. No me apetece inclinarme para visualizarlo mejor. No es por pereza os lo aseguro...
"Seres demoníacos". ¡Joder! Odio la gente que se pone a escribir un libro sin tener ni puta idea del tema que están escribiendo. Sí, solo inventan sin razonar y sin saber la historia.
Vale, ese libro me causaba escalofríos. Me recuesto sobre el sofá haciendo una mueca y olvidándome completamente de esa monstruosidad. Estaba jodidamente cansado. El viaje en avión terminó con mi perfecto trasero. Pronto recuperaré fuerzas.
— Te da la mano y le cojes el brazo —dijo sonriente mi sobrino apareciendo por la puerta— No hace falta decir que estás como en casa.
¡Cállate maldito canalla y dime donde está el mando del televisor!
Me entregó la copa de vino. Mmm... Mi favorito. Bebo un sorbo del mismo notando como mis fuerzas comienzan a recuperarse con rapidez y el alcohol fluye por mis venas. ¡Oh!
—¿Qué tal el viaje, tío? —se sentó en uno de los sillones disfrutando de otra copa de Ron junto a mi.
—Muy moledor —bebí otro sorbo mirando a los alrededores.
—Diste la vuelta al mundo. Es normal —se encoje de hombros con naturalidad.
—¿También es normal pisar mierda de perro justo en la entrada de la casa de tu sobrino? —dije indignado maldiciendo al dueño del perro.
— Oh —comenzó a reírse— bonita forma de conocer a Jerry.
—¿Jerry? —alzo las cejas sin entender.
—Si, tío. Mi perro. Es un Pitbull Inglés. Está muy bien enseñado —se explica bebiendo otro sorbo.
—Ah...
—Por cierto, tío. ¿Limpiaste tus zapatos?
—¿Limpiar? Esa palabra no existe en mi diccionario — miro a otro lado haciéndome el inocente.
—Insinuas... ¿qué tus apestosos pies están sobre mi precioso sofá de 600 euros? — pregunta elevando la voz al mismo tiempo que se levanta del sofá.
Yes, querido sobrino. ¿Acaso importa?
Yo no soy el que tengo un perro y no limpio su mierda...
Se acerca a mi pronunciando más palabras. Estoy tan concentrado en mis pensamientos que no soy capaz de escuchar nada de lo que me dice.
—Oye, Ty —me siento en el sofá apartando los pies del mismo— Ya está. Tu sofá está a salvo—alzó ambas manos como sobreprotegiéndome.
—No te quiero volver a ver poner las zapatillas sobre mi sofá —refunfuña cruzándose de brazos.
— Yo no quería tampoco volver y ya ves. Estoy aquí de nuevo —termino la copa.
— ¿Y por qué veniste? ¿Qué misión secreta pretendes cumplir esta vez? —arquea la ceja con expresión divertida. Bien, ya se le pasó el enfado.
—Si te lo cuento. Ya no es secreta —dejo las palabras en el aire.
Tyler sigue siendo el de siempre. Con 30 años continúa envejeciendo cada vez más. Sus ojos son claros aunque sin sentimiento alguno en ellos y su pelo es castaño muy oscuro. Vestía a la moda aunque sin sobrepasarse y su simpátiquez se hacía visible según su estado de ánimo. Es fácil manipularlo.
Mm... Tengo hambre. Me ruge el estómago como el motor de una motocicleta. Perfect, mis pilas ya están cargadas al cien por cien de nuevo. Es hora de comer...
— Ty, ¿te importa si salgo un momento? Tengo que hacer una cosa —interrumpo el silencio entre ambos.
— ¿A las 23:00 de la noche? Siempre me sorprendes, Gabe —bebe otro sorbo de la copa.
Cojo una cazadora y salgo de la gran mansión. Mis tripas seguían retorciéndose en mi interior.
Bien, ahora me toca actuar a mí.
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Roja Obsesión
ParanormalÁngeles, demonios... Monstruos sin piedad Que actúan como Dios Sin ninguna muestra de bondad Vampiros, lobos... Se suman a la maldad Siguiéndoles como completos bobos Esa es la cruda realidad. ¿Es qué nadie les salvará de la verdad? ~ Gabriel Mille...