Narra Gabe:
Noto que me siguen, observo de reojo. Me volteo con rápidez y clavo mi mirada en ella.
- ¡Tú y yo tenemos que hablar! - pronuncia.
Resoplo cruzándome de brazos. Escucho su propia sangre fluír con rápidez.
Se acerca a mi con aire amenazador. Aprieta los puños observándome con el ceño fruncido.
- Tú dirás - volteo los ojos y meto las manos en los bolsillos.
Es lindo ver a una rubia cabreada. Es cierto lo que dicen, parecen tan inofensivas pero a la hora de la verdad son aún peores que el resto. Menos mal que dejó la lima de uñas sobre la mesa... No me fío de ella.
- No, eres tú el que me la debe - refunfuña mirando a los alrededores.
Ah, ya entiendo. Le gusta montar numeritos pero sin gente no tiene merito.
- Que yo sepa no hice nada - me excuso mirándola desde abajo.
- Ignorarme es lo que has hecho - inclina la cabeza pestañeando repetidas veces.
- No te ignoro solo paso de ti - hago una pequeña mueca mirando hacia arriba y luego bajando la mirada hacia la izquierda.
- ¿Perdona? Esto va enserio, tio - me mira desafiante elevando la voz mientras se hace la ofendida.
Sí, lo que dije también va enserio aunque... parece que no te cabe en la cabeza.
- ¿Por no sentarme contigo ya te ignoro? - miro hacia abajo rascándome la barbilla.
- Escúchame bien - da un paso acercándose más a mi. Me mira inexpresivamente a los ojos poniendo morritos - A mi nadie me rechaza. ¿Sabes por qué? - me agarra la barbilla con fuerza acercándose a mi rostro para que le preste atención - Porque me temen - dice entre dientes observando mis labios. Siento su expiración cada vez más cerca de mí - Y me encanta que lo hagan. Es una forma de que aprendan quien manda aquí, aportándoles miedo.
Oh no, lo de ser popular se te está subiendo mucho a la cabeza, querida.
Apoyo mis manos sobre las suyas y las aparto con rapidez de mi rostro. Ella continúa distante hacia mí aunque sus hombros se mantienen erguidos. Se siente poderosa, orgullosa de si misma.
- No es bueno que te teman, créeme. Te tratan como si fueras un bicho raro y nadie se te acerca - le susurro cerca de su oído.
Doy varios pasos hacia atrás sin dejar de mirarla expectante.
- De todas formas, gracias por dejármelo claro - consigo decir sin sonreír.
Me volteo y la dejo de nuevo sorprendida, pensativa... Seguramente estará maldiciéndome de todas las formas posibles.
Yo no quiero que me teman es bastante molesto pero si que sientan odio hacia mi. Es bastante agradable y tener enemigos es bueno. Siempre debes de tener a una persona a mano para echarle la culpa de todas las putadas que te regala la vida.
No es bueno tener ese rencor acumulado.
Escucho de nuevo sonar el timbre. Me retuerzo de nuevo, es totalmente irritante.
Veo a un montón de personas salir de las clases a gran velocidad como si les entrara un apretón y no pudiesen aguantar mucho más. Es normal hacer eso cuando te encuentras en clase de sociales intentando que no se te cierren los ojos.
Camino por el pasillo sin saber a donde dirigirme.
De repente, alguien me sorprende poniendo una mano sobre mi hombro para llamar mi atención. Me volteo al momento. Sí, mis seis sentidos siempre están alerta.
Toda la tensión de mi cuerpo se va al encontrarme a Daniel detrás de mí.
- ¿Te asusté? - ríe falsamente soltándose de mi hombro.
- Yo nunca me asusto - digo con voz ronca mirándole de arriba a abajo.
- Tio, te estaba buscando. La directora dice que quiere verte. ¿Ya te andas metiendo en líos el primer día? - sonríe saludando a una joven que pasa por su lado. Cuando la chica se fue, silvó observando el trasero de la misma. Puse los ojos en blanco.
Me observa nuevamente cambiando rápidamente su expresión facial.
- Bueno, ¿qué tal el coñazo de los profesores? - murmura divertido golpeándome el pecho no muy fuerte aunque más que Tyler.
No, ya me llega con tener a Tyler en casa, no quiero otro en el instituto.
- Un puto muermo y a la vez interesante - alzo una ceja jugueteando con mi colgante.
- ¿Interesante? Eso creo que no tiene nada que ver con las clases. Ya me estás contando - levanta ambas cejas intrigado. ¡Qué manía con los cotillas!
- Poca cosa. ¿Sabes? Nunca debes rechazar a una rubita o te las verás con ella - le aconsejo asintiendo con la cabeza.
- Oh, Gabe. Si tú supieses... ¡Siento una gran debilidad por las rubias! - se muerde el labio de solo pensarlo - Y tú hiciste muy mal en rechazarla - me regaña señalándome con el dedo índice.
- No te quejes, puedes quedártela si quieres - le guiño un ojo apoyando una mano sobre su hombro y mirándole con cierto sarcasmo.
Él ríe al escucharme y ladea la cabeza sin créerselo.
- No creo que pueda hacerle un hueco en mi agenda. Está repleta, tio - gruñe bajando la mirada un segundo.
- No sabía que tenías agenda. Eres más organizado de lo que creía - meto mis manos en los bolsillos.
- Existen muchas cosas de mi que aún no sabes, Gabe - me observa penetrante.
Le observo a la vez perplejo pensando en sus palabras.
Eso ha sonado muy... amenazador. Ok, hoy todo dios las tiene en contra mía.
- Lo sé pero ya sabes que el tiempo es oro, Daniel - hago una pequeña mueca con los labios.
- Claro que si, tio. Con el tiempo te iré contando mi vida de mierda. Aunque poco hay que contar. En tres simples palabras - me observa sonriendo de lado y empieza a contar con los dedos - Sexo, drogas y mucha... - hace una pausa y continúa la frase en un susurro - ... sangre.
Mis ojos se abren de cuajo al escuchar la última palabra. Parece que se salieran de las órbitas.
Me paralizo, observándolo sin pestañear ni una milésima de segundo.
- ¡Tio, era coña! - ríe otra vez. Odio su risita. Se nota tanto que es forzada - Tenías que ver tu cara parecía un testamento.
Sonrío flojo bajando la mirada y posando una mano sobre mi frente. ¿En qué estaba pensando?
Tiene razón.
- Ya me estaba imaginando que eras un asesino en serie como estos de las películas norteamericanas - intento no quedar como un completo gilipollas.
- Claro, tio. Ahora voy yo y me lo creo - entorna los ojos mirando a los alrededores.
- Te dejo asimilarlo y recapacitarlo mientras le doy una visita a la directora - me muerdo la lengua.
- Ok. Te buscaré en el comedor a la hora de comer - me informa.
Asiento.
- Nos vemos - me despido pasando por su lado.
Él me contempla por última vez y se dirige al interior de su clase.
Está casi al lado de la mía. Pura casualidad.
Camino de nuevo por los pasillos con las manos en los bolsillos y la palabra "Sangre" aún en la cabeza. Soy un testarudo de cojones.
Al llegar al despacho de la directora, ella me sonríe de nuevo y comienza a soltarme un rollo sobre el protocolo de las taquillas.
¿No era más fácil darme la llave y punto? Aunque pensándolo bien... así pierdo clase.
Odio los lunes y aún más a las rubitas mosqueadas.
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Roja Obsesión
ParanormalÁngeles, demonios... Monstruos sin piedad Que actúan como Dios Sin ninguna muestra de bondad Vampiros, lobos... Se suman a la maldad Siguiéndoles como completos bobos Esa es la cruda realidad. ¿Es qué nadie les salvará de la verdad? ~ Gabriel Mille...