Narra Rubby:
Parece haberme llevado siglos llegar hasta aquí. La extensa montaña que había que subir para llegar a la casa/mansión de Gabe Miller era enorme y como resultado, había gastado todas mis fuerzas.
Llamo a la puerta con la respiración aún agitada.
La puerta tarda en abrirse y apenas se escuchan ruidos en el interior aunque las luces están completamente encendidas. Por lo menos las de la planta baja.
La mochila que llevo en la espalda pesa demasiado para mis minúsculos y estrechos hombros.
Necesitaba un respiro, un gran vaso de agua y un lugar donde descansar las piernas.
La puerta de abre de repente y Gabriel se situa frente a mis ojos.
Llevaba unos vaqueros gastados, una camiseta de mangas oscura y se encontraba sin ninguna protección en los pies. Estaba totalmente descalzo en la entrada de su casa.
No me da tiempo a responder. Gabe se apoya en la puerta ligeramente abierta. Apenas se puede ver el interior de la casa.
- ¿Quién eres? - pregunta frunciendo el ceño.
Noto algo en el pecho, algo muy fuerte que me causa un cierto dolor en lo más adentro.
No se acuerda de mí, eso puede resultar muy traumático.Somos compañeros de clase. ¡Mierda, hasta le presté un libro!
- Soy Rubby. Una compañera de tu clase - le indico con la voz más tenue de lo habitual.
- Ah, ¿qué quieres? Estoy ocupado - mira a los alrededores como si tuviese miedo de algo o alguien.
- Venía a traerte los deberes de hoy... Me mandó el tutor.
Ahora mismo parezco una gelatina. Con solo tocarme con un dedo me habría caído al suelo.
- Oh, bien - dice mientras rebusco en la mochila todos los apuntes.
- Aquí tienes - le entrego el material extendiendo mis brazos.
Sus manos rozan las mías, eso me provoca un escalofrío por todo el cuerpo. Él no parece notarlo y da un paso atrás sujetando aún la puerta.
- Chao - se despide en un murmuro.
- Amor, hay una mancha en una de las sábanas de tu cama. ¿Salirá con lejía? - anuncia una mujer joven de unos veinte y pico ligera de ropa y con una botella de lejía en la mano izquierda.
Sé lo que eso significa. Por eso no me dejaba entrar, no quería que viese a su hermosa y estupenda novia ni que estropease su fantástica noche.
Él se queda petrificado y la observa con la mirada perdida.
- Bueno, veo que estás ocupado. Tengo que irme a casa, nos vemos mañana... - susurro dándome la vuelta y abandonando el lugar.
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Roja Obsesión
ParanormalÁngeles, demonios... Monstruos sin piedad Que actúan como Dios Sin ninguna muestra de bondad Vampiros, lobos... Se suman a la maldad Siguiéndoles como completos bobos Esa es la cruda realidad. ¿Es qué nadie les salvará de la verdad? ~ Gabriel Mille...