Narra Rubby:Llego a clase y me siento cerca de Dory. Dory es mi media naranja. No es tan popular como Annie pero también es muy linda. Tiene los ojos verdes apagados, su pelo rizo cae por su espalda haciéndole cosquillas y es de piel morena. Es bastante tímida, desconfiada, sensible pero a la vez bastante fría.
Su principal defecto es que guarda todo para si y no cuenta absolutamente nada aunque por dentro esté muriendo de dolor.Le sonrío cariñosa. Dejo la bandolera sobre mi pupitre y me acerco a ella.
Le abrazo por el cuello posando mi mentón sobre su hombro y veo que contiene un libro en sus manos. Al darse cuenta de mi presencia, su cuerpo responde alterándose con rápidez. Dory cierra el libro y me observa.
- Hola Do - sonrío aún en su hombro - ¿Te asusté? - me erguí aún apoyándome en sus hombros.
- No... solo estaba distraída. Ya sabes... - guarda sus cosas en la mochila y me sonríe nerviosa.
- ¿Cómo está tu abuelo? - le pregunto mirándola compasiva.
- ¿Mi abuelo? - pregunta perpleja.
- Sí. Ayer me llamaste diciéndome que no vendrías a clase debido a que tu abuelo estaba enfermo. ¿Cómo se encuentra? - camino poniéndome en frente de ella para poder charlar más cómodamente.
A Dory le pasa algo y como siempre... No quiere contármelo. Tal vez, sea por lo de su abuelo. Ya van tres veces que se queja del corazón y la verdad es que por más que le hacen pruebas no consiguen hallar la causa de su molestia.
Tal vez sea por sus principios de alzheimer y comience a desvariar. Me dijeron que también padecía de eso. No tengo ni idea.
- Ah... Si... Está mejor - baja la mirada jugueteando con sus dedos.
Está nerviosa.- Dory, ¿qué te pasa? Estás que no estás. Cuéntame - me pongo de cuclillas frente a su mesa y le cojo de la mano para darle confianza. Ella puede confiar en mí. Lo sabe.
Traga saliva.
- Es muy largo de contar, Rub. Supongo que no soy quien pensaba ser... - dice con ojos humedecidos.
¿No es quien pensaba ser? Eso lo escuché en alguna novela latinoamericana aunque con un acento más trabajado.
No entendía nada de lo que Dory intentaba explicarme. Le ocurre algo y a mi no se me dan bien las indirectas por desgracia.- ¿Cómo qué...?
- ¡Chicas!
En ese instante, Annie me interrumpe apareciendo por la puerta. Luce una enorme sonrisa y su voz es más dulce de lo normal. Tal vez, este nuevo rollete le vaya bien. La veo contenta, feliz...
Aunque me fastidia que haya interrumpido mi interrogatorio. ¡No pasa nada! Dory no se librará de mi tan fácilmente.
- Hola Annie - saludo devolviéndole la sonrisa.
- ¡Hola mis bellas y hermosas amigas del alma! - me rodea el cuello con el brazo derecho y me estruga con cariño. De verdad, la quiero muchísimo pero sus abrazos son letales - ¿De qué hablábais? - cotillea alzando una ceja.
- Del abuelo de Dory - respondo mirando a la misma de lado. Espero no haber hablado de más...
- ¿El qué está como una puta cabra? - ríe observando a ambas.
Dory comienza a toser con ganas. Cierra los ojos retorciéndose por dentro.
- ¡Dory! ¿Estás bien? - pregunto acercándome a ella.
- Dory... - me sigue Annie cambiando su expresión. Se acerca a Dory preocupada.
Acaricio la espalda de Dory con cariño. Ella continúa tosiendo y abre los ojos por un momento.
Suspira hondo y vuelve a cerrarlos.
Observo petrificada esa imagen que queda fijada en mi mente. Si, esos ojos amarillentos del color del oro. Tan resplandecientes...
Pestañeo unos segundos y vuelvo a mirarle. Tiene los ojos verdes oscuros como siempre.
Bien, el abuelo de Dory no es el único que se está volviendo paranoico.Dory, se levanta del asiento con rápidez. Coje su mochila y se va a paso ligero por la puerta aún sin dejar de toser.
-¡Dory!- vuelve a gritar Annie e intenta correr para alcanzarle.
Pongo una mano sobre su abdomen impidiéndole el paso.
- Necesita estar sola.
- ¡Mierda! No tenía ni idea de que lo que dije de su abuelo le afectaría tanto... - susurra arrepentida.
- No creo que fuera por eso. Le ocurre algo y debemos descubrir el qué. No me gusta entrometerme en la vida de los demás pero está claro que Dory necesita nuestra ayuda - afirmo volviendo a tomar asiento ya que la profesora se encuentra frente la puerta de clase.
Annie repite mis pasos y se coloca en la penúltima fila. Un poco más lejos de mi.
- Buenos días - dice en tono muy bajo la profesora de historia. Odio esta clase. Creo que es la única en la que me duermo en solo 2 segundos después de haber comenzado.
La profesora Robin acomoda sus cosas mientras los demás compañeros charlan entre ellos.Annie saca su lima de uñas y comienza a darles forma mientras tanto. Sonrío pero mi expresión cambia rápidamente al acordarme de Dory. Su compartamiento es tan sumamente extraño que no logro entenderlo. Le he dado mil vueltas y sigo sin averiguar nada.
- Bien, chicos. Pasaré lista - la profesora se sienta sobre su escritorio y coge un pequeño bloc junto con un bolígrafo.
Rutina... y más rutina. Volteo los ojos y saco mi cuaderno. Comienzo a leer uno de mis poemarios favoritos. Amo los poemas me llevan a otro mundo.
Mientras la profesora realizaba un gran repaso de todo lo que dimos yo seguí en mi mundo bastante concentrada.
Al escuchar el ruido de la puerta abrirse, todos miraron hacia allí.
Me doy cuenta y observo a la persona que acaba de entrar.
Es un chico más o menos de mi edad. Me suena su ropa, su cabello... Me resulta peculiar el color apagado de sus prendas.
Sus ojos son verdes apagados aunque noto un brillo especial en ellos, sus labios son finos y forman una línea recta, su nariz es realmente perfecta, sus facciones son perfectas como si estuvieran medidas a la perfección con una regla pero lo que más me sorprende es el color pálido de su piel.
Me gusta estar en casi la primera fila. Puedes observar todo con exactitud.No sonreía ni una sola vez, era frío y un poco distante aunque supo responder muy bien ante la riña de la profesora Robin.
Me llamó la atención.
No era como el resto, parecía diferente a los demás. Lo observé con detenimiento y cuando me di cuenta nos estábamos mirando el uno al otro, cara a cara. Si piensa que puede intimidarme... va por mal camino.
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Roja Obsesión
ParanormalÁngeles, demonios... Monstruos sin piedad Que actúan como Dios Sin ninguna muestra de bondad Vampiros, lobos... Se suman a la maldad Siguiéndoles como completos bobos Esa es la cruda realidad. ¿Es qué nadie les salvará de la verdad? ~ Gabriel Mille...