Capítulo XXI: 'Unamos nuestras almas...'

771 61 4
                                    

Habían pasado unos días desde que Eric y yo habíamos comenzado de nuevo, no habíamos hablado de que éramos, ni de los planes que teníamos, solo estábamos él y yo con ganas de aprovechar esta oportunidad que nos había dado la vida.

Nadie sabía de nuestra conversación, ni de que lo estábamos volviendo a intentar por así decirlo...Habíamos decidido que cuando las cosas estuvieran claras se lo contaríamos a las personas que son importantes para nosotros, pero de momento queríamos que ese secreto siguiera siendo nuestro. A veces se me hacía difícil mentir pero sobre todo disimular delante de nuestros amigos, Eric se había vuelto acercar al grupo gracias a mí, volvía a ser ese chico que no perdía la sonrisa y todo el mundo me achacaba a mí la culpa, pero era la culpa más bonita que había sentido.

Hay alguien que por más que lo negáramos nunca nos creería, César. Nos pasábamos la mayoría de los días juntos y se notaba que ya no había esa tristeza en el ambiente cuando nos veíamos, estábamos bien, tranquilos...estábamos juntos en esto.

-César deja de hacerme fotos...-dije sonriendo.

-No, venga que yo soy el fotógrafo y tu eres mi modelo, por favor Ainhoa...-dijo haciendo pucheros sabiendo que con eso no le podía negar nada.

Comencé a moverme y a posar para la cámara que sostenía César en sus manos, cuando de repente alguien puso sus manos en mi cintura y solo tocándome supe que era él porque con solo tocarme conseguía que mis nervios estuvieran a flor de piel.

-Ahora a los dos juntos...-dijo Eric abrazándome muy fuerte por detrás.

Después de la magnífica sesión de fotos de César nos sentamos en el sofá del patio y comenzamos hablar. Hubo un momento en que el sentí como César no nos quitaba los ojos de encima.

-¿Pasa algo?-dije mirándole.

-No, solo que sois muy malos actores...-dijo sonriendo.

-¿Por qué dices eso César?-preguntó Eric.

-Porque estáis enamorados hasta las trancas y hacéis como que eso no está ahí...-dijo acercándose a nosotros- Pero eso se refleja en cada poro de vuestra piel, en cada gesto, en cada mirada...-dijo sentándose encima de Eric.

-A veces pienso que eres un adulto metido en un cuerpo de niño...-dije sonriéndole.

-¿Llevo razón, verdad?-preguntó alegre.

-Digamos que si, hemos hablado y estamos intentándolo...-dijo Eric tomando mi mano para llevarla a sus labios- Pero no se lo hemos dicho a nadie, queremos tener las cosas claras campeón...-dijo haciendo que César guardara nuestro bello secreto.

-Prometo que no voy a decir nada...-dijo levantándose mientras se acercaba a la puerta para marcharse- Eric, Ainhoa...-dijo llamando nuestra atención- Me encanta volver a veros sonreír...-dijo haciéndonos emocionar.

***

-A veces me pregunto cómo mi hermano después de todo sigue teniendo ese enorme corazón...-dijo Eric mientras me abrazaba.

-Eso es lo bueno de los niños, que no guardan nada malo, ni rencor, ni odio...todo es amor y sinceridad...-dije acariciando su cara con mis manos.

-Después de todo he hecho algo bueno dentro de algo malo...-dijo Eric orgulloso- He hecho que mi hermano no cayera en la depresión que yo caí...-dijo agachando la cabeza.

-Tú eres su mejor medicina, eres su ejemplo a seguir...-dije tomando su mentón para que me mirara.

-Hablando de medicinas, tú has sido la cura para este corazón roto...-dijo Eric haciéndome sonrojar.

-Yo no he hecho nada, solo enamorarme cada día más de ti...-dije sonriendo.

-¿Alguna vez quisiste dejarlo todo y olvidarme?-preguntó serio.

-Muchas veces, pero sabía que no iba a poder... ¿sabes por qué?- pregunté mientras él negaba- Tú eras ese algo que deseas con todas tus fuerzas, que no imaginas el momento en que llegue, que puede que tarde pero sabes que la recompensa va a superar cualquier espera...-dije cerrando los ojos.

-Pues yo pensaba que nunca llegarías...y llegas y otra vez le das la vuelta a mi mundo, pequeña-dijo tomando mi cara entre sus manos- y no sabes como dolía querer apartarte, no querer mirarte y no poder, porque eras la tentación más bella en la que caer...-dijo mirando mis labios.

-¿A qué esperas?-pregunté impaciente-¡Bésame tonto!-dije acercándome a su rostro.

Y pasó, pasó lo que tenía que pasar. Con ese beso supe que las cosas no iban a volver a ser malas, que todo lo que estaba por venir no iba a acabar enamorando como nos enamoramos uno del otro. Sabía que iba a costar, que había que luchar porque éramos muy distintos, éramos dos distintos que necesitaban estar juntos para ser iguales.

-No sabes cómo te necesito...-dijo Eric apoyando su frente en la mía.

-No pares de necesitarme...-dije haciéndole sonreís porque sabía lo que significaba.

Cogió mi mano y subimos a su habitación, cerró la puerta tras de él y se giró para mirarme y sonreírme, una sonrisa que hizo que mi interior se relajara.

Me levanté y rodeé su cuello con mis manos para después besarle. Besarlo hacia que me calmara, me hacía saber que todo iba a ir bien. Y sentía como apretaba su cuerpo contra el mío como si no me tuviera demasiado cerca.

Levantó sus fuertes brazos para que le sacará su camiseta y yo hice lo mismo para me quitara lo mismo. Me dio la vuelta y rodeó mi cintura con sus brazos para después apartarme el pelo y llenar mi cuello de besos y caricias haciéndome llegar al mismo infinito.

Después volví a girarme para mirarle a los ojos y me miro traviesamente sabiendo que estábamos pensando lo mismo.

Nos separamos unos centímetros y ambos comenzamos a quitarnos los pantalones, quedando en ropa interior.

Volvimos acercarnos y cogió mis piernas para que me subiera a horcajadas en su cuerpo y me besaba con pasión y con amor haciendo que sintiera algo que nunca había sentido estando con él...un fuego que no podría apagarse nunca.

Después me dejo caer en la cama y apoyo su cuerpo contra el mío, su piel contra mi piel...haciendo que lo deseara cada vez más.

Bajó los tirantes de mi sujetador para besarme los hombros y después llegó al broche de él haciéndome sentir vergüenza, me tapé con las manos.

-No te tapes, eres hermosa...-dijo admirando mi cuerpo.

Cuando estábamos completamente desnudos sentía que mi cuerpo iba a explotar del amor que sentía.

-Eric...-dije faltándome el aire por los besos.

-Pequeña...-dijo sin dejar de besar mi vientre.

-Gracias por hacerme sentir especial...-dije mirándole los ojos.

-Gracias por dejarme ser el primero y el único...-dijo tomando mis manos con las suyas.

Y unos segundos después estaba dentro de mí, nuestros cuerpos estaban fundidos, principio dolía un poco pero con el paso del tiempo todo acabo siendo placer.

Nunca me había sentido así, nunca me había sentido tan bien, nunca había pensado que fuera tan maravilloso.

Siempre supe que hacer el amor no era solo físicamente, era una unión de almas.

-Te quiero...-dije mientras caía una lágrima de felicidad de mi mejilla.

CONTINUARÁ...


La casualidad más bonita de mi vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora