Capítulo XXVI: No te volvería a fallar.

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Había llegado el día de partir hacia Madrid, al parecer Ainhoa y había llegado aquí y estaba ansiosa por vernos. Con este acontecimiento me he dado cuenta de tantas cosas pero sobre todo que Ainhoa es la persona más noble que existe sobre la faz de la tierra.

Después de haberla echado de mi vida por así decirlo, después de haber pensado que toda la culpa de mi desgracia la tenía ella y después de recibir el desprecio de mi hermano, el que por cierto está muy arrepentido de lo que paso con ella. Cuando me contó todo lo que le había pasado con Ainhoa me enfade mucho por el simple motivo de que nadie merecía que la trataran así porque puede ser que ella y yo no estuviésemos pasando por el mejor momento pero a pesar de todo sabia que Ainhoa me seguía queriendo como siempre lo había hecho, es decir, como si la vida dependiera de ese sentimiento.

Bueno como os iba diciendo no podía creer que a pesar de todo la cosa que más la seguía caracterizando fuera su nobleza. Y con querer verme me había demostrado que esto no estaba tan olvidado como había pensado que estaría para ella.

Ella, era de esas personas que solo te encuentras una vez en la vida y que cuando lo haces no quieres soltarla jamás. Ella, podía venir viento y marea que iba a seguir siendo indomable o mejor dicho indestructible, ella podía enfadarse pero era la persona menos rencorosa del mundo y eso a la larga lo agradecí más que seguir con vida porque si Ainhoa hubiera sido otra me hubiera dejado, me hubiera desamparado a la primera de mis tonterías y aún así seguía ahí. Después de la distancia que puso la vida cuando éramos niños, después de que Laura nos separara, después de que no le contara sobre mi viaje a Galicia, después de la muerte de mi madre, después de su viaje a Nueva York, después de mi odio sin motivo alguno, después de mis estúpidos celos seguía ahí y yo lo sentía, sentía que podían pasar miles de cosas que al final de este camino me volvería a encontrar con ella y me refugiaría en sus brazos como si en ningún lugar del mundo hubiera la suficiente protección.

-¡Eric!-me llamó la atención Ana- ya hemos llegado...-dijo sonriendo.

-Lo siento...-dije mirando a través del taxi el hotel en el que nos íbamos a alojar y en el que se encontraba ya Ainhoa- Estaba pensando...-dije mirándola.

-En ella... ¿verdad?-preguntó sonriendo-Solo te voy a decir algo, aprovecha el tiempo que la vas a tener al lado, dejar de haceros daño el uno al otro y decidiros a vivir este amor único que la vida os ha dado...-dijo haciéndome sentir que ese amor era verdaderamente único porque a pesar del tiempo, de la tierra que nos separaba y de la gente seguí ahí.

-Me toca volver a arreglar lo que destruí...-dije bajándome del coche con ella.

-Si estuviera destruido tendrías que arreglarlo pero tanto tú como yo sabemos que todo sigue igual...-dijo ilusionada- Digamos que hay que volver hacerlo indestructible como una vez lo fue, como cuando erais niños y no os importaba nada...solo volver a veros-dijo haciéndome volver a recordar todo lo que habíamos pasado.

-Este amor me ha traído tantas cosas buenas que superan a todo lo malo que nos ha pasado y una de esas cosas eres tú...-dije poniendo mi brazo sobre sus hombros para atraerla hacia mí y besar su cabeza- Gracias por ser su amiga pero sobre todo que a pesar de todo lo que le hice seguir siendo la mía...-dije haciendo que su mirada se cristalizará.

-A mi no tienes nada que agradecerme pero ya que estamos...gracias por haberme enseñado que el amor puede encontrarse en cualquier momento, en cualquier lugar...-dijo haciendo que mi felicidad aumentara por momentos.

***

Estaba ensayando en el lugar donde sería el concierto, tanto tiempo sin estar en España que ya no recordaba como era el calor del verano, esa calor que te consumía y que no te dejaba libre.

Nos encontrábamos descansando todos mis compañeros y Justin se encontraba haciendo las pruebas de sonido mientras nosotros no dejábamos de animarlo. Allí también se encontraban algunos familiares de algunos de los bailarines que habían decidido viajar hasta aquí. Yo había entregado los nombres de Ana, Max y Eric a los guardias que vigilaban la entrada por si en cualquier momento se les ocurría llegar.

Y cuando menos lo esperaba aparecieron, estaba jugando con Sonia a tirarnos agua por el calor que hacía y todos nuestros compañeros se reían.

-Creo que tienes visita...-dijo Sonia mirando detrás de mí.

Y ahí en ese momento todo se paró porque volví a ver a las tres personas más importantes de mi vida.

Ana no lo dudó y salió corriendo hacia mí como si la vida dependiera de ello. Y me abrazó tan fuerte que sentí que por más veces que me cayera al suelo ella estaría siempre para sujetarme y para hacerme sentir mejor.

-Mi amiga, mi hermana...-dijo en mi oído gritando- No sabes lo mal que llevo no tenerte a mi lado...-dijo haciendo que se asomara alguna que otra lágrima por mis ojos.

-Estas más rubia que nunca...-dije mirándola de arriba abajo y sin duda estaba espectacular.

-El sol que se me pega mucho...-dijo bromeando- y tú estás más sexy que nunca, normal que tengas a la estrella del momento loco...-dijo haciéndome sonrojar.

-¿Y para mí no hay abrazo?-dijo un Max poniendo pucheros.

Y no lo dudé y lo atraje hacia mí para abrazarlo, había echado tanto de menos a mi mejor amigo que cuando lo tenía tan cerca no sabía si era de verdad.

-Has crecido...-dije sonriendo mientras le revolvía el pelo.

-Sí, ahora entiendo cuando Eric decía que estabas mejor que nunca...-dijo haciéndome sentir nerviosa.

-¿Y él como sabia como estaba?-pregunté curiosa.

-Se tragaba todos esos programas del corazón donde hablaban de ti...-dijo haciéndome reír- Pero no le digas nada...-dijo haciendo que asintiera- Ahora ves y abrázalo como si fuera la última vez...-dijo apartándose del camino que nos separaba.

Y ahí estaba su pelo más negro y largo que nunca en una especie de tupé que lo hacía parecer uno de esos modelos de las grandes marcas, sus ojos eran más marrones que de costumbre hasta el punto de parecer negros y eso solo pasaba cuando estaba nervioso.

No lo dudé y corrí hacia él, dándome igual que la gente nos mirara, dándome igual que me cayera, dándome igual que todo esto fuera un sueño del que más tarde despertaría.

Rodee su cintura con mis piernas y él me abrazó y en ese momento supe que las cosas volvían a ir bien.

Rodee su cintura con mis piernas y él me abrazó y en ese momento supe que las cosas volvían a ir bien

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-Estas aquí...-susurré en su oído sorprendida.

-¿Qué pensabas que te iba a volver a fallar?-dijo sonriendo.

CONTINUARÁ...

La casualidad más bonita de mi vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora