EPÍLOGO.

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7 Meses después...

Me desperté cuando los rayos del sol impactaron contra mi cara, sentía tanto calor y cuando me moví y a la vez abrí los ojos y me encontré a alguien a mi lado no pude reprimir las ganas de sonreír.

Se veía tan hermosa durmiendo, tan tranquila, tan pacífica...

Aunque a mí me gustaba de todas maneras, me gustaba recién levantada y con los pelos a lo loco, me gustaba cuando bailaba y el sudor le corría por todo el cuerpo, cuando estaba desnuda mientras hacíamos el amor y es que estos meses había aprendido a querer cada una de sus facetas tanto las buenas como las malas.

Y os estaréis haciendo una pregunta... ¿se quedó?

Sí, Ainhoa se quedó conmigo para volver a intentarlo. Y de momento no nos arrepentimos, estos meses están siendo mágicos, hemos aprendido a convivir juntos, sí, porque estamos viviendo juntos.

Aunque cuando se lo propuse le dio mucho miedo, todavía recuerdo su cara aterrada por la idea, pero con el tiempo le demostré que era lo mejor que había elegido sin duda.

Despertar junto a ella, hacía que quisiera dormir para levantarme y verla de nuevo.

Estos meses habíamos ayudado a Max y Ana con su mudanza a una casa, habíamos ayudado a preparar para la llegada de Vera, el bebé de nuestros amigos.

También habíamos comenzando a trabajar, Max y yo seguíamos con la asociación para ayudar a jóvenes con problemas de adicción y estábamos formándonos para algún día ser profesionales y tener al alcance de nuestras manos la posibilidad de arreglar sus vidas. Esto me había hecho darme cuenta de que yo podía haber tenido una vida difícil pero que estos chicos arrastraban con ellos cosas que jamás en mi vida me hubiera imaginado que pudieran ser reales.

Ainhoa había abierto una academia de danza en la ciudad y cada vez tenías más alumnos que querían convertirse en la magnífica bailarina que era ella. Se le veía feliz con su trabajo.Ana también daba algunas clases aunque ya los últimos meses el médico le aconsejó que lo dejara. Entre medias también había seguido estudiando psicología y no sabéis lo bonito que era ver lo luchadora y lo trabajadora que era mi chica.

¿César? César vivía con nosotros, al principio le costó adaptarse porque creía que Ainhoa no lo querría como antes después de la conversación que tuvieron en el accidente. Pero Ainhoa se ha encargado de demostrarle que siempre será su debilidad y que pasen los años que pasen nunca lo abandonará.

¿Sonia? Sonia seguía de gira con Justin, hasta ya se hablaba de una posible relación entre el cantante y ella pero nunca lo admitirían.

Cuando estaba pensando en cómo nos había cambiado la vida a todos en este tiempo me sonó el móvil. Lo cogí rápidamente para no despertar a Ainhoa.

-Eric...-dijeron al otro lado de la línea.

-¡Max!-dije sonriendo.

-Voy para el hospital con Ana...-dijo haciéndome levantar de la cama.

-¿Ya viene?-pregunté ilusionado.

-Ya viene mi hija...-dijo antes de colgar.

Había llegado la hora de verle la carita a esa niña a la que íbamos a amar tanto.

-¿Quién viene?-preguntó Ainhoa adormilada.

-Pequeña...-dije mientras cogía su cara y la besaba- Vera está en camino...-dije ilusionado.

-¿Qué?-dijo sonriendo- Tenemos que irnos al hospital...-dijo levantándose para ir directa al armario para sacar su ropa.

-A veces envidio con la energía que comienzas el día...-dije levantándome y rodeando su cintura.

La casualidad más bonita de mi vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora