El libro invisible de Santiago García-Clairac
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-¿Y cómo sabes tú lo que pienso?
-Porque soy escritora. Y los escritores sabemos mucho sobre las personas.
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Está tan emocionada con la lectura, que hasta parece más... sí, más guapa.
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Ahora resulta que todo el mundo cree en las cosas invisibles menos yo. Parece ser que vivimos en un mundo lleno de objetos y personas que no se ven.
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Efectivamente, tal y como sospechaba, resulta que hay cosas invisibles en mi personalidad.
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Esta chica es un huracán, un vendaval, un tornado. ¡Dios mío! Está loca y quiere volverme loco. Quiere hacer de mí un lector de libros.
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-Mira los tortolitos. Vienen aquí a leer cartas de amor.
-Sí, como Romeo y Julieta –le apoya uno de sus amigotes.
-Eres un inculto –le responde Lucía-. Romeo y Julieta no leían cartas de amor.
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Escribir libros es como buscar tesoros... Es algo así como soñar que vas a encontrar una historia interesante que todo el mundo querrá leer. Un buen libro es igual a un tesoro.
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-Y se han burlado de nosotros –la apoyo.
-Pero a nosotros nos daba igual y seguíamos leyendo.
-Sí, y nos lo hemos pasado muy bien.
-Ha sido como vivir una aventura de verdad.
-Es que ha sido una aventura de verdad.
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-¿Por qué es invisible? -preguntó Sigfrido.
-No tiene nada de extraño, en realidad, todos los libros son invisibles hasta que alguien los lee..., ¿entiendes? -explicó pacientemente el más anciano-. Los libros se hacen visibles mientras son leídos. Después, se colocan en estanterías o se guardan en armarios y vuelven a ser invisibles. Lo importante es que alguien quiera leerlos.