El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín
Yo soy ingenuo; mi corazón y mi lengua no se contradicen jamás. Esto mismo la pido a usted, Paquita: sinceridad. (Don Diego)
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Y antes perderé la vida que renunciar al lugar que tengo en ese corazón… Todo él es mío. (Don Carlos)
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A un amante favorecido, ¿quién puede oponérsele? (Don Carlos)
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Yo no sé que vi en ella, qué excitó en mi una inquietud, un deseo constante, irresistible, de mirarla, de oírla, de hallarme a su lado, de hablar con ella, de hacerme agradable a sus ojos. (Don Carlos)
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DON DIEGO.- Me ha dicho que está pronta a obedecer a su madre y darme la mano, así que...
DON CARLOS.- Pero no el corazón.
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DON CARLOS.- Yo he sido el primero, el único objeto de su cariño, lo soy y lo seré... Usted se llamará su marido; pero si alguna o muchas veces la sorprende, y ve sus ojos hermosos inundados en lágrimas, por mí las vierte.