Capítulo 15. "Reacciones inesperadas y arrepentimiento"

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_______'s Pov.

Vi una expresión puramente de horror en el rostro del hijo de Hades, observándome con impresión, e incluso pude ver algunas lágrimas resbalando por sus pálidas mejillas, quizás recordando algo que mi "padre" le había hecho en algún momento de su vida.

- N-Nico, yo... -Intenté tocar su mano, pero él se apartó con rapidez, retrocediendo con temor.

Algo en mi interior se había lastimado y roto al ver sus ojos oscuros dedicarme miradas de esa magnitud, aterrado, viendo en mi al dios que más llegaría a odiar en toda mi vida y mi supuesto progenitor.

- Lo lamento -Supliqué, cayendo de rodillas en la grama, dejándome llevar por la tristeza y mis sentimientos en general por primera vez en mi vida.

Pero ya era tarde, cuando alcé la vista solo pude ver un par de sombras disolviéndose en el ambiente.

El único amigo que alguna vez había tenido, se había ido, como el resto de personas a mi alrededor. Yo solo causaba daño y dolor, justo como Eros lo hacía.

Comencé a caminar en dirección al lago con algo de dificultad e intentando reconfortarme a mi misma, cosa que se me dificultaba mucho. Lo había herido al decirle la verdad, en estos momentos odiaba haber regresado, prefería mil veces vivir en los campos del castigo para la eternidad a ésto.

Me dejé caer pesadamente bajo la sombra de un árbol, donde podía sentir perfectamente la brisa marina acariciar mi rostro y mi cabello, e hice algo que nunca a lo largo de toda mi vida había hecho. Oculté mi rostro entre mis rodillas y me rompí a llorar.

Me odiaba, a mí y a Eros por ocasionar toda esta situación.

Puse las manos en el suelo y empecé a dar inútiles puñetazos en él sin poder parar las lágrimas que salían de mis ojos. No debía haberle dicho, no tenía porque.

Y ahí, sintiéndome mal a media tarde me preguntaba, ¿Desde cuando me interesaba lo que las personas pensaran de mi? De todos modos, no faltaría mucho, luego de haber terminado mi misión en esta epoca cuando me tocaría regresar al inframundo a mi deseado descanso eterno.

Pero con Nico era diferente, aunque no sabía muy bien por qué. Y me molestaba eso, detestaba sentirme así, débil.

- ¿Problemas graeca? -Me tensé al escuchar una voz masculina hablarme de forma apesumbrada, seguramente sintiéndose mal al verme en ese estado, considerando mi usual frialdad.

Alcé la vista, haciéndome una idea de quien sería el dueño de aquella voz.

Y ahí lo vi, parado frente a mí. Sus ojos color cielo viéndome con una comprensión poco propia de los de su clase, o eso me habían hecho creer en mis días de entrenamiento.

Pasé mis puños por mis ojos al tiempo en el que lo veía tomar asiento a mi lado, guardando un poco la distancia por si era necesario.

- Como no tienes idea, roman -Le llamé usando su propia lengua natal, el latín.

Le vi sonreír de costado mientras acortaba la distancia entre nosotros y me envolvía en una abrazo, dándome un gesto de cariño que jamás en mi vida recibí antes.

- ¿Sabes? Las rivalidades del pasado no tienen por que afectar una posible amistad entre nosotros dos. O al menos eso considero yo -Se encogió de hombros, acariciando mi cabeza de forma paternal. Asentí, sintiéndome un poco intimidada por sus gestos tan comprensivos conmigo- Puedes contarme, si quieres -

La duda ahora era, ¿Huiría el también?

Toda inseguridad se disipó al observar su cálida sonrisa dirigida a mí.

Remember me... |Nico Di Angelo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora