Capítulo 20. "¿Las flores hablan?"

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¿Recuerdan que dije que nada podía salir mal? Pues vaya que si se podía.

En aquel momento me encontraba frente a la puerta de la cabaña 13 revisando que todo en mí estuviese en orden. Tomé el spray para el aliento que Leo me había dado y eché un poco en mi boca para luego fruncir el ceño ¿por qué estaba haciendo aquello?

Cerré los ojos, aspirando profundo para luego dejar salir el aire de golpe. En un momento tuve un arranque de valor, ella iba a perdonarme. Mi mano giró el pomo de la puerta y entré a la habitación.

— ________ yo... —al haber pronunciado esas palabras vi como ella se dio la vuelta y pude jurar que mi rostro se puso más rojo que la cabaña de Ares.

Frente a mi tenía a mi amiga espartana que acababa de quitarse su blusa para, supuse yo, cambiarse. Me quedé helado notando como ella estaba semidesnuda de la cintura para arriba y no reaccioné hasta que ella me tiró una almohada en la cara cubriéndose como podía.

— ¡Salte!

— ¡Perdón! —respondí corriendo fuera de la cabaña aún con mi rostro totalmente rojo maldiciéndome a mí mismo por mi mala suerte. "Ella no lucía nada mal" y al instante me retracté de ello. Estúpidas hormonas adolescentes.

Me quedé un rato más afuera de la cabaña hasta esperar qus me hubiese calmado lo suficiente para volver a entrar. Esta vez di un par de toques en la puerta hasta escuchar un "pase" del otro lado así que entré.

Ella estaba ordenando su cama mientras recogía un par de cosas esparcidas por la habitación. Algo que no había notado hasta ese momento es que _______ había ordenado la cabaña, la usual capa de polvo que cubría todo los muebles había sido removida, los empaques de gomitas y demás golosinas esparcidos en el suelo estaban ahora en un tarro de basura en una esquina de la habitación y mi cama estaba perfectamente tendida.

Al volver mi mirada a ella para buscar agradecerle recordé lo sucedido minutos antes volviendo a sonrojarme un poco. Aclaré mi garganta y sin saber que decir dejé la flor y los chocolates en su cama ya ordenada ante su curiosa mirada.

— Yo solo, los encontré por ahí.

Ella ladeó la cabeza.

— ¿Los encontraste por ahí? ¿Quién deja una flor y chocolates por ahí? —pude jurar que tenía una expresión divertida en su rostro pero intentaba ocultarlo. Ella era muy analítica, tenía que cuidar mis palabras. Vi como ella abría la caja viendo los bombones y tomó uno de estos— no estarán envenenados ¿o sí?

Negué rápidamente ante su último comentario.

— Yo solo quería... Um... Yo, disculpa por...—no sabía como decir aquello. No era alguien que solía pedir disculpas.

— No te esfuerces —dijo ella negando con la cabeza tomando la flor— un tulipán ¿sabes lo que significa en el lenguaje de las flores?

Me sorprendí. Realmente no esperaba aquella pregunta. ¿Era una pregunta capciosa? ¿Las flores hablan?

Pensé en alguna de las muchas visitas de Deméter al inframundo intentando recordar si alguna vez había hablado de aquello pero descarté la idea. Dejaba de prestarle atención cuando hablaba de jardinería y en aquel momento me maldije por nunca haberle escuchado ¿quién lo diría?

La espartana sonrió de costado al notar que yo no tenía ni idea sobre aquella flor y se acercó a mí dejándola nuevamente en mis manos.

— En ese caso no puedo aceptarla —respondió volviendo a donde estaba anteriormente— no puedes regalar flores tan a la ligera, Di Angelo —me regañó— averigua su significado y verás que estás dando un mensaje erróneo —jamás imaginé que esa chica quien seguramente se había debatido la vida en múltiples batallas supiese al respecto.— los bombones si me los quedaré, tengo algo de hambre —bromea tomando uno y metiéndolo a su boca.

Parpadeé un par de veces tratando de procesar toda la información recibida.

— No me dirás lo que significa ¿no? —probé mi suerte, aunque sabía cual sería su respuesta.

Ella movió su cabeza diciendo que no. Suspiré.

— Me temo que deberás averiguarlo en otro lado.

Maldito Valdez, jamás pensamos en que esto pudiese llegar a pasar ¿Cómo carajos iba a saber yo que las flores tenían un significado? Al menos estaba algo aliviado, ella no parecía estar molesta por su más que evidente estupidez al enterarse de lo de Eros.

— Tú ¿no estás molesta? —pregunté con evidente asombro, era una charla demasiado normal. Incluso amena, no recordaba haber hablado nunca así con ella.

Se encogió de hombros comiendo otro bombón y extendiendo la caja hacia mí para que yo tomara uno y lo hice.

— No tendría por qué, tu reacción fue bastante normal. Nadie quiere a los hijos de Eros.

Negué nuevamente por lo que ella había dicho. No quería que pensara aquello.

— En su momento no lo pensé bien. Tuve ciertos problemas con tu padre y... —cerré los ojos antes de admitir algo que pocas veces hacía— tenía miedo, no de ti, si no de él. No quise que pensaras que me alejaría de ti por eso, pero suelo huir de lo que no quiero enfrentar.

Realmente no quería hablar de todo lo que había sucedido con Eros. Al final había comprendido que todo aquello era un malentendido luego de analizarlo por bastante tiempo, a mi no me gustaban los chicos, solamente admiraba a Percy pues era todo lo que yo deseé ser siempre.

Parecía que ella lo había notado pues prefirió obviar aquello.

— Al conocerme verás que soy muy diferente a Eros, de hecho soy la oveja negra de la familia.

Reí ante su comentario. ¿Cómo alguien tan bonita como ella podía haber llegado a causar vergüenza a su padre?

— ¿Puedo preguntar por qué? —quizás yo estaba pidiendo demasiado. No había cedido a contar mi incidente con Eros y aún así le pedía que me contara lo que le había sucedido a ella.

A pesar de lo que pensé ella simplemente río y puedo asegurar que aquella fue la risa más dulce que jamás escuché.

— Rompí la regla de oro de Eros. Sus hijos tenemos prohibido enamorarnos.

Aquello me tomó por sorpresa. ¿Era cierto? Con esa declaración comprendía muchas cosas. Al momento en que yo iba a contestar algo escuché el sonido característico que indicaba la cena.

— Ya que todo está aclarado —tomó mi mano lo que hizo que un leve rubor subiera a mis mejillas— vamos a cenar, muero de hambre y según Jason me dijo a ti te gustaba algo llamado ¿Cajita feliz? —Me volvió a ver de pies a cabeza— Por cierto, te ves bien.

Después de eso sentí como tiraba de mi mano sin darme tiempo a reaccionar o alejarme, por más que su tacto no me molestara.

Varias preguntas llegaron a mi cabeza ¿Había preguntado sobre mí? ¿El raro plan de Leo había funcionado? ¿Acababa de hacerme un cumplido? Y más importante aún, recordé un comentario que ella le hizo al dios del sol ¿Cómo era eso de que Apolo la espiaba?

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2019 ⏰

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