Al día siguiente me levanté para ir al colegio como todos los lunes. No me podía creer que yo tuviese que ir al colegio cuando Justin Bieber estaba en España, era muy injusto.
- _____, ______- escuché mi nombre y moví la cabeza.
- ¿Qué pasa?- pregunté aturdida.
- En que piensas tanto, que estás en las nubes- Sandra se empezó a reír y puso su mano derecha en su boca para contener la risa.
- No lo sé, estoy medio dormida- mentí.
- Escucha, ¿a qué hora es el programa a la noche?
- A las 10, pero supongo que Justin tendrá que estar allí antes.
- Vale, ¿te parece si paso por tu casa a las 9:30 y así vamos juntas?
- Sí, claro.
La mañana se me hizo eterna, las horas no pasaban, ni siquiera los recreos. Por fin sonó la música a las 2:30 y salimos del colegio. Me despedí de mis amigas y me fui a casa.
Me di cuenta que tenía puesta la pulsera que me regalo Justin, no me la había quitado ni para dormir, menos que nadie se había fijado mucho en ella, porque no tenía mucho sentido que hubiese dicho que yo me había comprado que ponía "siempre serás tú".
Estuve un rato en el ordenador y después me puse a estudiar un poco.
Miré la hora, las 7. Me levanté de la mesa y fui a la cocina a comer algo. Al cabo de 10 minutos llamaron al telefonillo y fui a contestar.
- ¿Diga?
- Hola tengo una carta para la señorita ______- dijo una voz de hombre.
- Esta bien, abro- pulsé el botón para abrir la puerta.
- Me dijeron que la tengo que entregar en mano.
- Esta bien, ahora bajo- fui corriendo a mi habitación y me puse los zapatos.
