Capítulo seis: Jugando con fuego.

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Grayson.

Era él quien se iba a volver loco por ese chico tarde o temprano. ¿Qué estaba pensando cuando lo invitó en primer lugar? La única regla que siempre había tenido era mantener a la gente fuera de su vida, y ahora invitaba a Matt y a su cuadrilla de nerds a una de sus peleas clandestinas.   

Definitivamente, estaba más cerca de volverse loco de lo que lo estaba Matt.

En primera, el muchacho ya había dejado en claro con aquel beso el sábado que en efecto estaba interesado en él, y en segunda, porque no había momento en las tutorías en el que no invadiera su espacio personal y le brindara suaves toques que casi lo hacían retorcerse contra su mano como un gato necesitado de cariño. 

— ¿Quieres ir a una fiesta conmigo esta noche? —Preguntó de pronto, haciéndolo ahogarse con su propia botella de agua.

— ¿Eh? —Preguntó Grayson. Matt soltó un risita.

—Una fiesta. Esta noche... conmigo.     

— ¿Hablas en serio? —Preguntó inclinando la cabeza hacia un lado como un pájaro. Matt esbozó una gigantesca sonrisa y asintió—. ¿Porqué?  

— ¿Qué? ¿No puedo invitar a mis amigos o qué? —Él hizo un gesto ofendido bastante exagerado, llevándose la mano al pecho para un poco más de dramatismo. Luego de una larga mirada de Grayson, él siseó con cansancio y agachó la cabeza.

—Está bien, te diré. Solo porque te necesito un poco de tu ayuda. 

— ¿Podrías ser más explícito?

—A Ayleen... huh... digamos que le gustó mucho tu amigo, Ashton. Sus papás estarán fuera este fin de semana en Bora Bora por su aniversario, y ella va a hacer esta gran, gigantesca fiesta así que me rogó que te invitara para que tu llevaras a Ashton y así pudieran conocerse mejor, en el calor de la fiesta y eso. 

— ¿Tu amiga quiere salir con mi amigo? Valiente chica —Se rió. Luego lo meditó unos segundos y asintió—. Está bien, le diré. Lleva toda la semana hablando de la porrista que nos condujo fuera de los problemas el sábado pasado de cualquier manera. 

—Le diré cada palabra que dijiste, se volverá loca.     

Dicho esto él solo salió de la biblioteca, casi saltando y despampanando con brillo propio. Este perdedor, pensó Grayson, será mi perdición en algún momento. Por estar tan absorto en él otra vez olvidó por completo la hora y cuando vio el reloj se dio cuenta que ya había acabado su tutoría. 

Se puso de pie y fue a su entrenamiento de fútbol donde, como siempre, Walker no dejaba de darle sucias miradas y observarlo como si fuera una plaga. En realidad, Gray ya estaba bastante acostumbrado pero de alguna manera se había vuelto más obvio.

Grayson era un marginado en el equipo y lo sabía. Además, estaba agradecido a Dios, al cielo y a los ángeles de que ellos no se le acercaran una milla si no era necesario. Claro, sabían que Gray era algo así como una bestia y que sus habilidades para jugar eran bastantes, tanto como para desbancar a Jason, si se atrevía a alardear. Sin embargo Grayson le vendería su alma al diablo por no tener que hablar con esos tipos que al parecer sólo les gustaba burlarse de otras personas y hablar del sexo que seguramente nunca tuvieron.

El entrenamiento acabó sin más disturbios, Grayson se dirigió a las duchas y después hacia el autobús. Para entonces ya estaba casi quedándose dormido en su lugar, pero era fin de semana así que sus hermanos no tenían que ir a la escuela y él no tenía que estarles jalando la correa todo el día.

Sabiendo que para esa hora los trillizos seguían en casa con los niños él se dirigió hacia el pequeño lugar en el que sus amigos se reunían casi a diario. Éste era un lugar no muy lejano al edificio de Grayson; era pedazo de terreno baldío que tenía varios columpios que se vieron mejor cuando él era un niño. Había un autobús escolar abandonado ahí, o más bien solo la cabina. Había también varios pasamanos y una rueda de esas en las que tus amigos te daban vueltas hasta que rogabas por piedad antes de vomitar por toda la superficie del juego, -no es como si a él le hubiese sucedido, claro que no-. 

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora