Capítulo ocho: Camino peligroso.

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Grayson.

No importaba lo que todo el mundo le digiera, él jamás cambiaría de opinión: Matthew Duncan era una jodida sirena. 

Incluso cuando sonaba como una idea descabellada era lo más lógico que podía pensar, porque no había manera, en mil años, de que el chico solo fuese encantador, apuesto... inteligente, interesante, divertido, paciente, amable, jodidamente sexy y... 

Grayson sintió una fuerte embestida contra su costado, haciéndolo caer al suelo con fuerza. Se escuchó un silbato a lo lejos y la voz del entrenador que le gritaba que se pusiera de pie.

— ¡Tucker! ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Concéntrate! —Le gritó y Grayson se forzó a enfocar más su vista.     

Aún bastante confundido y mareado se paró y se dio cuenta que seguía en ese estúpido partido, era de noche, estaban a punto de ganar y toda la maldita escuela estaba observando. Y él pensaba en Matt. Esto se estaba saliendo de la raya, siendo honestos. 

En el medio tiempo fue hacia la banca a beber un poco de agua cuando lo vio no muy lejos de ahí observando con emoción a Ayleen, justo al lado de su otra amiga y ese chico latino. Priscila y Frank eran sus nombres, recordó Grayson vagamente. 

Matt, casi como si sintiera su mirada giró la cabeza hacia él y le brindó una reconfortante sonrisa y un guiño que Grayson rezó que nadie haya visto, sin embargo le hizo querer mejorar y no hacer el maldito ridículo en medio de la escuela. 

Ganaron de nuevo y él pasó a los vestidores a darse una rápida ducha y cambiarse de ropa para luego salir con su bolsa al hombro. 

En la esquina donde siempre se detenía con Ashton, Dough y Kyle a fumar se encontraba Ayleen, coqueteando dulcemente con Ashton quien parecía casi fuera de sí a su lado, luciendo como un divino estúpido. 

No muy lejos de ellos se encontraba Matt acompañado de Frank y Priscila conversando en un círculo, alejado de las otras personas que salían de la escuela en pequeños grupos. 

Grayson intentó ignorarlos y seguir su camino incluso cuando el traidor de Ashton había sido quien lo había llevado ahí en el auto de su papá en primer lugar. Intentó hacerse a la idea de que se iría caminando esa noche y ya casi llegaba a la otra calle cuando escuchó la enérgica voz de Ashton llamándolo, entonces supo que estaba jodido.

Matthew.

—Esto es una jodida locura, ¿quieres vernos a todos muertos, eso es lo que quieres? —Gimió Frank jalándolo del brazo para hablar en susurros. Matt rodó los ojos.

—Eso de ser un gallina no es nada sexy, Francisco —Se quejó él. Priscila soltó una carcajada.

—Hablo en serio, Matt. ¿Recuerdas la última vez? Casi somos apaleados por una banda de delincuentes.

—Grayson es mi amigo —Aseguró—. Y si Grayson es mi amigo entonces Ashton también, ellos son geniales, en serio. Un poco... ilegales, sí, pero nunca juzguen un libro por su portada.

—Ugh —Frank bufó y se cruzó de brazos—. ¿Estás seguro de esto?

—Tanto como que mi nombre es Matt. Ya cállense, es de mala educación hablar de las personas a sus espaldas. 

—De hecho, yo estoy justo aquí —Comentó Ashton, quien estaba al lado de Ayleen. 

—Afloja tu corsee, Frank —Se burló Ayleen y en un segundo apareció Grayson cerca de ellos. Sus amigos gallinas casi se ocultaron detrás de Matt, observando a Gray como si fuese una bomba de tiempo.

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora