De vuelta a la tierra.

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Grayson.

Y él que creía que por primera vez en su vida nada malo sucedería.

Quizá se había dejado llevar muy rápido por la idea de que podría estar bien, quizá se había sumergido tan profundo en la sensación de paz y alegría que Matt le brindaba que había olvidado que su existencia era un problema tras otro. 

Pero el universo exigía su forma natural, así que ahora se encontraba pasando por la seguridad de la penitenciaría para encontrarse con su madre, luego de 10 años de no verla ni siquiera una vez.

Él sentía como si todo estuviese pasando en una película antigua y de mala calidad, como si cada voz y cada sonido fuese extranjero y él no se encontrara verdaderamente ahí. Pero estaba sucediendo, y era tan bizarro que sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento.

Sus hermanos tampoco habían reaccionado bien; es más, los más pequeños ni siquiera reaccionaron porque el nombre Carrie Wyatt no significaba nada para ellos y la figura que ella representaba estaba difuminada en sus mentes. 

Él salió de su ensimismamiento cuando vio una mano agitarse frente a él, la cual le pertenecía a una joven y pequeña mujer negra en recepción. Aún así, lo único que pudo hacer fue murmurar su nombre y esperar que ella le entendiera. 

La mujer dijo algo que no llegó a sus oídos, levantó el teléfono y comenzó a mover cosas en su escritorio mientras Grayson miraba a un punto fijo en la pared que no tenía nada de interesante, pero al menos le hacía olvidar por instantes el lugar en el que se encontraba y lo que había venido a hacer.

Una reja metálica se abrió llamando su atención y por ella apareció una mujer delgada y pequeña, escoltada por dos guardias. Ella llevaba sus pertenencias en una simple bolsa oscura que no se veía muy pesada, y detuvo su camino cuando su mirada se encontró con la de él.

Blake... —Murmuró ella, mientras sus ojos lo recorrían como si a penas pudiese reconocerlo. 

De hecho, a él también le parecía difícil hacerlo. Ella se veía mucho más pálida de lo que podía recordar y parecía que había envejecido treinta años; su cabello caía por su rostro y éste ya tenía canas, había bolsas y ojeras pronunciadas debajo de sus ojos y lucía débil, pequeña y extrañamente frágil. 

Aquella no era la mujer que había visto salir de su departamento cubierta de sangre y acompañada de un oficial, no podía ser ella.

—Hey, Wyatt —Dijo la mujer de la recepción, llamando la atención de ambos—. Llena estos formularios y serás libre de irte. 

Carrie le dirigió una rápida mirada antes de asentir y caminar hacia allá, mientras Grayson aprovechó para observarla con más claridad ahora que se encontraba cerca: 

La última vez que la había visto él le llegaba a la cintura y ahora era una cabeza más alto que ella. Al parecer Carrie se dio cuenta de lo mismo, ya que al dejar las hojas y pararse frente a él ensanchó los ojos de una manera que pudo ser cómica si la ocasión no fuese tan abrumadora. 

—Has cambiado mucho —Dijo, esbozando una pequeña e insegura sonrisa.

Ella esperó una respuesta de él, pero todo conocimiento del idioma se había borrado de su cabeza en ese momento; no solo porque aquella era la mujer que los había dejado solos cuando eran unos niños, sino porque ya se sentía como una completa desconocida para él.

Grayson observó como ella daba un paso al frente y extendía un poco los brazos para atraerlo en un abrazo, pero en ese mismo instante sus reflejos lo hicieron retroceder de manera brusca. 

GRAY WOLF [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora