Un juramento, Parte II

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Desde la superficie del lago, lo único que se percibía era el tenue resplandor de dos pequeños puntos que chocaban entre sí. Estos se separaban durante unos cuantos segundos para tomar impulso y luego volver a colisionar. Aquellos encontronazos se iban tornando más potentes con cada repetición del proceso. A simple vista, el evento no parecía ser algo de mayor trascendencia, puesto que no había seres racionales allí para que lo presenciaran. No obstante, los cinco miembros del linaje Tévatai que yacían dormidos bajo el agua estaban mirándolo todo a través de la dimensión de los sueños. El choque entre las esferas no era un simple juego. Se trataba de una representación a escala reducida de lo que estaba sucediendo con las dos hermanas abandonadas en el interior del agujero negro que ellos mismos habían formado.

Los cuerpos materiales de ambas habían desaparecido, al igual que los del resto de la legendaria raza estelar. A pesar de no tener un receptáculo vivo que recibiese sus conciencias, el gran poder que estaba contenido en la prisión de oscuridad bastó para que las esencias de Xirdis y Saoirse no desaparecieran. Por el contrario, las dos lograron trascender a la desaparición de sus organismos celestiales. Se fortalecieron tanto que incluso adquirieron una nueva forma tangible casi idéntica a la que habían perdido. Pero no toda la esencia de ellas permaneció en aquel extraño sitio. La fracción molecular de la menor de la estirpe que llegó a la Tierra no vino sola. Una minúscula parte de la rebelde que fue consumida por su deseo de sembrar tinieblas en las galaxias también estaba incluida en el paquete. Así como el vínculo emocional de Dálstori con Saoirse había atraído a la partícula de luz, la fuerza de la partícula de oscuridad de Xirdis también alcanzó a su hermana, pues su deseo de dañarla era inmenso.

Mientras los puntos esféricos continuaban con aquella danza que se alternaba entre acercamiento y alejamiento, las hermanas estaban atacándose como si fuesen las peores enemigas de la historia. Se propinaban puñetazos, patadas y empujones desde todos los ángulos posibles, sin detenerse para descansar. Y es que la cruel dama de piel esmeralda no planeaba parar hasta conseguir que la voluntad de la fémina de tez carmesí fuese doblegada y le cediese el dominio de su conciencia. Al concretar dicho sometimiento, ella adquiriría el mando sobre la totalidad de la energía que estaba presente dentro del hoyo negro. Si lograba hacerlo, Xirdis tendría ante sí la posibilidad de absorber también las esencias de los cinco Tévatai que se encontraban en el planeta azul. Al completar ese proceso, era casi seguro que podría adquirir el poder suficiente para establecer la conexión con la pequeña parte de sí misma que se hallaba en el lago y fusionarse con ella. El resultado de ese proceder sería catastrófico: la insurgente quedaría en libertad y la Tierra se llenaría de oscuridad, la cual comenzaría a propagarse hacia otros mundos y galaxias hasta consumir todo el multiverso...

En un momento dado, la pelinegra yacía en el suelo, con las costillas rotas y la cara cubierta de sangre y moretones a causa de los múltiples golpes que su hermana le propinaba. Pero la precaria situación de esta no tardó en revertirse, ya que su odio la ayudaba a resistir los ataques y a pensar con mucha claridad. El ingenio y la suerte le dieron la oportunidad de soltarse en unos cuantos segundos. Saoirse no había notado que la cambiante superficie sobre la cual luchaban ahora estaba cubierta de cientos de rocas puntiagudas. La mano derecha de su víctima no había cesado de palpar el suelo, en caso de que este le proveyese algún recurso para escapar y contraatacar. Sus dedos asieron una de aquellas piedras afiladas y la levantaron con rapidez. El tremendo impacto de los picos del pedrusco en la sien de la peliblanca la obligó a soltar a su contrincante, quien de inmediato sacó ventaja del cambio abrupto en la situación.

Xirdis colocó la misma roca con la que había golpeado la cabeza de su hermana sobre el cuello de esta y empezó a ejercer presión con ambos brazos, utilizando todo el peso de su cuerpo. Pretendía lastimarla aún más de lo normal, dado que así no solo podría morir asfixiada, sino que sufriría perforaciones ocasionadas por los múltiples filos de la masa mineral. Esperaría hasta verla casi inmóvil por la falta de aire para adueñarse de su conciencia con facilidad, sin que esta pudiese hacer algo al respecto.

Pacto de Fuego [Saga Forgotten #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora