Medidas desesperadas

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Dahlia respiraba con gran dificultad tras haber enfrentado a Moa en el cruento combate a través de las réplicas de las hermanas Tévatai. La joven Woodgate había estado esforzándose al máximo para resistir los potentes embates de su contrincante y, al mismo tiempo, utilizar algunas técnicas de ataque que le permitieran ganar tiempo para pensar con cuidado. Necesitaba idear una buena estrategia que le permitiese salir del terrible aprieto y seguir avanzando en busca de la salida de aquella prisión de pesadilla. Las memorias que había recibido a través de Milo habían sido útiles en sumo grado pero, por desgracia, no estaban completas. A pesar de que había podido plantarle cara a su rival con las habilidades que pudo rememorar, aquellos recuerdos le resultaban insuficientes para defenderse de manera cien por ciento efectiva.

Para colmo de males, su oponente conocía decenas de movimientos y técnicas marciales muy dañinas, las cuales eran potencialmente mortales si así lo hubiera deseado ella. El inmenso deseo de la hechicera por verla sufrir había sido lo único que la había salvado ser exterminada por completo. Sin duda alguna, la derrota aplastante de la muchachita habría sido inevitable sin los recuerdos clave que le habían sido entregados. Sin embargo, aunque ahora su enemiga no podía vencerla, la chica estaba lejos de salir victoriosa. La pelea se había extendido por un largo tiempo y habría sido mucho más prolongada si no se hubiera dado un acontecimiento inesperado. Dicho incidente había obligado a las guerreras a detenerse de inmediato, pues una poderosa barrera invisible nació entre ellas...

A raíz del encarnizado enfrentamiento, varias criaturas extrañas de diversos tamaños, formas y colores se habían materializado alrededor de las gigantescas réplicas. Se trataba de las quimeras cuyo nacimiento se producía cada vez que las hermanas se herían de alguna manera. No obstante, no había explicación coherente para que semejante cosa estuviese sucediendo si aquellas figuras colosales no eran más que meras copias de las poderosas féminas estelares. Syphiel estaba contemplándolo todo desde un punto alejado en donde yacía oculta al lado de la versión infantil de Nahiara. Ella conocía a la perfección tanto el origen como el comportamiento de aquellos entes multiformes. Por ello, estaba consciente de que su repentina aparición no era natural. "¿Qué están haciendo esos monstruos aquí? ¿Qué está sucediendo?", pensaba la dama. Mientras tanto, la piel pálida de la niña había comenzado a titilar, cual si de una enorme luciérnaga se tratase. La chiquilla había permanecido inmóvil, recostada sobre el suelo, casi exánime. Pero en cuanto la primera de las quimeras apareció en escena, el parpadeo luminoso de tonalidad rojiza en el organismo de la pequeña dio inicio. Parecía estar sumida en un profundo trance, dado que su cuerpo empezó a elevarse sin que ella lo estuviese controlando. Tenía los ojos cerrados y la cabeza gacha mientras flotaba, como si fuera un simple títere dominado por algo o alguien más.

—¡Nahiara, despierta, por favor! ¿Qué haces? —exclamó Syphiel, al tiempo que la niña se elevaba cada vez más, como un globo lleno de helio.

La muchachita no dio muestra alguna de haber escuchado a la mujer. Su diminuta figura continuó subiendo más y más. Una vez que estuvo sobre el nivel de las cabezas de las gigantescas luchadoras, sus párpados se abrieron de par en par. Sus globos oculares lucían completamente negros, cual si sus iris se hubiesen derretido para darle cabida a las tinieblas absolutas. El resplandor rojizo de su piel descolorida se intensificó y de su boca habían comenzado a salir de nuevo las temidas ramificaciones asesinas. Dahlia pudo sentir la energía que emanaba de la niña de manera instantánea, casi como si ese poder formase parte de su mismísimo ser. Un cúmulo de sentimientos disímiles se mezclaba en medio de aquella fuerza vital tan avasalladora: miedo, ira, rencor, tristeza y... algo indefinible, pero muy cálido... ¿Cómo era posible que existiese un vestigio de un sentimiento así dentro de semejante criatura? La joven Woodgate no lo comprendía, pero sabía a ciencia cierta que estaba ahí. No debía dejar pasar la oportunidad de aferrarse a aquello y utilizarlo a su favor.

Pacto de Fuego [Saga Forgotten #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora