La decisión de Amadahy

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El estar de brazos cruzados no era algo que complaciese a Amadahy en lo más mínimo. Estaba acostumbrada a estar al frente, guiando a su gente y luchando junto a ellos, defendiendo o atacando, según se necesitara. La inactividad le carcomía las entrañas, pues el espíritu de guerrera la impelía a actuar. Le resultaba frustrante mirar a sus aliados en serios aprietos, con una terrible amenaza de muerte frente a ellos, mientras ella solo permanecía sentada con total comodidad en mitad del Palacio Lunar. A pesar de la insistencia de la consciencia de Icai con respecto a quedarse al margen de todos aquellos acontecimientos, la joven Páyori había decidido desobedecer dicha petición. El debilitamiento de Savaelu había sido el detonante de la explosividad contenida en el corazón de la muchacha.

—¡Señor! ¡Déjeme regresar con mi gente! Estoy segura de que podemos ser de gran ayuda en esta batalla. No tenemos armas tan sofisticadas como las que he visto desde aquí, pero muchos de mis compañeros, al igual que yo, saben cómo llamar a la energía de la naturaleza para hacerla luchar a nuestro favor —declaró la chica, dirigiéndose al duque.

—No tengo fuerzas para enviarte de vuelta —respondió él, en un susurro casi inaudible.

Bianca tuvo que repetir lo que él había dicho, pues Amadahy no había podido oírlo con claridad.

—¡Tiene que haber alguna manera! ¡Debo hacer algo! —clamó ella, con los ojos llenos de lágrimas de rabia.

El noble no tenía voluntad para discutir. A duras penas lograba mantener los ojos abiertos. Conocía a la perfección la clase de sacrificio que debía hacer para proteger a Milo y a Dahlia. Ninguna otra persona podía pagar el precio, ni siquiera los integrantes del Pacto de Fuego. Aquel inusual intercambio formaba parte de su secreto mejor guardado. Nadie ajeno al trato que él había realizado conocía los detalles sobre ese asunto. Y no podía confesarlo todavía, pues su silencio absoluto era una parte esencial del acuerdo secreto. Le dolía en lo más profundo de su alma el hecho de esconderles cosas a sus amigos, pero no lo hacía de manera maliciosa. El beneficio obtenido como resultado de su sacrificio valía mucho más que cualquier otra cosa en ese momento, incluso era más valioso que su propia existencia. No lo arruinaría por nada ni nadie.

—Con todo respeto hacia usted, señor, si no actúa ya, lo haré yo. ¡Me rehúso a rendirme!

Acto seguido, Amadahy se inclinó y colocó las manos sobre el lustroso piso que decoraba la estancia. Cerró los ojos y se concentró en buscar la conexión espiritual con quienes la rodeaban. Un canal de energía para cada una de las personas que se hallaban protegidas dentro de los dominios de Savaelu se abrió para ella enseguida. La abrumadora descarga proveniente del poder en aquellas almas la forzó a inhalar más aire del acostumbrado. Nunca antes había recibido tanta energía de golpe, ni siquiera cuando la segunda consciencia en su interior despertó. Sin embargo, la enorme cantidad de luz contenida en aquellas almas no fue lo que la sorprendió. Había una presencia muy antigua allí, una esencia desconocida que estaba interconectada con cada átomo de todo cuanto la rodeaba. Aquel ser desconocido despedía una especie de ondas psíquicas cálidas, puras y bondadosas.

—¿De quién podrá ser esta energía? Jamás había sentido nada igual —afirmó la joven arquera, monologando en voz alta.

Unos breves instantes después, las palmas abiertas de Amadahy comenzaron a titilar con un brillo impresionante, casi como si hubiese atrapado un par de estrellas en miniatura entre sus dedos. Un cosquilleo extraño, similar al que se experimenta cuando se reciben descargas eléctricas, invadió cada centímetro de la morena piel de la chica.

—¿Pretendes regresar a tu mundo? Es muy arriesgado lo que deseas. ¿Estás segura de ello? —inquirió la suave voz femenina de la presencia anónima.

Pacto de Fuego [Saga Forgotten #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora