El despertar de Vihaan

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Al abandonar los dominios de Savaelu, el cuerpo del príncipe pudo terminar el proceso de transformación a un ritmo mucho más veloz, pues ya no había ningún tipo de energía benigna que limitase su capacidad de mutación. Además, la cercanía física de quienes lo habían invocado le daba una potencia incrementada a sus múltiples habilidades. Una por una, todas las características humanas de Cedric comenzaron a perderse para así cederles el lugar a las de una bestia gigantesca de apariencia similar a la de un quiróptero. La fiera criatura dejó escapar un agudo chillido mientras extendía sus diez impresionantes alas, las cuales estaban hechas de cientos de falanges negras distribuidas de manera tal que aparentaban ser plumas metálicas. Su piel, de tonalidad escarlata, estaba cubierta por millares de agujas blancas, delgadas y alargadas, como si de un puercoespín se tratase. Los dos pozos de brea que tenía por ojos estaban enfocados en el punto desde donde provenía el llamado de auxilio de sus creadores. El chillido de antes no había sido emitido por mera casualidad, sino que era parte del avanzado mecanismo de ecolocalización del ente. Sabía muy bien en dónde estaban los enemigos de La Legión, cuántos eran e incluso conocía el tamaño de estos. Estaba listo para atacarlos de manera sorpresiva, con un arma poderosa. No tendría piedad alguna.

La siniestra presencia de Vihaan no pasó desapercibida para ningún ser que poseyera un mínimo de capacidad extrasensorial en su interior. Tanto Milo como Nahiara giraron la cabeza de inmediato hacia el punto de origen de aquella inmensa energía oscura. En cuanto el ente hizo su aparición dentro de la atmósfera terrestre, ambos combatientes lo detectaron, pero solo la emperatriz sonrió. Ella sabía que aquel engendro estaba de su lado, pues la sangre del mismo cantaba al unísono con la suya. Galatea, más que nadie, estaba orgullosa de la decisión tomada con respecto al uso que se le había dado al prisionero. Aunque no había pedido la autorización de su ama para fabricar al ente, sabía que ella aprobaría la iniciativa cuando lo viera en acción. Al fin y al cabo, la criatura había sido diseñada para proteger a los habitantes de Lutkyneva. Eso, sin duda alguna, complacería a la reina. Además, la Nocturna amaba torturar al Taikurime. Con la inteligente invención de aquel ser de espíritu destructor, se cumplían ambos propósitos a la vez. Y por si todo eso fuese poca cosa, había una misión adicional para el príncipe esclavo. Si esta resultaba exitosa, los Olvidados inclinarían la balanza hacia su lado de forma definitiva...

El general a cargo de la tropa que estaba atacando la ciudad subterránea de inmediato escuchó la llamada de alerta proveniente de Savaelu. Le llegó con claridad a través de la libélula que llevaba resguardada dentro de uno de sus bolsillos.

—¡Abandonen la ciudad ahora mismo! ¡Dispérsense ya! —clamó el duque, sin ser capaz de eliminar el tono de desesperación.

—¡Sepárense y huyan! —espetó el militar al mando, mientras el insecto le amplificaba la voz para que todos los soldados pudiesen escuchar la orden.

Las tropas empezaron a dispersarse tan rápido como les fue posible a través de los distintos túneles que interconectaban las distintas secciones de la ciudad. Pero, a pesar de su presteza en el acatamiento de la orden, ya era demasiado tarde para escapar. Ninguno de los presentes podía prever lo que sucedería. Vihaan nunca antes había sido utilizado y solo unas cuantas personas sabían que dicho ente existía. Ni siquiera Savaelu conocía cuáles eran las capacidades de la criatura alada. Los guerreros se hallaban en absoluta desventaja ante la amenaza que se cernía ante ellos, pues no contaban con ningún instrumento eficaz para protegerse de los ataques de un arma biológica tan impresionante como la que estaban por encarar. Las tropas estaban en serio peligro de muerte.

El colosal murciélago plegó sus alas en torno a su tronco e inclinó la cabeza hacia delante. Luego de ello, comenzó a girar sobre su propio eje, cual si fuese un denso huracán de negrura. Cuando alcanzó la velocidad de rotación deseada, salió disparado hacia la puerta principal de la metrópoli subterránea. Le tomó unos cuantos segundos llegar a su destino, ya que la rapidez en cualquiera de sus desplazamientos era equiparable a la de un bólido. Al entrar en contacto con el suelo, el potente impacto de sus pies contra dicha superficie provocó un fuerte temblor que se extendió por varios kilómetros a la redonda. Una vez allí, Vihaan extendió sus cincos pares de extremidades huesudas y liberó una numerosa cantidad de las agujas que le recubrían el cuerpo. Uno por uno, los alfileres fueron apiñándose frente a la criatura, como si de un gran ramo de níveos pistilos se tratase. El ente aspiró profundo y permaneció inmóvil por un lapso breve, tras el cual soltó todo el aire contenido directamente sobre el grupo de finas espinas. Una espesa niebla oscura emanó de sus entrañas y susurró un mensaje: "¡Arranquen todo vestigio de las almas de luz!" Acto seguido, las piezas puntiagudas se colaron entre los intersticios de Lutkyneva y flotaron de manera vertiginosa hacia cada uno de los guerreros de la dimensión gris.

Pacto de Fuego [Saga Forgotten #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora