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Sábado: 6:24am
Chiste del día
¿Cuál es el colmo de un albino?: que su pareja le quiera dar un beso negro.
Domingo: 6:24am
Tenía algunos amigos. No muchos, pero sí tenía. Y la única cosa en la que se parecían todos ellos era que les gustaba fantasear con toda clase de cosas inmaduras.
Eran la clase de amigos que ansiaban comerse el mundo.
Amigos que soñaban con montañas de dinero.
Amigos que deseaban ser famosos.
Amigos que día a día se veían en el espejo e ignoraban la grasa y la flacidez para imaginarse a sí mismos con un abdomen plano, músculos y venas por todas partes.
Amigos que se lamentaban por no haber nacido con el sexo opuesto, o con el mismo sexo pero en mayores proporciones.
Incluso estaban los que anhelaban tener alguna clase de poder sobrenatural para salvar al mundo y esas cosas.
Y yo no me quedaba atrás, pues, por mi parte, solía imaginar que una chica hermosa se enamoraba perdidamente de mí.
¿Hermosa? No, hermosa era poco. Esta chica imaginaria era fenomenal:
Catira.
Ojos verdes.
Rostro Photoshop.
38B naturales. U operadas, me daba igual.
Nalgas convexas.
Piernas esbeltas.
Cintura prominente.
Flaca, pero no tanto.
Mayor que yo. Como de unos 23 o 24 años.
Y con algún trauma psicológico para yo poder consolarla y estar siempre a su lado.
¿Qué más se le podía pedir a la vida?
Aunque, cuando mi imaginación empezaba a escasear y mi morbosidad alcanzaba límites graciosos, me daba cuenta de que lo único que deseaba era tener a una chica que me quisiera.
Solo quería tener a alguien a quien sostenerle la mano sin tener ningún motivo en específico, solo para eso, para sostenerle la mano.
Quería tener a alguien con quien bromearía cuando llegáramos a viejos. «¿Sabes? —le diría— creo que en todo este tiempo nunca te llegué a querer». «Ay, gracias a Dios —me respondería ella—. Tenía tanto miedo de que te diera un infarto cuando te enteraras de que todo este tiempo te aguanté solo por tu dinero.»
Solo quería eso.
Quería tener alguien a mi lado.
Más nada. ¿Era mucho pedir?
En fin, tanto me gustaba fantasear con este tipo de cosas morbosas que incluso había hecho planes de cómo sería mi primer beso, por si acaso algún día una chica, por alguna insólita razón, quisiese besarme:
Sería un beso tierno.
Sería dulce.
Sería romántico.
No habría lengua, mordiscos ni nada de eso.
Nuestros labios se moverían despacio y con seguridad.
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Trillisas
RomanceNada salió como esperaba... pero, después de todo, ¿Qué es la adolescencia si no un repentino cambio de planes?