19
Sábado: 4:30pm
—¿Qué es esto? —le pregunté.
Karina y yo gastamos los últimos veinte minutos hablando sarcásticamente e insultándonos siempre que veíamos la oportunidad. En un momento determinado ella me preguntó si era verdad que yo me había cagado en los pantalones la primera vez que me subí en un avión, años atrás. "¡No! Eso es mentira" le dije, pero algo debió haber visto en mi cara que le causó gracia, porque se echó a reír y luego dijo: "sí, es verdad". Entonces le arranqué el cuaderno de las manos antes de que anotara semejante blasfemia.
Esperaba encontrarme con una caligrafía torpe y dibujos de caritas por todas partes, pero lo que Karina había escrito hasta ahora era un sinfín de rayas y figuras que no entendí.
—Es japonés —y me arrancó el cuaderno.
—¿Tú sabes hablar japonés?
—Obvio.
—¿Tienes familia japonesa?
—No.
—¿Y entonces cómo aprendiste japonés?
—Aprendí yo misma. Y ya estás haciendo demasiadas preguntas. Es mi turno: ¿a qué edad piensas madurar y empezar a bañarte y a vestirte como la gente de tu edad?
—Nunca. ¿Para qué aprendiste a hablar japonés?
—Por motivos de seguridad. Verás, se supone que nadie debería acercarse a ninguno de ustedes tres y hacerles preguntas, como yo estoy haciendo, por lo tanto mucha gente daría lo que sea por obtener este cuaderno lleno de información extraída directamente de ti. Incluso podrían matarme para quitármelo. Por eso aprendí el japonés, para anotar todo lo que tú me dijeras en un idioma inentendible para la gente de este país. Así el cuaderno no tendría valor a no ser que la persona sepa hablar jap... —me miró con rabia— ¿qué es tan gracioso?
—Karina —dejé de reír y me incliné hacia ella—, ¿aprendiste a hablar ese idioma solamente para interrogarme?
—Sí. En pocas palabras, sí.
—No lo puedo creer —me reí—. Aprender un idioma solo para interrogarme. ¡Qué locura! Bueno, en ese caso, lo menos que puedo hacer es confesarte que sí, me cagué en ese condenado avión. Pero no fui el único, Áalan también —ella se rio.
Domingo: 7:24am
—Lamento lo del túnel y lo de Geraldine —se disculpó Fernando, quien se había acercado a mí mordiendo una barra de chocolate—. ¿Quieres una? —negué con la cabeza—. No habíamos pensado en el túnel porque en el trayecto a la playa no nos toparíamos con ninguno. De verdad lamento haberte puesto en esta situación —señaló mi labio—. Y lo de Geraldine, bueno, trataremos de mantenerla alejada también.
—Gracias. Y tranquilo, no es necesario que mantengas a nadie alejado de mí. No creo que unos cuantos mordiscos y unos insultos me maten —reímos.
—Seguro, pero tampoco queremos que pases todo el viaje preocupado ni que te hagas una mala imagen de nosotros. En el próximo túnel Dayana me dijo que está dispuesta a...
—¿Habrá otro túnel?
—Sí, gracias a la insistencia de Ada habrá más. Pudimos haber tomado una ruta más corta, y sin túneles, hacia la Colonia Tovar por aquí —señaló la ventana—, por Maracay, pero bueno, ya tú sabes cuán convincente ella puede ser.

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Trillisas
RomanceNada salió como esperaba... pero, después de todo, ¿Qué es la adolescencia si no un repentino cambio de planes?