Nuestros ojos captan todo al revés, es el cerebro quien acomoda la imagen.
Áaron
Parte I
1
Sábado: 6:23am
Después de diez minutos de verme en el espejo llegué a la conclusión de que el 99% de mi cuerpo estaba muerto.
El 1% restante eran mis labios, los únicos que mostraban señales de vida.
Bueno, y mis ojos también. Ellos eran otro 1% de vida.
El 98% de mi cuerpo era, entonces, una masa confusa y fantasmal que no tenía salvación, estaba muerta.
Domingo: 6:23am
—¿Te gusta que te muerdan los labios?
—¿Qué?
—¿Que si te gusta que te muerdan los labios?
—¿Perdón?
—¡¿Que si te gusta que te muerdan los labios cuando te besan?! —repitió, esta vez en un tono de voz más alto. Y sin darme mucha tregua, insistió—: ¿sí o no?
—No —repliqué.
Ella frunció el ceño.
Yo también.
Ella curvó sus labios en una media sonrisa.
Yo no.
¿O sí me gustaba? lo consideré un par de segundos. No, por supuesto que no me gustaba. Pero, un momento, ¿cómo podía estar seguro? Nunca me habían mordido; nunca me habían besado, para ser más específico. ¿Debí haber dicho que sí? ¡No! Por Dios, un hombre no podía decir que sí a una pregunta como esa, y mucho menos a una chica que recién estaba conociendo.
Entonces Ada soltó un gemido de reproche, desvió la mirada un segundo, se mordió los labios y después se inclinó hacia mí hasta el punto que su cara quedó a centímetros de la mía.
—A mí sí me gusta, así que puedes morderme si quieres.
2
Sábado: 1:29pm
—¡Áaron! —gritaron un par de chicas que se acercaban corriendo a toda prisa.
Normalmente las ignoraba, fingía estar apurado o les decía que yo era gay para que dejaran el fastidio, pero estas dos eran realmente sexys, así que me detuve para esperarlas.
Un grupo de ogros entrometidos que estaban cerca se interpusieron en su camino para que ellas no se abalanzaran contra mí.
—¡Te amamos Áaron —gritaron desesperadamente—, te amamos! ¡Eres lo máximo! ¡Eres demasiado bello! ¡Eres... ey, suéltame! ¡Suéltame! —los ogros las tomaron por el brazo y se las llevaron lejos.
Domingo: 1:29pm
—Ada, no me digas que me amas, no me gusta.
—Por favor —se rio—. Yo nunca te diría eso. Nunca.
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Trillisas
RomantikNada salió como esperaba... pero, después de todo, ¿Qué es la adolescencia si no un repentino cambio de planes?