Cap 5

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Era medio día y la luz del sol entraba en la habitación, despertando a un maltrecho Dan. Se incorporó como pudo, dolorido por los cortes que ya estaban cicatrizando y la mala postura con la que había dormido. La cabeza le daba vueltas, no podía creerse lo que había ocurrido. El terror volvía a su cuerpo conforme iba recordando los sucesos de la noche anterior, estaba temblando.

Fue a darse una ducha para sacarse de encima toda la porquería y necesitaba aquello urgentemente. Cuando intentó levantarse las piernas no le respondieron y seguido de un fuerte dolor en la cadera cayó de bruces al suelo.

-¡Mierda...!-La voz le sonó rara, como afónica pero aún más ronca y le dolía, la boca le sabía a sangre. Se levantó torpemente apoyándose en la cama y después en la pared hasta llegar al baño.

Cuando alzó la mirada el espejo le dio una imagen deformada de sí mismo. Tenía el cuerpo ensangrentado y la cara demacrada con unas marcas de dedos amoratadas en su cuello, apenas podía reconocerse. Sin pensarlo demasiado entró en la ducha donde empezó a enjabonarse a conciencia, sin importarle que el proceso abriera unas cuantas heridas. Lo peor llegó cuando intentó lavarse el culo, nada más acercar la mano ya le provocaba un dolor terrible, las heridas todavía no sanaban, pero Dan hizo lo que pudo para lavar todo lo posible aquel lugar.

Cuando terminó se envolvió en su toalla y buscó el botiquín en el armario del baño, al menos estaba al completo. Empezó a desinfectarse las heridas y vendar las más profundas, pero no se atrevía a tocar nada abajo, así que tras guardar el botiquín y volver a la habitación, buscó ropa que cubriera lo máximo posible de sus heridas.

Mientras sacaba un jersey de cuello alto para taparse las marcas de asfixia, con lo cual se iba a achicharrar, pensaba en cómo habían llegado a aquello, Mat dijo que sabía sus secretos, pero ¿qué quería exactamente? Dan no lo sabía y tampoco podría decirle a nadie lo ocurrido, por el simple hecho de que así las cosas solo empeorarían.

Tampoco podía arriesgarse a que contara algo que ni él mismo supiera. Mat tenía contactos, si quería averiguar algo solo tenía que hacer un par de llamadas para averiguarlo... Es lo que tienen los niños ricos.

Una vez vestido salió por la puerta hacia la biblioteca de nuevo y esta vez tenía pensado quedarse a dormir en algún aula vacía, así que más tarde tendría que revisarlas. No quería acercarse a Mat ni en pintura.


Recorrió los pasillos que estarían más vacíos y cuando llegó pasó rápido, sin mirar a la bibliotecaria ni a los escasos estudiantes que estaban allí. Con la cabeza baja se fue a su rincón y buscó un libro de medicina.

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Shun había estado practicando disculpas toda la mañana y aún así era un desastre, estaba de camino a la habitación de Dan, dudando a cada paso pero sabía lo que tenía que hacer. Estaba ya frente a la puerta, la cual se veía imponente a pesar de su soso y gastado aspecto... levantó la mano con nerviosismo y llamó a la espera de escuchar la voz de su amigo. Pero esta no llegó.

-¿Dan? ¿Estás ahí?- Dijo algo extrañado.

No obtuvo respuesta, pero de todas formas algo le impulsó a intentar abrir la puerta que sorprendentemente estaba abierta. Entró casi con temor, quizás Dan aún estuviera durmiendo o en el baño.

La habitación estaba patas arriba, el doble de lo habitual. Se acercó al lado de Dan, donde a Shun se le heló la sangre, podían verse unas vendas ensangrentadas y rotas seguidas de más sangre en la cama. ¿Qué diablos había ocurrido? ¿Acaso Mat había hecho algo? ¿Y dónde estaba Dan? Las preguntas se agolpaban en su cabeza, sentía un mareo solo de pensar en lo peor que podría haberle pasado a Dan. Shun se asustó y salió corriendo en busca de Dan, yendo por impulso a la enfermería.

Casi derrapando entró, solo sorprendió a la enfermera y a un par de alumnos que no tenían mucha pinta de enfermos. No estaba Dan. Si no estaba allí solo podía estar en la biblioteca. Por Dios... ¿Qué había hecho?


Averno (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora